¿Tienen derecho los enfermos terminales a que se les ayude a morir? Alemania necesita un debate sincero sobre el suicidio asistido, y un claro pronunciamiento del Tribunal Constitucional, opina Astrid Prange de Oliveira.
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¡Por fin! Alemania debate sobre el suicidio asistido. Y está bien que lo haga. Porque la muerte es parte de la vida. Y también el cuidado de las personas que padecen una enfermedad terminal. ¿Qué es lo que está en discusión? Se trata del deseo de pacientes terminales de poner término por sí mismos a su vida, con un medicamento proporcionado para tal fin por un médico. El asunto central es si cada persona tiene derecho a decidir sobre su propia muerte y a recibir "ayuda profesional” para ello. Aclaremos: no se trata de una "eutanasia activa”, en la que médicos intervienen y dejan morir a enfermos a su arbitrio.
Desde 2015, el artículo 217 del código penal alemán sanciona el "apoyo sistemático del suicidio”. La ley apunta, entre otras cosas, a impedir el trabajo sistemático de asociaciones de eutanasia. La norma jurídica no solo sanciona la búsqueda de lucro sino también la práctica reiterada. Las personas que ofrecen repetidamente asistencia al suicidio cometen por lo tanto un delito. Pero ¿es eso compatible con los derechos individuales consagrados en la Constitución?
La muerte, un tabú
Dado que la formulación legal deja espacio a dudas en la práctica, varias personas –entre ellas familiares de pacientes, especialistas en medicina paliativa y partidarios de la eutanasia- pidieron una aclaración al Tribunal Constitucional. Una aclaración que hace mucha falta. Porque quien atiende a personas mortalmente enfermas necesita respaldo y seguridad jurídica.
¿Comete un delito el médico que, a pedido de su paciente, suspende el tratamiento? ¿O el taxista que lleva regularmente a personas que desean suicidarse a un lugar donde se les brinda asistencia en Suiza? ¿O un cuidador que accede al deseo de un paciente y le proporciona una dosis adicional de morfina?
El debate evidencia que Alemania tiene dificultades con el tema de la muerte. Es paradójico: cuanto más envejece la población, más difícil se vuelve el debate al respecto. En realidad, debería ocurrir justo lo contrario. Pero no: al término de la vida, una maraña de resguardos jurídicos dificulta una partida serena.
Esta situación es indigna y lamentable. Y demuestra cuán urgente es el debate y cuán imprescindible resulta un fallo del tribunal. Porque, junto al lecho de muerte, los familiares, médicos y cuidadores tienen que preocuparse de otras cosas que los asuntos legales.
Ayuda sin hipocresía
Alemania necesita reglas claras sobre suicidio asistido y no abogados especializados en "derecho de muerte”. Alemania necesita asistencia médica y atención para los enfermos terminales, y no debates filosóficos de autodesignados asistentes de suicidas o defensores de la vida. Alemania necesita menos hipocresía y más ayuda para pacientes que sufren al final de sus días.
Morir puede ser terrible. Nadie puede quitarnos el miedo a la muerte, pero sí el miedo a ser abandonados al morir.
No hay palabras suficientes para alabar lo que hacen asilos, especialistas en medicina paliativa y cuidadores por los enfermos terminales. Pero hay personas que no quieren ir por ese camino. El Tribunal Constitucional debe decidir ahora si el Estado puede seguir negándoles la asistencia al suicidio. Claro que es necesaria una precisión: si un enfermo teme convertirse en lastre para su familia, ese es un problema social que de seguro no se puede resolver con eutanasia.
Lo reconozco: espero de todo corazón no llegar nunca a tener la idea de querer recurrir a la muerte asistida. Para mí, la vida es dada por Dios y es sagrada. Pero no quisiera imponerle a nadie este punto de vista. Al término de la vida, lo importante no es la postura filosófica, sino una actitud humanitaria. Forzar a alguien a vivir, no ayuda en el lecho de muerte, aunque así lo dicte la ley.
(er/gg)
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Cementerios inusuales de Europa
La mayoría de las ciudades ofrecen recorridos por sus cementerios como parte de sus atracciones turísticas. Las tumbas de celebridades o los antiguos mausoleos cuentan historias conmovedoras de la vida y la muerte.
Imagen: picture-alliance/dpa/U. Zucchi
Para artistas: Necrópolis de Kassel
Un cementerio en medio del bosque al norte de Hesse, iniciado por los artistas de la feria Documenta que diseñan sus propias tumbas. Hasta el momento, se han creado nueve obras diferentes de arte funerario. El "Denk-Ort" de Ugo Dossi, por ejemplo, está hecho de placas de acero macizas. Los visitantes pueden transferir los dibujos de la instalación al papel o tela y llevárselos con ellos.
Imagen: picture-alliance/dpa/U. Zucchi
Para románticos: Père Lachaise, París
Hojas como juguetes del viento sobre caminos empedrados: el cementerio romántico en la zona noroeste de la capital francesa es más hermoso en otoño. Visitadas por muchos fanáticos de todo el mundo son las tumbas de artistas como Oscar Wilde, Eugène Delacroix, Sarah Bernhardt, María Callas, Edith Piaf, Frederic Chopin, Jim Morrison o el turco Ahmet Kaya: la lista es virtualmente interminable.
Imagen: Paris Tourist Office/Marc Verhille
Para peregrinos: Camposanto Teutónico
Este cementerio dedicado a personas de habla alemana y flamenca es como un oasis con palmeras, alcaparras y adelfas junto a la Basílica de San Pedro, en el Vaticano. Cada centímetro de suelo, así como las paredes del cementerio, está cubierto de lápidas. Entre ellas puede descubrir tumbas especialmente diseñadas con esculturas de ángeles o que representan escenas del Vía Crucis.
Imagen: picture-alliance/R. Braum
Para arquitectos: Cimitero Monumentale
Templos griegos, pirámides egipcias y obeliscos que se yerguen hasta 20 metros hacia el cielo: el Cimitero Monumentale, en Milán, hace honor a su nombre. Aquí es donde están enterrados los más ricos, algo que debe quedar claro. Es considerado como el más magnífico y espléndido de todos los cementerios en Italia. De 200.000 metros cuadrados, fue inaugurado hace siglo y medio, en 1866.
Imagen: picture-alliance/dpa/Themendienst
Para gente con humor: Kramsach, Austria
Los que visitan este museo-cementerio en el Tirol suelen buscar las crípticas inscripciones de la más abigarrada colección de antiguas cruces funerarias. Por poner un ejemplo: "Aquí yace Jakob Hosenknopf, que cayó a la eternidad desde la azotea de su casa". O "aquí Johanna Vogelsang ['canto de pájaro'], que cantó toda su vida, encontró la paz". Por cierto, nadie está en realidad enterrado aquí.
Imagen: picture-alliance/U. Gerig
Para quienes disfrutaron de la vida: Melaten, Colonia
Este cementerio, utilizado como sitio de ejecuciones en la Edad Media, cuenta hoy con unas 55.000 tumbas. Además del "paseo de los millonarios", con sus ostentosas tumbas de los ricos de Colonia, como la familia Farina, inventora del perfume "Agua de Colonia", se pueden también encontrar adorables esculturas, como este payaso en la tumba de alguien apasionado por el tradicional carnaval local.
Imagen: DW/ Maksim Nelioubin
Para historiadores: el cementerio judío, Hamburgo
Los científicos consideran que este cementerio es único debido a la gran cantidad de lápidas bien conservadas: de las casi 9.000, todavía siguen en pie 6.000. También es el cementerio más antiguo del norte de Europa, donde fueron enterrados los judíos de Sephardi y Ashkenazi. La UNESCO va a examinar este cementerio de 400 años de antigüedad el año que viene como posible Patrimonio de la Humanidad.
Imagen: picture-alliance/dpa/A. Heimken
Para un paseo: el cementerio de Ohlsdorf, Hamburgo
Con una superficie de 391 hectáreas, este es el cementerio rural más grande del mundo. Cerca de dos millones de personas descubren cada año sus impresionantes mausoleos, estanques, esculturas y museo funerario. Desde su inauguración en 1877, se han celebrado casi un millón y medio de funerales. Entre sus 235.000 tumbas se cuentan las del canciller Helmut Schmidt y del dramaturgo Wolfgang Borchert.
Imagen: picture-alliance/BREUEL-BILD
Para los amantes de la música: el Cementerio Central de Viena
Aquí se reúnen todos los famosos de Austria, entre ellos la "crème de la crème" de la música y la composición, con permiso de Mozart. Beethoven, Brahms, Strauss y Schubert, Arnold Schönberg y, más recientemente, Falco y Udo Jürgens fueron enterrados aquí. El cementerio, que fue inaugurado en 1874, tiene una red de caminos entre las 330.000 tumbas que cubren un total de 450 kilómetros.
Imagen: Elizabeth Subercaseaux
Para los fanáticos de Mozart: el cementerio de San Marx, Viena
Y aquí es donde podría estar enterrado Mozart, en la tumba de un pobre. 17 años después de su muerte, el 5 de diciembre de 1791, intentó su esposa, Constanze, localizar su tumba por primera vez. Como no estaba marcada, tuvo que confiar en los vagos e imprecisos recuerdos de los trabajadores del cementerio. Por lo tanto, es imposible decir exactamente dónde fue enterrado Mozart.
Para clase de literatura: Cementerio Histórico de Weimar
Este cementerio, abierto en 1818, alberga la capilla de los duques de Sajonia-Weimar-Eisenach, que comparten su cámara funeraria con los dos poetas más famosos de Alemania, Johann Wolfgang von Goethe y Friedrich Schiller, aunque el ataúd de este último no contiene realmente sus restos. El cementerio forma parte del Weimar histórico, Patrimonio de la Humanidad, e incluye una capilla ortodoxa rusa.