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Túnez: los desafíos de la democracia

Sarah Mersch/ Cristina Papaleo14 de enero de 2013

Durante más de veinte años, el dictador EL Abidine Ben Ali gobernó Túnez hasta que huyó del país, en 2011. A dos años de la revolución, la crisis económica golpea a Túnez, y los cambios democráticos se hacen esperar.

Imagen: DW/S.Mersch

El camino hacia la democracia es más difícil de lo que podían imaginarse los tunecinos tras la huida del déspota Ben Ali, el 14 de enero de 2011. Los ciudadanos de Túnez salieron entonces a la calle para luchar por una mayor libertad y un mayor desarrollo en su país, pero, a dos años de esos acontecimientos, los problemas siguen siendo graves. “Hay muchas dificultades, tanto en lo social como en lo político, y solo se podrá progresar si la oposición y el gobierno trabajan codo a codo”, opina Mohamed, un estudiante.

Pero el Gobierno de Túnez aún no ha logrado poner coto a la debacle económica. La economía sigue sufriendo las consecuencias de la revolución, por ejemplo, en el sector turístico, y los inversores extranjeros son más cautelosos, ya que una y otra vez se organizan protestas y huelgas que paralizan la producción. Según estadísticas oficiales, el desempleo llega al 17 por ciento, es decir, a una cifra más alta que antes de que comenzaran las revueltas que derrocaron al régimen de Ben Ali. En varias regiones, en especial en el interior del país, casi la mita de la población está desocupada, y cerca del 40 por ciento de los egresados universitarios siguen sin encontrar trabajo.

La crisis se siente en los bolsillos

Los tunecinos constatan día a día que su poder adquisitivo disminuye y que los precios siguen su curso ascendente. La inflación llega a cerca de un 6 por ciento; hace meses que no se puede comprar productos básicos como la leche, y las papas y la carne son tan caras que ya son un lujo para muchos.

El partido RCD ya no existe, pero el cambio democrático marcha con lentitud en Túnez.Imagen: DW/S.Mersch

La situación es crítica y la gente sigue saliendo a la calle para protestar, como, por ejemplo Hayat Jazar, abogada, que se queja de que en Túnez ya nada funciona: “Nada es como debería ser. No hay justicia, ni trabajo, y todavía no se cumplió en lo más mínimo con los reclamos de la gente, exceptuando la libertad de expresión”. Sin embargo, el gobierno del partido islamista moderado Ennahdha hace todo lo posible por acallar esos reclamos, por ejemplo, enjuiciando a periodistas y blogueros críticos del sistema. “Si seguimos así, pronto viviremos en un régimen igual al de Ben Ali”, dice Hayat Jazar.

Inmediatamente después de la revolución, los manifestantes exigieron una nueva Constitución para terminar de una vez por todas con las antiguas estructuras dictatoriales. En octubre de 2011, los tunecinos votaron en sus primeras elecciones libres a los miembros de una Asamblea Constituyente a la que encomendaron la tarea de elaborar un nuevo marco jurídico para el país. En realidad, se esperaba que lo hicieran en el lapso de un año, pero los diputados parecen necesitar más tiempo que el pactado.

Los tunecinos no pierden las esperanzas de un futuro mejor

Mohamed, que sigue con mucho interés la labor de los representantes del pueblo, admite que se siente bastante decepcionado: “Los diputados se pelean por cosas sin importancia, cosas que no conciernen al pueblo tunecino, sino que son aspectos de las internas partidarias. Cuando esté lista la Constitución, dentro dos o tres años, y se llame nuevamente a elecciones, estoy casi seguro de que todo va a mejorar”, espera el estudiante.

Tampoco Hayat Jazar ha perdido las esperanzas de que Túnez transite con éxito por el camino de la democracia, a pesar de los numerosos desvíos. En tanto los ciudadanos sigan manifestando su opinión, no todo está perdido. “La revolución es como una masa de levadura: hay que ser paciente y esperar a que tome forma”, dice. Y asegura que confía en su gente, que sabrá aprovechar la libertad recientemente conquistada para impulsar el avance de la democracia.

Autora: Sarah Mersch/ Cristina Papaleo

Editora: Emilia Rojas-Sasse

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