Sudán: apelación de mujer en DW TV genera debate y ataques
Lewis Sanders
23 de septiembre de 2018
El pedido de libertad y respeto de una mujer desató acalorado debate sobre desigualdad de género en Sudán. Para el presentador de DW "las reacciones positivas son más importantes que los ataques verbales".
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El programa en árabe de DW "Shabab Talk" está generando controversia en Sudán esta semana, después de que una mujer pronunciara un apasionado discurso en denuncia de la opresión contra las mujeres, mientras hablaba con un erudito islámico durante un programa titulado "¿Qué quieren las mujeres sudanesas?". La protagonista fue Weam Shawky , de 28 años, quien criticó las normas sociales relativas a las mujeres en el país del norte de África, especialmente el acoso generalizado contra las mujeres.
"Cuando camino por la calle y un hombre me trata como un objeto, no como a un ser humano, la persona que le da el derecho de hostigarme está enfermo, no la ropa que llevo puesta", dijo Shawky, dirigiéndose a Mohammed Osman Saleh, que conduce la Sudan Scholars Corporation.
"La ropa que llevo respeta mi humanidad y es parte de mi libertad de elección y no de la elección de la sociedad, con sus tradiciones enfermas y atrasadas", agregó la mujer.
El video del segmento se volvió viral, con más de 1 millón de visitas en las plataformas de medios sociales, incluidos Facebook, Twitter y YouTube. De hecho, disparó una discusión más amplia sobre la igualdad de género en Sudán.
Un debate acalorado
"Decidimos hablar sobre los derechos de las mujeres en Sudán porque muchas de ellas nos pidieron que abordaramos las diferencias diarias en el tratamiento y la discriminación que experimentan", dijo el presentador de DW, Jaafar Abdul-Karim. Y agregó: "Por ejemplo, los niños de 10 años pueden estar legalmente casados, y todavía hay niñas y mujeres que sufren mutilación genital porque no existe una ley que lo prohíba".
El programa "Shababtalk" - y especialmente las denuncias de Weam Shawky - tuvo gran popularidad en la red. El periodista yemení y presentador de radio Hind al-Eryani elogió el coraje de Shawky para enfrentarse al académico y dijo: "Gran saludo a las mujeres fuertes en Sudán". Otros dijeron que ella representa un símbolo de "valentía y tenacidad" y su argumento fue "súper convincente".
El debate en Internet conduce a amenazas
Sin embargo, otros no estuvieron tan satisfechos con los dichos de Shawky . Varios líderes religiosos en Sudán hablaron sobre el incidente durante sus sermones tradicionales del viernes, incluyendo el imán de Jartum y el predicador de televisión Abdulhay Yusuf. Otro predicador acusó al presentador de "Shabab Talk", Jaafar Abdul Karim, de visitar Sudán para "difundir el ateísmo".
Poco después de que el programa terminó, Saleh dio una conferencia de prensa para ridiculizar el diálogo televisivo, diciendo que representaba a los "enemigos de nuestra cultura".
Para Abdul-Karim, las reacciones positivas son mucho más importantes que los ataques verbales: "Los líderes religiosos usan el lenguaje del odio, pero es motivador ver que las nuevas generaciones están a favor de los derechos de las mujeres".
Sin embargo, los extremistas religiosos profieren amenazas abiertas contra el moderador de DW. La estación asociada de DW Sudania 24, que emitió el programa, sufre amenazas, por lo que ahora está bajo la protección de la policía sudanesa.
"Criminalización de mujeres"
Los grupos de derechos humanos han criticado a las autoridades sudanesas por lo que llaman la "criminalización de las mujeres" en el país.
"La ley sudanesa discrimina a las mujeres y las niñas de diversas maneras, incluso mediante la aplicación de sanciones de la ley Sharia por 'delitos morales', como adulterio o violaciones al código de vestimenta", planteó Human Rights Watch en su informe de 2018.
Redress, una organización con sede en Londres, emitió un informe el año pasado que establece que "la política pública se mantiene deliberadamente vaga para mantenerla abierta al control social por parte de las autoridades".
Lewis Sanders (dg/jov)
Día Mundial del Migrante: El campamento de refugiados Kakuma o "la nada"
Cada 18 de diciembre se recuerda a millones de migrantes. Kakuma, en Kenia, es uno de los campamentos más grandes del mundo, que acoge a desterrados por las guerras y el hambre desde hace 25 años. DW visitó dicho campo.
Imagen: DW/R. Klein
Cientos de miles de humanos en "la nada"
"Kakuma" quiere decir en kiswahili algo así como "la nada". Ubicado a unos 100 kilómetros de la frontera con Sudán del Sur está en medio de una zona seca y cálida. Aquí viven, más mal que bien, unas 180.000 personas en cabañas o casas de adobe. Sus residentes huyen de la guerra o el hambre en Sudán y Sudán del Sur, Somalia, Uganda y otros países vecinos.
Imagen: Johanniter/Fassio
No paran de llegar refugiados, todos los días
Kakuma fue construido para albergar a 125.000 personas, pero desde su apertura no han parado de llegar personas en busca de refugio. Cada mes se suman unas mil o dos mil personas. Teresa Akong Anthony, en la imagen, vino desde el sur de Sudán hace dos semanas. Ahora espera a la sombra de una choza que ella y sus tres hijos sean registrados como refugiados. La temperatura hoy es de 37 grados.
Imagen: DW/R. Klein
¿Nacionalidad? Refugiado
Kakuma está lleno de jóvenes: más del 60 por ciento de los habitantes tienen menos de 17 años de edad. Muchos han nacido o se han criado en el campo. Para ellos, la palabra "casa" es difícil de definir. A menudo, no tienen ninguna relación con su país de origen, pero tampoco son kenianos. Se trata de jóvenes nacidos como refugiados.
Imagen: DW/R. Klein
Madre malnutrida, bebé malnutrido
Kandida Nibigira huyó de la violencia en Burundi hace tres años. Aquí vive con sus ocho hijos en una choza de barro. La vida para toda la familia es un inmenso reto diario: temperaturas alrededor de los 40 grados, suelo muy seco y poca comida. "Comemos sólo una vez al día", dice esta mujer de 38 años de edad, que intenta dar pecho a su hijo, a pesar de su propia malnutrición.
Imagen: DW/R. Klein
No hay suficiente dinero para la comida
En este campo de refugiados operado por ACNUR se distribuyen alimentos unas dos veces al mes. Si los residentes muestran su tarjeta de racionamiento, reciben aceite, mijo, frijoles, maíz fortificado y jabón. Debido a que no hay suficiente dinero disponible, las raciones de diciembre se redujeron a la mitad. La comida debe ahora alcanzar para todo un mes.
Imagen: DW/R. Klein
El hambre desespera
Hacer colas para recibir las respectivas raciones demora hasta cinco horas. Los trabajadores son aislados por una malla de alambre para protegerlos de la violencia que puede surgir ante la desesperación de la escasez y el hambre.
Imagen: DW/R. Klein
Un campamento convertido en “ciudad”
Además de las tarjetas de racionamiento, los residentes del campo obtienen vales que pueden canjear en ciertas tiendas. En los últimos 25 años, Kakuma se ha convertido en una pequeña ciudad. En el mercado se compran y venden cosas de uso cotidiano: alimentos, herramientas, artículos eléctricos o tarjetas SIM.
Imagen: DW/R. Klein
Mucha gente, poco trabajo
Los refugiados en Kakuma sólo pueden trabajar con un permiso especial, pero hay poco trabajo. Algunos trabajan para organizaciones benéficas. Para aumentar sus posibilidades laborales, hay proyectos individuales de formación. Aquí, tanto los refugiados como la población local pueden formarse en carpintería, electricidad y costura.
Imagen: DW/R. Klein
Sin familia ni educación
"Quiero ser una enfermera," dice Kamuka Ismali Ali, quien huyó de la guerra en el sur de Sudán. "Todavía no sé si mi familia vive”. Kamuka, de 20 años de edad, asiste a una escuela en Kakuma y quiere graduarse. "Cuando la guerra termine, ansío poder volver a ver a mi familia y ayudarla".
Imagen: DW/R. Klein
Integración: auto-sustento y convivencia
Gracias a la ayuda internacional, los habitantes de este campo de refugiados pueden recibir la atención más urgente. Debido a que Kakuma crece todos días y los refugiados son separados de la población local, unas 60.000 personas serán reubicadas en otro nuevo campo, a unos 20 kilómetros de distancia. La idea es promover el auto-sustento de los refugiados y la convivencia con locales.
Imagen: DW/R. Klein
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