Sube a nueve número de muertos por terremoto en Filipinas
18 de diciembre de 2019
El Instituto de Vulcanología y Sismología de ese país registraba hasta este miércoles más de 700 réplicas, de las cuáles 70 fueron perceptibles.
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Nueve personas murieron y una está desaparecida tras el terremoto de magnitud 6,8 que sacudió el domingo la isla de Mindanao, en el sur de Filipinas, donde continúan las réplicas, incluida una este miércoles (18.12.2019) de magnitud 5,3.
Los heridos por el fuerte terremoto suman 111, según el último recuento publicado hoy por el Consejo Nacional de Emergencias y Reducción de Riesgo de Desastres (NDRRMC, en inglés).
El epicentro del seísmo se localizó en la provincia de Davao del Sur, a unos 9 kilómetros de la localidad de Padada, donde el mercado municipal se derrumbó y causó tres muertos. Las autoridades descartaron que hubiera más víctimas entre los escombros, pese a que inicialmente se pensó que había otras seis personas atrapadas.
El resto de víctimas mortales se registraron en las localidades de Matanao, Magsaysay, Hagonoy y Malita, en la provincia de Davao del Sur; mientras que el desaparecido es de la provincia de Sarangani.
Daños a infraestructura
Más de 9.700 personas están evacuadas tras la sacudida del domingo, que destruyó totalmente 74 viviendas y 125 de manera parcial, y provocó daños en 41 infraestructuras públicas, 128 escuelas y 19 centros de salud.
El Instituto Filipino de Vulcanología y Sismología (Phivolcs) ha registrado hasta el momento más de 700 réplicas, de las que 70 fueron perceptibles. Los temblores se han producido en la misma región que en octubre sufrió tres fuertes terremotos de magnitud superior a 6 y que causaron una treintena de muertos.
Filipinas se asienta sobre el llamado 'Anillo de Fuego del Pacífico', una zona que acumula alrededor del 90 % de la actividad sísmica y volcánica del mundo, y que es sacudida por unos 7.000 temblores al año, la mayoría moderados.
mg (efe, Philstar Global)
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Filipinas: así es la vida entre los muertos
El espacio habitable es escaso y caro en Manila. Unas 6.000 personas han hecho del cementerio “Norte”, en la capital de Filipinas, su hogar. Pero todos sueñan con una vida fuera de esos muros.
Imagen: Claudio Sieber
Último refugio para los pobres
Las tumbas y los mausoleos han estado habitados desde la década de 1950. Sus ingresos suelen ser insuficientes para el alquiler. Es por eso hay gente que vive en las tumbas familiares: no hay que pagar por ello. Algunos residentes viven en tumbas ajenas, pero se encargan, a cambio, de cuidarlas.
Imagen: Claudio Sieber
Tres generaciones
Muchos habitantes nacieron aquí, en el cementerio. Hay familias que llevan ya tres generaciones viviendo entre estos muertos.
Imagen: Claudio Sieber
Difícil día a día
La vida es dura. No hay agua corriente. Quien quiere asearse o lavar su ropa tiene que acudir a la comunidad vecina y comprar el agua con algo de dinero.
Imagen: Claudio Sieber
Apretados
Apenas puede hablarse aquí de una esfera privada. Mucha gente vive en pocos metros cuadrados. La electricidad para ver televisión, encender ventiladores y disfrutar de videojuegos se toma, a veces de modo ilegal, de algún vecino que vive en una vivienda común.
Imagen: Claudio Sieber
Karaoke
Para celebrar un cumpleaños, los habitantes del cementerio "Norte"cantan en un karaoke. A pocos metros, la tristeza de una familia que entierra a un bebé.
Imagen: Claudio Sieber
Funerales y entierros
Cada día, varios muertos son enterrados en este cementerio. El recuerdo y la visita regular a los muertos juegan un papel importante en Filipinas.
Imagen: Claudio Sieber
Helados
El vendedor de helados Hobito no vive en el cementerio. Pero llega casi todos los días desde donde vive, a casi 3 kilómetros, para endulzarle el día a estos niños.
Imagen: Claudio Sieber
Varado
Edwin Orocoy solía trabajar como cocinero en Arabia Saudita. Tras su regreso a Filipinas, tuvo un accidente. Desde entonces, ya no puede trabajar. Vive en el cementerio desde 2005, a la espera de que Dios y su familia no lo olviden aquí.
Imagen: Claudio Sieber
Cena familiar
Esta noche hay pulpo "abodo", un plato tradicional filipino. Richard cocina para su familia de seis, que vive en una tumba. Durante el día, Richard conduce un yipnis, uno de los típicos minibuses usados como taxis colectivos en Filipinas. No sabe cuánto tiempo le durará el trabajo, pues los vienjos yipnis están siendo retirados de las calles.
Imagen: Claudio Sieber
Clases
La Fundación Metodista Kapatiran Kaunlaran imparte clases a algunos escolares del cementerio "Norte". Aprenden lectura y escritura, matemáticas y algo de inglés. La maestra tiene la esperanza de que así, al menos uno de cada diez de estos niños tenga mejores oportunidades.
Imagen: Claudio Sieber
Biblia
Hay lecciones bíblicas regulares para los habitantes del cementerio. La gente aquí es profundamente religiosa. Y todo el mundo espera dejar algún día estos muros.
Imagen: Claudio Sieber
Guardianes y sepultureros
Erwin Zapata, alias "Zasho" (dcha.), trabaja desde pequeño como guardián de tumbas de niños. Él y cinco colegas ayudan en los entierros y se ocupan de que no se pierda nada. También se encargan de pagar las tasas, que se deben pagar cada tres años, para que no se reasigne la tumba.
Imagen: Claudio Sieber
El sueño de un hogar
El joven Kambal Cabaña ha vivido en el cementerio durante once años y, como todos, anhela vivir fuera, en una vivienda normal. Cría palomas de carrera y espera llegar a ganar mucho dinero en una carrera algún día. Así, él y su familia podrían cumplir su sueño.