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"Nunca olvidé a los niños ahorcados mecidos por el viento"

8 de mayo de 2025

George Leitmann (99) fue uno de los soldados estadounidenses que ayudó a liberar a Europa del terror nazi. Ochenta años después del fin de la guerra, advierte sobre el regreso del fascismo.

Entrada al campo de concentración Kaufering.
En abril de 1945, el Ejército estadounidense liberó a miles de sobrevivientes del Holocausto del campo de concentración de Kaufering.Imagen: Public Domain/US Holocaust Memorial Museum

Cuando George Leitmann llegó por primera vez a Alemania, en la primavera de 1945, tenía 19 años y faltaba poco para el final de la guerra en Europa. Soldados de Estados Unidos, británicos y el Ejército Rojo soviético avanzaban en todos los frentes para liberar a Europa de los crímenes del nacionalsocialismo y Adolf Hitler.

Cuando Leitmann y sus camaradas del Batallón 286 de Ingenieros del 6° Ejército estadounidense pisaron suelo alemán, la guerra aún estaba en pleno apogeo. En los pueblos del sur de Alemania, la situación era incierta. "La línea del frente era extremadamente inestable”, recuerda. En los últimos meses de la guerra, la sección armada de las SS luchaba con fanatismo para preservar el régimen nazi.

"Llegamos a un suburbio”, recuerda Leitmann casi 80 años después. "Y había entre 15 y 20 niños. Todos varones. Tenían entre 10 y 12 años”. Muertos. Los habían ahorcado. Llamó a la puerta más cercana y preguntó qué había pasado. Los residentes le contaron que los miembros de la sección armada de las SS asesinaron a los niños: "Al parecer, habían reunido a los niños del lugar y les habían dado a cada uno un lanzagranadas. Y la orden de disparar si avistaban el primer tanque estadounidense".

Pero, cuando llegaron los tanques, los niños huyeron: "Un día después, las SS regresaron, reunieron a los niños y los colgaron de los árboles. ¡Ahorcaron a sus hijos!".

Los alemanes asesinaron a millones de personas en Alemania y Europa, incluyendo a sus propios hijos: "Esa es la imagen que nunca he olvidado: los cuerpos de los niños ahorcados mecidos por el viento".

"Dudar de la humanidad"

Las impresiones de George Leitmann durante la guerra lo marcaron para siempre. "La imagen de los niños me impactó tan profundamente, que comencé a dudar de la humanidad. Quizás lo que más me perturba hasta el día de hoy es que uno, como ser humano, no puede confiar en sí mismo. Porque lo que motivó a las SS, no fue racional”.

Leitmann se cuestiona a sí mismo ante los crímenes ajenos. Quizás esta sea una de las grandes diferencias perdurables entre las biografías de las víctimas del nacionalsocialismo y las de los perpetradores: en las décadas posteriores al final de la guerra, casi todos los asesinos en masa alemanes y sus cómplices negaron su propia responsabilidad en una guerra que se cobró la vida de más de 60 millones de personas.

Y negaron su apoyo a la ideología fascista, que dividía la vida humana en aquella digna de ser vivida y la que no tenía valor, y que culminó en el asesinato masivo de judíos europeos, gitanos e innumerables personas más. Los alemanes dispararon, gasearon y asesinaron a 1,5 millones de niños sólo por ser judíos.

George Leitmann fue también un sobreviviente del Holocausto. Nació en Viena, la capital de Austria. Cuando los nazis ocuparon el país, su familia judía decidió emigrar en 1940. George, su madre y sus abuelos obtuvieron visas para Estados Unidos, pero su padre, Josef, no. Escapó a lo que entonces era Yugoslavia en 1940. Cuando pareció estar a salvo, George y el resto de su familia embarcaron rumbo a Estados Unidos. Nunca volvió a ver a su padre.

Leitmann, ya de adulto, impartió durante muchos años clases como profesor de ingeniería en la prestigiosa Universidad de Berkeley, en California. Recibió numerosos honores y premios.

En la actualidad vive en una residencia de ancianos en Berkeley con su esposa centenaria, Nancy. Y, hasta el día de hoy, se plantea cuestiones: "A menudo me pregunto: ¿Cómo es posible que personas tan cultas como los alemanes se convirtieran en seres tan atroces en tan poco tiempo?".

"Siempre que conocía a alemanes, me preguntaba cuán culpables eran ellos o sus padres. Pero responder a esa pregunta con la supuesta culpa de sus antepasados me parecía, desde un punto de vista científico, inapropiado".

En busca de su padre

Pero cuando, con tan solo 18 años, se presentó voluntario al servicio militar en su entonces nueva patria, Estados Unidos, siguió un impulso: la incertidumbre sobre el destino de su padre. Su lucha contra los alemanes también se convirtió en una búsqueda. Esto lo diferenció de muchos de sus compañeros.

"Cuando descubrimos el campo de concentración de Kaufering, cerca de Múnich, mis compañeros se horrorizaron. Les disgustaron las acciones de los alemanes. Pero yo, en cambio, sentí una conexión inmediata con mi padre. Cuando conocimos a los liberados, siempre tuve la esperanza de volver a verlo."

El campo de concentración de Kaufering constaba de once secciones diferentes. Los nazis deportaron a 23.000 personas a la campiña bávara. La mayoría eran judíos de Europa del Este. Fueron obligados a realizar trabajos forzados para la industria armamentística alemana. Todos estaban destinados a ser asesinados: lo llamaron exterminio a través del trabajo.

Cuando George Leitmann entró en el campo liberado, en abril de 1945, se abrió ante él un mundo sacado del mismo infierno. Sobre el campo de concentración, un sobreviviente dijo que "había cadáveres por todas partes. Muchos aún humeaban porque los alemanes habían intentado quemarlos, pero como eran solo piel y huesos, no ardían”. Hasta el día de hoy, esas imágenes aún siguen despertándolo por las noches.

George Leitmann, de 99 años, vive en Berkeley, California desde 1956.Imagen: DW

"La frialdad y la crueldad nos acechan a todos”

Actualmente, una asociación gestiona un monumento conmemorativo en el antiguo campo de concentración. Se autodenomina "Fundación Europea para el Memorial del Holocausto". George Leitmann es miembro honorario.

En abril, hubo allí un acto conmemorativo al que Leitmann no pudo acudir por motivos de salud. El evento estuvo marcado por el dolor por los fallecidos. Pero también por la preocupación por el futuro: el auge del partido ultraderechista AfD en Alemania, el ascenso de Donald Trump en Estados Unidos y la guerra de agresión rusa en Ucrania.

El espectro del fascismo ha vuelto: el poder del más fuerte, como criticó el historiador vienés Florian Wenninger en un discurso: "Elon Musk considera la empatía la mayor debilidad de la civilización occidental. A pesar de ello, debemos mantenernos firmes. Si se atacan deliberadamente el comportamiento social, el sentido de la justicia y la compasión, es evidente que la frialdad y la crueldad pueden volverse en nuestra contra, amenazarnos a todos”.

George Leitmann también está preocupado por la política actual. "Un hombre como Donald Trump puede convertirse en presidente. Es asombroso. El hecho de que gran parte de la sociedad apoye las ideas fascistas es inquietante. Culpar a ciertos grupos de personas por algo, siempre ha causado desgracias”.

George Leitmann cumplirá 100 años en mayo. A pesar de todas las dificultades, afirma haber tenido una buena vida. Ha podido viajar por el mundo, formar una familia y conocer gente interesante. 

No fue hasta muchos años después del final de la guerra cuando se enteró cómo murió su padre. En un campo de concentración en Yugoslavia, los alemanes le dispararon a él y a cientos de prisioneros solo por ser judíos.

Hasta el día de hoy, George Leitmann imagina cómo debió vivir su padre los últimos minutos de su vida. Piensa en ello todos los días.

(rmr/ms)

 

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