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St. Pauli: mito centenario

20 de mayo de 2010

El club de fútbol más particular de Alemania cumplió 100 años y se regaló a sí mismo el ascenso a la primera división de la Bundesliga. DW-WORLD se ocupa en esta fecha del equipo del barrio de tolerancia de Hamburgo.

St. Pauli: los piratas del fútbol alemán.Imagen: picture alliance/dpa

La historia del St. Pauli, fundado oficialmente el 15 de mayo de 1910 cómo departamento de fútbol del club deportivo del mismo nombre, está fuertemente ligada a la del puerto de Hamburgo y la zona de la Reeperbahn, una calle de poco menos de un kilómetro llena de bares, discotecas, locales de strip tease, negocios eróticos y pornográficos, burdeles y todos aquellos placeres de la carne (que sabidamente es débil) imaginables que servían (sirven) para compensar a los marineros, durante su corta estadía en tierra firme, la abstinencia a las que se sometían durante sus largas jornadas en mar abierto.

Tres jugadores del St. Pauli luciendo los colores del equipo: marrón y blanco.Imagen: picture alliance/dpa

La clientela de la Reeperbahn, especialmente la de origen inglés, fue la encargada de hacer de Hamburgo la puerta de entrada a Alemania del fútbol, un deporte que desplazaría en popularidad a aquel que a principios del siglo XX ocupaba a la población masculina, la gimnasia. No fue coincidencia, entonces, que precisamente allí naciera uno de los clubes más particulares del balompié germano.

En St. Pauli todo es diferente

El St. Pauli se ha encargado de documentar cuán ajeno es a lo que el mundo del fútbol considera normal con historias como la de la época posterior a la Segunda Guerra Mundial, cuando se convirtió en potencia de la liga en parte gracias a que en tiempos en los que todo escaseaba, sus jugadores, aprovechando la identificación del club con el puerto, formaban parte de los pocos privilegiados con acceso a lo que para otros estaba racionado.

Un perro con una camiseta del St. Pauli: el club de los excéntricos.Imagen: AP

Otro ejemplo de aquello que lo hace distinto es el logo: el club tiene uno oficial, la torre de una iglesia en la que incluso se ve una cruz; los aficionados tienen desde hace más de dos décadas otro, ellos se identifican con una calavera y un par de tibias en forma de cruz sobre fondo negro. Su creador, a quien se conoce como "Doc Mabuse", acudió a la piratería como fuente de inspiración, el símbolo resume el espíritu de la lucha social entre pobres y ricos que en St Pauli es ley para la afición.

Los seguidores del club son una de sus características principales: anarquistas, punks e izquierdistas se sienten en casa en el estadio Millerntor del St. Pauli, dándole un aire de rebeldía al fútbol. El arribo de esta afición tan especial se remonta a los años 80, una década en la que se escenificó un conflicto social en torno a las residencias alrededor del puerto, que fueron ocupadas por personas sin hogar que pronto descubrieron al equipo de fútbol del barrio, al cual le entregaron su cariño.

Actitudes ejemplares

En las tribunas del Millerntor, a diferencia de lo que acontece en otros estadios, es parte del reglamento no escrito de la afición el abstenerse de entonar cánticos o hacer comentarios de contenido racista, xenófobo, chauvinista o sexista; si hay que manifestar desagrado ante algo, entonces se hace contra el capitalismo, el mercantilismo y los ricos.

Tal vez esta es la razón por la cual el único homosexual reconocido en la Bundesliga es el hace dos días presidente del St. Pauli, Corny Littmann, un empresario de teatro que a lo largo de su carrera ha sido figura importante del movimiento gay en Alemania, y cuya llegada al fútbol, en el 2003, selló definitivamente el carácter especial de un club en el que la afición se ha prohibido a sí misma -pase lo que pase- abuchear a su equipo. Littmann acaba de renunciar a la presidencia por aquello de "hay que retirarse cuando se está en el apogeo y no en la derrota": otra muestra del carácter del club.

Una historia llena de altibajos

En 1977 el St. Pauli logró hacer realidad el sueño de ascender a la primera división alemana, el triunfo, sin embargo, fue pasajero; en los años siguientes el equipo emprendió un loco recorrido en una montaña rusa que lo llevó a las profundidades de la tercera división, le permitió alcanzar dos cortas temporadas en la Bundesliga (1988 a 1991, y 2001/2002) y lo enquistó en la categoría de ascenso del fútbol profesional de Alemania.

En el año 2003 el club estuvo al borde de la quiebra y la afición y los directivos lanzaron la "Campaña de salvación". Siguiendo el ejemplo del 2002, cuando se derrotó por 2-1 al Bayern -entonces campeón de la Champions League- y se vendieron camisetas con la leyenda "Vencedor del vencedor mundial", el St. Pauli comercializó 140.000 de estas prendas con la inscripción "Salvador", lo que generó recaudos por casi un millón de Euro.

Parte de la campaña fue también la iniciativa "emborracharse por St. Pauli", pues los negocios de la Reeparbahn donaron un porcentaje de sus ingresos al club, y un partido de beneficencia con el Bayern bajo el lema "Vencedor del

vencedor mundial contra el vencedor mundial"; la salvación del St. Pauli, cuyo cierre fue un concierto al aire libre, se logró en apenas tres meses.

Ahora el equipo de la zona de tolerancia se prepara para volver a la Bundesliga tras ascender en la temporada que concluyó hace dos semanas, el mejor regalo en la celebración de su centenario.

Autor: Daniel Martínez
Editor: Pablo Kummetz

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