Tecnologías para combatir la escasez de agua potable
Harald Franzen
31 de marzo de 2020
El agua potable escasea en muchas partes del mundo. Más de dos mil millones de personas no tienen acceso a este esencial recurso y el cambio climático está empeorando la situación. Estas innovaciones podrían ayudar.
Imagen: University of Sussex/Leilah Clarke
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Agua potable sin electricidad
En muchas partes del mundo el problema no es la escasez de agua, sino que el agua disponible está contaminada. Esto no es sorprendente, considerando que el 80 por ciento de las aguas residuales de países en desarrollo y emergentes no son tratadas. Aquí es donde entran en juego dispositivos como el SunSpring Hybrid. El brillante cilindro alberga un sistema de filtración que puede convertir diariamente más de 20.000 litros de agua sucia en agua potable. Tal vez lo más importante sea su rápida instalación en cualquier lugar, siempre que haya una fuente de agua como un río o un pozo cercano. Gracias a los paneles solares incorporados y a una turbina de viento opcional, el sistema no necesita fuente de alimentación. Además, funciona durante diez años sin mantenimiento, lo que lo hace ideal para regiones remotas sin conexión a la red eléctrica, o lugares que han sido afectados por fenómenos climáticos extremos u otros desastres naturales.
Imagen: Innovative Water Technologies
Bebiendo niebla
También hay lugares donde incluso escasea el agua sucia, como en el desierto de Atacama, en el norte de Chile, o en partes de la cordillera del Atlas en Marruecos. Sin embargo, esos lugares tienen en común una gran cantidad de niebla. Desafortunadamente no se puede beber la niebla, ¿o sí? Los recolectores de bruma hacen posible lo aparentemente imposible. A medida que la neblina atraviesa las densas redes verticales, diminutas gotas de agua quedan atrapadas entre las fibras y lentamente gotean por la malla hacia un depósito de recolección. La idea no es nueva, pero varios investigadores están trabajando para que los recolectores de niebla sean más eficientes y duraderos.
Imagen: M. Gundlach
No tire de la cisterna
No solo se trata de conseguir agua limpia. También es importante usarla con moderación. Un lugar donde desperdiciamos mucha agua es el baño. Una sola descarga de un inodoro tradicional en EE. UU. puede consumir hasta 26 litros del preciado recurso. Al mismo tiempo, un tercio de la población mundial sigue sin tener acceso a un retrete, lo que supone una enorme carga para el medio ambiente y plantea graves riesgos para la salud pública. Entonces, ¿cómo podemos proporcionar inodoros a quienes no los tienen y evitar usar tanta agua al tirar de la cisterna? El inodoro de nano membrana podría ser la solución. El retrete de alta tecnología no utiliza agua ni energía externa. Por el contrario, convierte el excremento en agua limpia (aunque no potable) y ceniza, utilizando la "biomasa” como fuente de energía en el proceso. Por muy futurista que pueda sonar, no es una quimera. El diseño de los investigadores de la Universidad de Cranfield, que ha ganado el concurso "Reinventando el Inodoro” de la Fundación Bill y Melinda Gates, ya se están probando prototipos en condiciones reales.
Imagen: Cranfield University
Invernaderos flotantes
Alrededor del 97,2 por ciento del agua de nuestro planeta es salada, y por ende inadecuada para el cultivo de alimentos. Leilah Clarke, una estudiante de diseño de la Universidad de Sussex, quiso cambiar esta realidad y ha diseñado una especie de boya flotante como invernadero, que genera su propia agua dulce. La idea es bastante simple: las boyas flotan en el mar y el agua de mar se evapora bajo ellas. La humedad se eleva por la campana de vidrio y, cuando golpea el cristal, el agua se condensa, corre por las paredes de la campana y riega las plantas que crecen en su interior. Todavía es un prototipo, pero invernaderos flotantes como este, frente a las costas de zonas desérticas, podrían proporcionar alimentos sin agotar la escasez de aguas subterráneas.
Imagen: University of Sussex/Leilah Clarke
(ar/few)
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El océano, nuestra fuente de vida
Los océanos cubren la mayor parte de la superficie del planeta y ayudan a regular el clima. Estas masas de agua ya están sufriendo los efectos del cambio climático, pero siguen siendo un misterio para los científicos.
Nuestro planeta azul
Los océanos cubren hasta el 71% de la superficie de la Tierra y el 90% de la biosfera. Son una parte integral de la vida y proporcionan entre el 50 y el 80% del oxígeno del planeta, siendo algo fundamental para el ciclo del carbono. El origen de los océanos es un misterio, pero se cree que se formaron hace 4.4oo millones de años, desempeñando un papel catalizador para el surgimiento de la vida.
Imagen: NASA
Los misterios de las profundidades
A pesar de su gran tamaño, sabemos muy poco sobre los océanos. De hecho, más del 80% del reino submarino aún no ha sido mapeado o explorado. Los científicos están trabajando para desvelar sus misterios, lo que ayudaría a comprender de mejor manera el cambio ambiental y cómo gestionar los recursos oceánicos.
Imagen: Colourbox/S. Dmytro
El regulador del clima
Los océanos juegan un papel muy importante en cuanto a la regulación del clima, ya que absorben las radiaciones solares, distribuyen el calor, e influyen en los patrones climáticos. Pero el cambio climático está alterando este balance, afectando la capacidad de los océanos para realizar sus tareas claves, como el almacenamiento de carbono y la generación de oxígeno.
Lleno de vida
El océano es el hogar de al menos 230.000 especies conocidas. Los arrecifes de coral, en el fondo del mar, son un refugio para invertebrados como los cangrejos, las estrellas de mar y los moluscos, y así como los coloridos peces de arrecife. La vida vegetal florece a poca profundidad, mientras que criaturas más grandes, como los tiburones, las ballenas y los delfines nadan en aguas profundas.
Imagen: picture-alliance/blickwinkel
Criaturas raras y maravillosas
Como era de esperar, los científicos creen que hasta dos tercios de todas las especies oceánicas no han sido descubiertas. Pero, todos los años los investigadores descubren nuevas especies, muchas de ellas son muy diferentes a las ya encontradas, como el gusano calamar (foto) que fue hallado en el mar de Célebes en 2007.
Imagen: Laurence Madin, WHOI
Una advertencia
El océano está bajo presión. Uno de los ejemplos más notables es el blanqueamiento de los corales en el mundo. Debido al aumento de las temperaturas y a la contaminación, los corales se estresan y expulsan una especie de algas que les permiten crecer y reproducirse. Algunos corales se pueden salvar, pero cuando esta situación se prolonga aumentan las posibilidades de un desenlace mortal.
Imagen: XL Catlin Seaview Survey
Sin un refugio
Las especies marinas también están sufriendo las consecuencias. Las investigaciones recientes muestran que las poblaciones locales de peces, moluscos y cangrejos están desapareciendo a una velocidad dos veces mayor que las especies terrestres. Las altas temperaturas son las responsables, ya que es difícil encontrar un refugio y la mayoría de las especies no logran adaptarse.
El gran deshielo
El calentamiento está causando el deshielo de los glaciares y del hielo en la criósfera , partes de la superficie de la Tierra en donde el agua se encuentra en estado sólido, incluyendo hielo y nieve. Este proceso está contribuyendo al aumento del nivel del mal global y podría provocar el incremento de acidificación de los océanos, debido al metano liberado del permafrost en el océano Ártico.
Imagen: Getty Images/M. Tama
Una gran conexión
Los humanos están indisolublemente unidos al océano. Durante miles de años las comunidades han habitado a lo largo de la costa, para conseguir alimentos y medios de subsistencia. Hoy en día, más de mil millones de personas viven en las regiones costeras, que probablemente se verán afectadas por el aumento del nivel del mar.
Imagen: imago
La naturaleza desaparece
Pero esta conexión ha costado caro. Sólo el 13% de los océanos del mundo están completamente libres de las actividades humanas como la pesca, y casi no quedan especies naturales a lo largo de las zonas costeras. Incluso los confines más lejanos del océano Ártico no están intactos, por los avances tecnológicos. Proteger la vida silvestre será un reto para las generaciones futuras.