"Es una situación difícil, pero quiero recalcar que no dejaremos que los palestinos se mueran de hambre", señaló el coordinador de la política exterior de la Unión Europea, Javier Solana, tras la reunión que el Cuarteto para el Medio Oriente sostuvo con los cancilleres de Egipto, Arabia Saudita y Jordania. Éstos, según un diplomático, dejaron de manifiesto que si el gobierno palestino sufre un colapso, sería probable que estallara una guerra civil. Muy similar fue el tenor de las exhortaciones a cesar el bloqueo que lanzaron previamente al unísono el presidente palestino, Mahmud Abbas y el primer ministro Ismail Hanija.

Ayuda humanitaria estadounidense

Estados Unidos y la Unión Europea, que junto a la ONU y Rusia intentaban aunar posiciones para enfrentar la situación tras la llegada al gobierno del movimiento radical Hamás, difícilmente hayan podido hacer oídos sordos. Aunque para estadounidenses y europeos resulta claro que Hamás es responsable de lo que ocurre, por negarse a reconocer el derecho a la existencia del Estado de Israel y a renunciar a la violencia, la gravedad de la situación es evidente y se impone una salida.

No en vano, la comisaria de Relaciones Exteriores de la UE, Benita Ferrero Waldner, exhortó a encontrar una solución y señaló que Israel debería descongelar los fondos recaudados para los palestinos por concepto de aranceles e impuestos. Incluso la secretaria de Estado Norteamericana, Condoleezza Rice, aseguró que nadie quiere ver sufrir al pueblo palestino, y anunció un paquete de ayuda humanitaria de 10 millones de dólares, en asistencia de salud.

Diagnóstico del Banco Mundial

Las tenebrosas perspectivas que se alzan en el horizonte palestino fueron recalcadas, además, por el Banco Mundial. Según el organismo, las estimaciones contenidas en su informe del mes de marzo resultan "color de rosa" en comparación con el estado actual. Y esas previsiones eran ya desastrosas: indicaban que en el área de la autonomía palestina el ingreso caería en un 30% hasta fines de años, que el desempleo subiría de un 23 a un 40% y que el número de personas que viven en la pobreza aumentaría de un 44 a un 67%.

En consecuencia, no cuesta mucho imaginar el impacto del bloqueo financiero. Lo que resulta dudoso, en cambio, es que la ayuda humanitaria baste para evitar la crisis. Porque uno de sus aspectos centrales se deriva de la imposibilidad de pagar los sueldos a los funcionarios públicos palestinos, de los que depende cerca de una cuarta parte de la población, según Abbas. Y esas familias no ven llegar el salario desde marzo.