El hambre y la sed azotan a los indígenas wayuu en La Guajira, Colombia. Rosario Epiayú es sorda de nacimiento. Su hijo menor, Andrés David, sufrió de desnutrición cuando tenía 3 años y ahora le cuesta mucho caminar. Su hermano menor de 6 años ya lo supera en altura.

Los niños Wayuu son curiosos por naturaleza, además de ser muy amables con quienes los visitan.

Si un wayuu fallece fuera de su territorio, es responsabilidad de su familia llevarlo al cementerio de su comunidad. Solo en 2017 han fallecido 45 niños wayuu por desnutrición, según el Instituto Nacional de Salud de Colombia. En el primer trimestre de 2018 ya fallecieron 16 niños más.

Los wayuu viven en rancherías, territorios apartados de la civilización, sin servicios públicos básicos como alcantarillado o luz eléctrica.

Nellys Epinayú y su nieta Yesuris van a buscar agua, el pozo más cercano está a 5 kilómetros.

Nellys Epinayú cuida a sus 3 nietas. Su hija Teresa falleció tras el parto de Marialtamira, su nieta más pequeña. “Fue la fiebre; le daba agua y no se le bajaba. Duró varios días así, y luego se fue”.

Es común ver en las rancherías enormes tanques de agua. los Wayuu que tienen dinero suficiente pagan a camiones que atraviesan el desierto cargando el líquido. Llenar un tanque cuesta alrededor de 4 dólares.

Yesuris es la nieta mayor de Nellys. Es responsable de cuidar a sus hermanas menores y de ayudar con las labores de la casa.

Nellys y Yailyn descansan un poco. El día termina en la Guajira y pronto las niñas se irán a dormir.

La falta de agua es una de las principales razones detrás de las 45 muertes de niños wayuu en 2017.

Marialtamira no conoció a su mamá,Teresa, quien falleció como producto de una fiebre muy alta después de dar a luz a su hija menor.

La Guajira es víctima de múltiples casos de corrupción. A pesar de que el gobierno central destina 213.000 millones de pesos para la atención sanitaria y alimentaria de los niños, el dinero parece no llegar a las comunidades más afectadas.