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Tecnología contra el robo de obras de arte

Pablo Kummetz24 de febrero de 2006

Con arte robado se hacen anualmente negocios ilegales por unos 5 mil millones de dólares, estiman los expertos. Prevenir que las obras no caigan en manos de los cacos es imprescindible.

"Muchacha", de Max Pechstein, robado en Berlín el 20 de abril de 2002.Imagen: AP

El posible aporte de la ciencia y la técnica a la solución de ese enorme problema estuvo en el foco del simposio "Hot Art, Cold Cash", en el marco de la Feria de Museos, Conservación y Herencia Cultural "Exponatec", que acaba de tener lugar en Colonia, Alemania.

"Naturaleza muerta romana", de Erich Heckel, robado del museo "Brücke".Imagen: AP

En la feria se presentaron sobre todo tres técnicas que dan dolores de cabeza a los ladrones.

Técnica número uno: vitrinas a prueba de todo. Las vitrinas de exposición de las joyas de la Corona Británica que se exponen en el Tower de Londres, por ejemplo, están construidas para resistir enormes fuerzas y presiones. Para ponerlas a prueba, la Casa Real llamó a los militares.

Con bombas contra vitrinas

Las fuerzas armadas hicieron detonar bombas, para determinar cuánta fuerza destructiva podían soportar las vitrinas. La condición era que las vitrinas pudieran soportar la explosión de un bomba no mucho mayor que una cajetilla de cigarrillos.

Los científicos sacan cuadros de las paredes de los museos para restaurarlos, analizarlos o efectuar con ellos trabajos científicos. Para robar un cuadro nada más sencillo entonces que vestirse con una túnica blanca y decir que se va a restaurar a una obra.

La gran mayoría de los vigilantes en los templos del arte nada tendrá que objetar. Ya ha sucedido numerosas veces. Ello podría ser evitado con la técnica moderna y no tiene por qué costar mucho.

Con RFID contra los ladrones

Técnica número dos: la vigilancia activa de las obras. En forma similar al "Global Positioning System" (GPS), utilizado en los automóviles para hallar una calle buscada, en los techos de los museos se colocan "satélites". Esos "satélites" mantienen a las obras de arte permanente vigiladas.

Cuando una obra es movida o sacudida, ello es inmediatamente registrado en una central. En ésta, un empleado informa del hecho al personal de seguridad que se halle más cerca, que tiene un computador de bolsillo, donde ve un corte de la planta del museo, con la ubicación exacta de la obra en cuestión.

La obra de arte revela su presencia con una etiqueta RFID (Radio Frequency Identification), que emite ondas de radio. Algo similar se usa ya para proteger CD en las tiendas. Los ladrones intentan dejan fuera de combate al sistema envolviendo al CD con una lámina de papel de aluminio, es decir, aislarlo electromagnéticamente.

Al sistema utilizado en los museos ello no le hace nada. En el CD se pega un sistema pasivo, que no emite señales. En los sistemas activos de RFID utilizados en los museos, las etiquetas dotadas de un chip emiten ondas intermitentemente, cada 20 segundos o, si quiere hasta cada segundo. Cuando se las cubre con papel de aluminio, se desata una alarma, porque el receptor deja de recibir las señales. O bien se trata entonces de un efecto o de un intento de robo.

Con bancos de datos contra los traficantes

No obstante, también es posible que los cacos se lleven las obras a punta de pistola o sean más rápidos que sus perseguidores en caso de ser descubiertos in fraganti. ¿Qué se puede hacer entonces?

Técnica número tres: en los últimos años se han creado varios bancos de datos con informaciones sobre obras robadas. El mayor es el Art Loss Register, con central en Londres y una filial Colonia, Alemania. En él se hallan almacenados los datos de 170.000 obras de arte registradas como perdidas.

Casas de remates, museos, galerías y compañías aseguradoras hacen verificar regularmente en el Art Loss Register si obras de artes son auténticas y si no fueron robadas. Pero también marchantes y compradores de arte pueden acceder allí a informaciones sobre los objetos de sus deseos.

Un propietario feliz: 60 millones recuperados

El Art Loss Register coopera estrechamente con la Policía. A veces, trabajar para el ALR supone hacer las veces de detective. Un espectacular éxito del ALR fue la localización del cuadro "Bouilloire et fruits", que pertenecía al coleccionista norteamericano Harry Bakwin y había sido robado en 1978 en Massachussets.

El bodegón de frutas fue pintado por Cézanne entre 1888 y 1890 y está considerado como uno de los cuadros que dieron pie al cubismo.

Bakwin no registró el cuadro en el ALR sino veinte años después del robo, en 1998. Sólo medio año más tarde, el ALR halló la obra en manos de un marchante suizo. En 1999, el cuadro fue vendido por su legítimo propietario en Sotheby's por 60 millones de dólares.

El banco es alimentado con datos provenientes de muchas fuentes: los marchantes de arte, las compañías aseguradoras y la Policía. Los coleccionistas y los museos registran los robos ante la Policía, que a su vez envía los datos a ALR. En el ínterin, el 24 % de los robos de arte pueden ser aclarados.

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