Con cifras bajísimas de adhesión, el presidente de Brasil ha recibido críticas de todos los sectores. Sin embargo, nadie parece reunir las condiciones para ocupar su puesto.
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De personalidad discreta, Michel Temer construyó su larga carrera política tras bambalinas antes de ser nombrado presidente de la República como reemplazante temporal de Dilma Rousseff. Considerado un negociador hábil, en la colección de adjetivos utilizados para definirlo se repiten palabras como conciliador y formal. Sus adversarios, en cambio, lo acusan de ser un profesional de las intrigas. Un senador una vez lo definió como un “mayordomo de película de terror”.
Poco conocido por los brasileños antes de la crisis que terminó por derrumbar al gobierno de Rousseff, Temer también fue comparado con una esfinge, por su capacidad para permanecer enigmático, impenetrable. La carrera de este hombre de 75 años es un ejemplo de la política de bastidores. Nunca ocupó un cargo de renombre, como prefecto o senador. Fue diputado por seis mandatos y llegó a ser presidente de la Cámara entre 1997 y 2001 y entre 2009 y 2010. Su poder reside, en especial, en su capacidad de lidiar con las diferentes almas de su partido.
En los últimos 15 años, Temer ocupó la presidencia del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), el mayor partido de Brasil que, a pesar de no disputar una elección presidencial hace 20 años, ha formado parte de todos los gobiernos desde el retorno de la democracia, en 1985.
Pocos votos, cabello ordenado
Hijo de una pareja de libaneses que llegó a Brasil en los años 20 del siglo pasado, Temer nació en la pequeña ciudad de Tietê, en el interior de Sao Paulo. Es el menor de ocho hermanos. Con formación en el área jurídica, fue profesor de Derecho Constitucional. Está casado con una exmodelo que es 43 años más joven, con quien tiene un hijo de seis años. Temer entró a la vida pública a comienzos de los 80, cuando ingresó al PMDB. Su primer cargo fue como jefe de la Procuraduría General de Sao Paulo. Luego fue secretario de Seguridad Pública en el mismo Estado y en 1986 fue candidato a diputado.
En 1992 volvió a ocupar el cargo de secretario de Seguridad, que entonces pasaba por una crisis por la masacre de Carandiru, episodio en el que 111 detenidos murieron a manos de la policía en el principal penal del Estado. El legado de Temer es controvertido. Si bien consiguió modernizar las fuerzas policiales, también el Estado comenzó a experimentar una explosión en el número de homicidios que se extendería por toda la década de los 90. A partir de 1995 se instaló en Brasilia, donde ocupó sucesivos mandatos como diputado federal. Llegó a asumir la presidencia de la Cámara y, en 2001, la jefatura del PMDB.
A pesar de contar con una carrera siempre ascendente, nunca tuvo buenas votaciones. En las dos primeras ocasiones en que fue elegido, asumió como suplente antes de tomar el mandato. En 2006 recibió 99 mil votos y solo llegó a la Cámara gracias a la suma de sufragios obtenidos por su coalición. Sus aliados más próximos admiten que carece de carisma y tiene dificultades debido a su excesiva formalidad, que se refleja también en su ropa y cabello, siempre impecablemente peinado. Sus carencias ante las masas las compensa con un buen verbo ante audiencias más pequeñas.
Pese a sus buenas relaciones dentro del PMDB, Temer ha cultivado desafectos, como es el caso de Renan Calheiros, expresidente del Senado y su principal rival dentro del partido. Y también tiene a su haber una cuota de escándalos. Fue citado por dos delatores de la Operación Lava Jato, que lo acusaron de ser uno de los beneficiarios de la trama. En 2009, su nombre apareció 21 veces en una planilla del contratista Camargo Corrêa incautada por la Policía. Ninguna de estas investigaciones tuvo consecuencias.
Problemas con Rousseff
Al mando de su partido, Temer tuvo que lidiar con los distintos feudos dentro del movimiento. Pese a ello, llevó a esos grupos a una aproximación con el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva en 2003, dejando atrás la alianza con el Partido Social Demócrata de Brasil (PSDB) durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso. El gesto iniciaría una asociación que duró todo el mandato del Partido de los Trabajadores (PT).
En 2010, la alianza se vio reforzada cuando Lula escogió a Dilma Rousseff como su sucesora. Ni Lula ni Dilma deseaban que Temer ocupase el cargo de vicepresidente, pero la presión del PMDB fue más fuerte. En contraste con quienes ocuparon el cargo antes que él, Temer fue desde el comienzo un vicepresidente poderoso, por sumar a su nuevo puesto la presidencia de su partido.
A diferencia de los años de Lula, la alianza comenzó a sufrir durante el Gobierno de Rousseff. Varios sectores del PMDB comenzaron a quejarse de que la mandataria no compartía el poder con su socio de coalición. También se dijo que el vicepresidente comenzó a ser aislado por Dilma y otros miembros del PT, que daban preferencia a partidos menores, minando la posición del PMDB. Temer aseguró que podrían haber sido grandes aliados con el PT, pero que Rousseff eligió tratarlo como un “enemigo”.
En diciembre de 2015, el vicepresidente finalmente reveló lo que pensaba sobre la relación cuando rompió públicamente con la mandataria a través de una carta, en la que acusó a la entonces presidenta de tratarlo como un elemento “decorativo”. Muchos reaccionaron con sorpresa al ver al siempre discreto Temer adoptar una posición tan dura, pero los especialistas sostienen que solo siguió una tendencia que ya se había formado entre los miembros del PMDB. A partir de ahí, Temer pasó a formar parte de los rebeldes y articuló, en marzo, la salida del PMDB del Gobierno, poniendo fin a una alianza de 13 años.
Altos y bajos en la trayectoria política de Dilma Rousseff
Antes de llegar a la presidencia de Brasil, Dilma Rousseff luchó contra la dictadura y un cáncer, y fue ministra de Lula. La crisis económico-política y un juicio de destitución se convirtieron en su mayor adversario.
Imagen: Roberto Stuckert Filho
Un agitada vida política
Un vistazo a la vida política de Dilma Rousseff, que comenzó ssiendo muy joven. A fines de los años 60 integró organizaciones que combatían la dictadura, hasta ser tomada presa, en enero de 1970, y torturada durante más de 20 días. Cuando salió de prisión, dejó la lucha armada y se mudó a Río Grande do Sul, donde estudió Economía y ayudó a fundar el Partido Democrático de los Trabajadores (PDT).
Imagen: AP/Arquivo Público do Estado de São Paulo
Junto a Lula
Dilma se afilió al Partido de los Trabajadores (PT) en 2001, cuando era secretaria de Minas y Energía de Rio Grande do Sul. Con la elección de Luiz Inacio "Lula" da Silva, en 2002, fue nombrada ministra de Minas y Energía. En 2005, asumió la jefatura de la Casa Civil. Ese cambio marcó el inicio de una reforma ministerial en medio de una crisis política.
Imagen: Ricardo Stuckert/PR
Ministra "de línea dura"
Cuando era ministra y jefa de la Casa Civil, Dilma anunció la creación de un Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC), en 2007, que no se desarrolló como se esperaba, y asumió la dirección de iniciativas como el programa “Mi casa, mi vida”. En 2009 presentó un marco regulatorio que define las reglas de la explotación de las reservas de petróleo del presal.
Imagen: A. Nascimento/ABr
Su lucha contra el cáncer
En abril de 2009 se le diagnosticó cáncer linfático. Tras una cirugía y meses de radioterapia, Dilma anunció en septiembre de ese año que estaba curada. Ya era precandidata del PT para suceder a Lula. “Si uno se desarma ante esta dolencia, ella vence. Pero si uno no lo hace, percibe que la vida no acabó, y que incluso puede estar mejor que antes”, dijo a DW sobre su enfermedad.
Imagen: AP
Llegada a la presidencia
En octubre de 2010, Dilma dejó de ser una actriz secundaria en el escenario político para ser la sucesora de la política del expresidente Lula. Ganó en segunda vuelta contra José Serra y pasó a ser la primera presidenta de la historia brasilera. Asumió el cargo el 1º de enero de 2011.
Imagen: AFP/Getty Images/Evaristo Sa
Primer discurso en la ONU
“Por primera vez en la historia de las Naciones Unidas, una voz femenina inaugura el debate. Es la voz de la democracia y la igualdad amplificándose en esta tribuna”, dijo Dilma en la apertura de la 66ª Asamblea General de la ONU, en septiembre de 2011. Allí resaltó el papel de la mujer en la sociedad y en la política, lamentó la ausencia palestina y defendió la reforma del Consejo de Seguridad.
Imagen: picture-alliance/dpa
Dimisión de ministros
De los 39 ministros que integraban el equipo de la presidenta electa, ocho dejaron sus cargos en los primeros 14 meses de mandato tras escándalos. Siete de ellos venían del gobierno de Lula. De los ocho que dimitieron, solo Nelson Jobim, entonces ministro de Defensa, no estaba envuelto en denuncias de corrupción.
Imagen: AP
Inclusión social
Durante su primer mandato, Dilma dio continuidad a programas sociales del gobierno de Lula como la Bolsa Familia y Mi casa, Mi vida, y subastó el Campo de Libra, en el presal, destinando recursos a la educación y a la salud. También se crearon nuevos programas, como Pronatec y Más Médicos, este último, objeto de duras críticas por las entidades médicas, que realizaron protestas y huelgas.
Imagen: picture alliance/AE
Corrupción en Petrobras
En marzo de 2014, la Policía Federal de Brasil puso en marcha la Operación Lava Jato para investigar un megalavado de dinero que envuelve a Petrobras, a grandes empresas del país y a decenas de políticos. El escándalo en la petrolera estatal sirvió de combustible a la oposición durante la campaña electoral en ese año.
Imagen: AFP/Getty Images/K. Betancur
Elecciones disputadas
Dilma fue reelecta el 26 de octubre de 2014 con 54,5 millones de votos, en segunda vuelta, en una de las elecciones más disputadas de la historia de Brasil, con una diferencia de apenas 3,5 millones de votos para el segundo, Aécio Neves (PSDB). La campaña estuvo marcada por ataques verbales, escándalos y la muerte de uno de los candidatos, Eduardo Campos (PSB), sustituido por Marina Silva.
Imagen: picture-alliance/dpa/Sebastião Moreira
Crisis económica
Con una victoria apretada, Dilma enfrentó la paralización del crecimiento económico. En su primer mandato, el PIB creció menos de lo esperado, pero para los próximos dos años, la proyección fue aún peor: de retracción. La inflación, que viene creciendo desde 2012, superaría el techo prefijado en 2015, lo que no ocurría desde 2003.
Imagen: E. Sa/AFP/Getty Images
Protestas y reprobación
Las manifestaciones de junio de 2013 apenas afectaron a Dilma. En 2015, por otro lado, centenas de miles de personas salieron a la calle en Brasil para protestar específicamente contra el gobierno de la presidenta y los escándalos de corrupción. La gestión de Dilma Rousseff, que llegó a ser aprobada por el 73% de los brasileros en 2011, vio caer esa cifra a un 8% cuatro años más tarde.
Imagen: Getty Images/AFP/E. Sa
Déficit de presupuesto
En agosto de 2015, enfrentándose con el Congreso, el gobierno presentó una propuesta de presupuesto para 2016 con una previsión de déficit de 30,5 billones de reales, algo inédito. La decisión llevó a que la agencia de clasificación de riesgo Standard & Poor’s rebajara la nota de Brasil. Luego, el gobierno anunció un ajuste fiscal que aún trata de negociar con el Congreso.
Imagen: picture-alliance/epa/F. Bizerra jr.
"Maniobras" fiscales
A comienzos de octubre, el Tribunal de Cuentas de la Unión Brasilera recomendó rechazar las cuentas de 2014. La decisión es usada por la oposición para fundamentar un pedido de proceso de destitución para Rouseff. Dilma anunció el corte de ocho ministerios, la extinción de 30 secretarías en todas las carteras y la reducción de un 10% del salario para los ministros y para sí misma.
Imagen: Reuters/U.Marcelino
Cunha, pieza clave del juego político
El presidente de la Cámara de diputados, Eduardo Cunha, rompió con el gobierno cuando fue investigado por el escándalo de Petrobras. En vez de perder fuerza por las denuncias de corrupción, se mantiene firme en el poder y su actuación es decisiva para abrir un proceso de destitución contra Dilma, lo que desea la oposición.