Durante cuarenta años, Judith Rosenzweig se inhibió de hablar sobre sus experiencias durante la Segunda Guerra Mundial. Ahora lo hace para evitar que se imponga el creciente número de voces que niegan el Holocausto.
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Judith Rosenzweig nació en Checoslovaquia en 1930 en el seno de una familia judía. Ella, su hermana y sus padres fueron llevados al campo de concentración de Theresienstadt en 1942, luego al de Auschwitz y después al de Bergen Belsen. De su padre no supo más desde que los separaron para recluir a las mujeres en unas barracas y a los hombres en otras. Su madre murió una semana después de que las fuerzas aliadas las liberaran. Experiencias como la suya en Theresienstadt inspiraron el libro Las jovencitas de la habitación 28.
Al cumplir los 18 años, Judith Rosenzweig cumplió su deseo de emigrar a Israel, donde trabajó como enfermera de niños y fundó una familia. Hoy, a los 87 años de edad, vive en Haifa, en un albergue destinado a sobrevivientes del Holocausto, fundado por la iniciativa Una Mano Para Un Amigo (Yad Ezer L'Haver) y financiado mediante donaciones de instituciones como la Embajada Cristiana Internacional Jerusalén (ICEJ). DW habló con ella sobre su vida y sobre el creciente coro de voces que niega el exterminio de los judíos.
Deutsche Welle: ¿Cómo recuerda usted la evolución de la persecución sistemática de los judíos?
Judith Rosenzweig:Yo tenía apenas nueve años cuando los alemanes llegaron a Checoslovaquia; pero recuerdo que aquello comenzó con medidas que nos prohibían a los judíos visitar los parques o frecuentar las salas de cine. Luego nos fue negado el acceso a las escuelas. A finales de 1941 empezaron a internar a las familias judías en los guetos. Mi familia fue enviada a Theresienstadt en marzo de 1942; mi hermano había huido poco antes y se salvó. En octubre de 1944 nos llevaron a Auschwitz en tren a mi madre, a mi padre, a mi hermana y a mí.
Cuando uno llegaba a Auschwitz, Josef Mengele decidía quiénes estaban en capacidad de trabajar y quiénes no; los que no podían trabajar eran ejecutados. A mi madre, a mi hermana y a mí nos mandaron a trabajar. A mi padre no lo vi más desde que separaron a hombres y mujeres para recluirlos en las barracas. No estuvimos mucho tiempo en Auschwitz; en pleno invierno nos enviaron a Bergen Belsen en vagones de tren abiertos. Allí murieron casi todos de frío y de hambre. En abril de 1945 fuimos liberadas por los soldados ingleses.
¿Qué significó para usted el retorno a Checoslovaquia y la posibilidad de emigrar a Israel?
Cuando mi hermana y yo regresamos a casa, nuestro hermano estaba allí; pero el edificio había sido vaciado por completo. Entonces les dije a ambos que yo me iría a Israel, que no me quedaría en un lugar donde no me quieren. Sin embargo, el proceso para emigrar a Israel duró dos años. En Marsella tomé un barco y llegué a Jaffa en el primer día de Israel, el 15 de mayo de 1948. Una vez ahí nos alojaron en hostales y al día siguiente nos preguntaron adónde queríamos ir para darnos boletos de autobús. Yo quería ir a casa de mi tía, en Haifa.
A mí me habría gustado continuar yendo a la escuela, pero, con casi 18 años, me sentí muy vieja para eso. No muchos comprendían la situación por la que habíamos pasado. Mi propia tía me pidió que le contara lo que había vivido en Europa y apenas había empezado cuando me interrumpió y me dijo: 'Ay, tú estás exagerando'. Desde entonces y durante cuarenta años nunca hablé más sobre el asunto. Fue cuando me percaté de que por el mundo iba gente negando la Shoá que decidí contar mi historia de nuevo.
¿Qué importancia tiene para usted mantener vivo el recuerdo de lo que entonces ocurrió en Europa?
Para mí es muy importante, porque nunca ha dejado de haber gente que dice que nosotros inventamos todo aquello. Yo estuve un par de veces en Alemania para hablar con estudiantes al respecto. Nosotros, la gente de generación, somos los últimos sobrevivientes de Auschwitz. Hoy día es difícil entender lo que se le hizo a los judíos y por qué. Eso no puede volver a ocurrir. Uno no debe matar a nadie debido a su religión.
Arte durante el Holocausto
Fueron testigos del horror y lo convirtieron en arte. El Museo Histórico Alemán acoge una muestra procedente del Yad Vahem, la institución oficial israelí constituida en memoria de las víctimas del Holocausto.
Imagen: Collection of the Yad Vashem Art Museum, Jerusalem
El color de los guetos
¿Puede ser hermoso el horror? La exposición "Arte durante el Holocausto" muestra cómo algunos artistas encerrados en guetos y campos de concentración documentaban y creaban grandes obras de arte basadas en el horror, mientras los nazis estaban cometiendo los mayores crímenes de la historia de la humanidad. En la imagen: "Una calle en el gueto de Lodz", del superviviente al Holocausto Josef Kovner.
Imagen: Collection of the Yad Vashem Art Museum, Jerusalem
Melancolía en el exilio
Por primera vez, 100 obras del memorial Yad Vashem son expuestas en el Museo Histórico Alemán. En la muestra exponen 50 artistas, 24 de los cuales fueron asesinados por los nazis. Entre ellos Felix Nussbaum, uno de los artistas destacados que murió en Auschwitz en 1944. Su famoso cuadro "El fugitivo", muestra su desesperación en el exilio. Lo pintó en 1939 en Bruselas.
Imagen: Collection of the Yad Vashem Art Museum, Jerusalem
"¿Vida o teatro?"
Otra artista conocida en Alemania por varias de sus retrospectivas es Charlotte Salomon. Es la autora de una trágica historia acerca de su propia vida, la de una berlinesa de origen judío. Su obra "¿Vida o teatro?", construida a modo de ópera, está compuesta por más de 700 ilustraciones. En 1943 fue deportada al campo de concentración de Auschwitz desde su exilio, en el sur de Francia.
Imagen: Collection of the Yad Vashem Art Museum, Jerusalem
El sueño de una "Muchacha en el campo"
Menos conocida es su historia: Nelly Toll sobrevivió con su madre en la ciudad ocupada de Lviv, escondidas por una pareja de amigos cristianos. En un espacio muy reducido, Nelly fue capaz de pintar, entre otras cosas, este gouache. A sus 81 años, voló desde EE.UU con motivo de la inauguración de la exposición.
Imagen: Collection of the Yad Vashem Art Museum, Jerusalem
"Sendero entre los barracones"
Leo Breuer luchó para el Káiser en la Primera Guerra Mundial. En 1934, un año después de que Hitler llegara al poder, el artista emigró a La Haya y, posteriormente, a Bruselas, donde pudo seguir trabajando y exponiendo. En 1940 fue deportado al campo de St. Cyprien y, de ahí, a Gurs. En Gurs debujó y pintó con acuarela cómo era la vida en los campos. Leo Breuer murió en Bonn en 1975.
Imagen: Collection of the Yad Vashem Art Museum, Jerusalem
"Una primavera" en el campo de Gurs
En el sudeste de Francia, en el campo de concentración de Gurs, el fotógrafo y delineante de Chernivtsi (Ucrania), Robert Bodek, y con el diseñador textil vienés, Kurt Conrad Löw, dibujaron esta tarjeta de felicitación. En 1941 Bodek fue deportado primero al campo de Les Milles, en la región de Aix-en-Provence, y luego a Auschwitz, donde fue asesinado en 1942.
Imagen: Collection of the Yad Vashem Art Museum, Jerusalem
"Entrada trasera" del gueto de Theresienstadt
Bedřich Fritta es uno de los artistas más famosos de la exposición. En Theresienstadt dirigía el estudio de diseño donde se preparaba el material de propaganda oficial. Fritta y sus colegas dibujaron en secreto los horrores de los guetos. En 1944 fueron descubiertos. Fritta murió en Auschwitz. Tras la liberación de Theresienstadt aparecieron 200 de sus obras, enterrados u ocultas en paredes.
Imagen: Collection of the Yad Vashem Art Museum, Jerusalem
"Llegada de un transporte a Theresienstadt"
Leo Haas no sólo es conocido porque hizo una serie de obras sobre la vida en el campo de Theresienstadt con Bedrich Fritta. En Sachsenhausen, en el marco de la "Operación Bernhard", tuvo que reproducir billetes falsos de los Aliados. Sobrevivió y adoptó a Tomáš, el hijo de su amigo y pintor asesinado Fritta. Después de la guerra, Haas recuperó 400 obras que había escondido en Theresienstadt.
Imagen: Collection of the Yad Vashem Art Museum, Jerusalem
"Se acabó la canción"
Pavel Fantl también perteneció al círculo de artistas de Theresienstadt, a pesar de que por haber estudiado medicina, dirigió el hospital para enfermos de tifus del campo de concentración. Al igual que Fritta, fue descubierto, torturado y deportado a Auschwitz. En enero de 1945 recibió un disparo durante una marcha de la muerte. Consiguió sacar 80 de sus dibujos de Theresienstadt.
Imagen: Collection of the Yad Vashem Art Museum, Jerusalem
"El golpeado"
Antes de la guerra, Jacob Lipschitz era profesor en el Instituto de Arte de Vilna. En 1941 tuvo que trasladarse al gueto de Kaunas. Allí se unió a un grupo de artistas que documentó la vida secreta del gueto. Lipschitz murió en marzo de 1945 en el campo de Kaufering. Su esposa y su hija regresaron al gueto de Kaunas después de la guerra y rescataron sus pinturas, ocultas en el cementerio.
Imagen: Collection of the Yad Vashem Art Museum, Jerusalem