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START expira aún sin sustituto

5 de diciembre de 2009

El tratado para la reducción de armas nucleares, START, vence. Y aunque en Ginebra se negocia desde mayo un documento que lo sustituya, lograr el acuerdo entre Washington y Moscú tardará lo suyo.

Secretary of Defense Donald Rumsfeld holds up a binder holding the 700-page Start 1 Treaty signed in 1991 by the first President Bush and Soviet President Mikhail Gorbachev as he testified before the Senate Foreign Relations Committee Wednesday, July 17, 2002 at the Capitol in Washington. The treaty took nine years to negotiate. Rumsfeld's hand is in a cast after a recent operation. He later held up and compared the treaty to the Moscow Treaty signed by Russian President Vladimir Putin and the current President Bush. The new treaty is three pages long and took six months to negotiate. (AP Photo/Joe Marquette) (Photo für Kalenderblatt)
Donald Rumsfeld sostiene el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas, julio 2002.Imagen: AP

El pacto nuclear START (Strategy arms reduction Treaty), firmado en julio de 1991 por los entonces presidentes de Estados Unidos y la Unión Soviética, George Bush y Michail Gorbatschov, vence el 5 de diciembre. Después de su ratificación por el Senado de Estados Unidos y la Duma rusa, entró en vigor en 1994. Las negociaciones entre ambos países para lograr un tratado que lo sustituya continúan en Ginebra.

En este pacto nuclear, Washington y Moscú se obligaban a reducir el arsenal atómico con el que se amenazaban mutuamente desde la década de los cincuenta, en tiempos de la Guerra Fría. El número de vectores nucleares –tanto misiles intercontinentales, submarinos y bombarderos estratégicos- tenía que ser reducido a 1.600. El número de ojivas nucleares en los vectores debía ser como máximo de 6.000. Ambos países los han rebajado, en el transcurso de los últimos 15 años, a 2.200.

Desde mayo de 2009, Estados Unidos y Rusia deliberan. El primer impulso para este nuevo sentarse en torno a una mesa lo dio en abril el presidente estadounidense, Barack Obama, cuando durante el discurso que pronunció en Praga se declaró a favor de un mundo sin armas nucleares. Desde el comienzo de la era atómica y las bombas contra Hiroshima y Nagasaki, ningún presidente estadounidense se había posicionado de tal modo.

Obama: a favor de un mundo sin armas nucleares.Imagen: dpa

De Obama salió el impulso

Como primer paso concreto, Obama sugirió la negociación de un tratado que sustituya a START. El pasado julio, Washington y Moscú estipularon que el nuevo documento debía limitar las ojivas a un máximo de 1.675 y los vectores a un máximo de 1.000.

Por un tiempo se creyó que el nuevo acuerdo estaría listo para cuando START venciera. En ese caso, Obama habría tenido que reunirse con el presidente Medvedev justo después de recoger, el 10 de diciembre en Oslo, el premio Nobel de la Paz. Según los planes de la Casa Blanca, la firma iba a tener lugar en Reeykyavik, en donde en 1986 Michail Gorbatschow y Ronald Reagan estuvieron a punto de lograr un compromiso semejante.

Pero esta perfecta escenificación no cuajó. Los negociadores en Ginebra tienen casi listo el borrador del tratado. Discrepan, sin embargo, en cuanto a la verificación de su cumplimiento a través de inspecciones e instrumentos de control.

El asunto encalla en el control

Un submarino atómico ruso.Imagen: picture alliance/dpa

Con el fin de START, Estados Unidos tiene que cerrar su estación de control Votkinsk, situada a 600 kilómetros de Moscú, desde la que los inspectores de Washington han tenido en la mira la producción de los cohetes rusos Topol-M. Y Rusia, que hace años ya entregó su correspondiente puesto de vigilancia en Estados Unidos, querría unos mecanismos de control bastante más alejados que los que prescribía START.

Este punto podría llevar al fracaso del nuevo tratado: en el Senado estadounidense, para conseguir la mayoría de dos tercios necesaria, Obama requiere de los votos de por lo menos siete republicanos. Y los encargados de seguridad del bloque conservador amenazan ya con rechazar el documento si los mecanismos de verificación les parecen demasiado blandos.

Que este primer paso hacia un planeta libre de la amenaza nuclear podría resultar difícil lo anunció el propio Obama en su discurso en Praga: “No soy inocente. El objetivo de un mundo sin armas nucleares no se alcanzará tan rápidamente. Quizá ni siquiera mientras yo viva. Requiere paciencia y tenacidad.”

Autor: Andreas Zumach/ Mirra Banchón
Editora: Luna Bolívar Manaut

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