La tensión entre los países de los Balcanes es más alta que nunca. En la región se habla de nuevo de cambiar fronteras y la retórica de guerra resuena. La falta de perspectiva europea aviva un nacionalismo que resurge.
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Por muchos años, en Europa se había asumido que los fantasmas del nacionalismo destructivo de la región de los Balcanes habían quedado en el pasado. Ahora se está observando un resurgimiento de estos sentimientos entre los países que aspiraban a la integración europea. En las últimas semanas, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, recibió quejas por parte de dos miembros. Albania y Croacia expusieron en una carta que la política de Serbia podría afectar la seguridad de la región, específicamente la seguridad de Kosovo. Esto, luego de que un tren serbio intentara viajara al norte de Kosovo con un letrero que decía "Kosovo es Serbia”
Tensiones insuperables
El fervor nacionalista siempre ha estado presente en la región, pero como indica la politóloga Nenad Zakošek, "el fuego nacionalista siempre fue apaciguado por los fuertes vínculos con el exterior”. En la actualidad, esto se refería a la posibilidad de ingresar a la Unión Europea (UE), y a la expectativa de que eso generara progreso en la región. Zakošek señala que el aplazamiento del ingreso de estos países a la UE "ha provocado una dinámica negativa”, por ejemplo en Macedonia, donde "el país ha experimentado una regresión a causa de ello”.
Aunque la UE era un símbolo de esperanza para los países de los Balcanes, Bruselas siempre ha comunicado su desacuerdo con las fallas en el desarrollo democrático de esos países. Los expertos indican que estas fallas, así como los problemas económicos, provienen justamente de las persistentes tensiones nacionalistas..
Se rompe el tabú
Bruselas no ha dado por muertas las negociaciones de integración a la UE, pero queda claro actualmente que no habrá nuevos miembros en el futuro previsible. La politóloga Zakošek insiste en que mientras más lejano se vea un futuro en Europa, más se intensificarán losbrotes nacionalistas. "Ya se están viendo cuestionadas las fronteras, en especial en Serbia, por muchos que no quedaron satisfechos con el resultado de la guerra. Esta posición también se ha tomado en Albania, con su frontera con Macedonia”, indicó. Se ha visto el mismo patrón en Bosnia, elevando el número de países con fronteras en riesgo de conflicto a tres.
Stefan Lehne, de la Fundación "Carnegie Europa”, opina que también "la elección de Trump y las crisis que ha tenido que enfrentar la UE en los últimos años han creado bastante incertidumbre en la región”.
¿Se retirará EE. UU. de los Balcanes?
Una nueva era en la geopolítica podría llevar a un peligro de guerra en la región, advierte la politóloga Zakošek. "Si el presidente Donald Trump y la UE se enfocan más en si mismos, la región de los Balcanes quedará a su suerte y las tendencias que se están viendo se fortalecerían” dijo. Se debe considerar también que el vacío lo podría llenar un actor autoritario como Rusia.
Stefan Lehne, por su parte, no cree que EE. UU. se retire de la región y no espera que esta cambie su política tampoco. En cuanto a las voces beligerantes, el experto asegura que todavía hay una mayoría en los partidos políticos y la sociedad civil que rechazaa la confrontación entre los países. Aunque sigue quedando claro que sin el apoyo de EE. UU. y la UE a estas voces de paz, será difícil conjurar el peligro de conflicto en la región.
La intervención de la OTAN contra Serbia
El bombardeo de Serbia por parte de la OTAN terminó con la violencia de las tropas serbias contra los albano-kosovares. Sin embargo, esa guerra, que se realizó sin el mandato de la ONU, sigue siendo controvertida.
Imagen: picture-alliance/dpa
Huellas de la guerra
El conflicto en Kosovo escaló a fines de 1990. Decenas de miles de personas huyeron y, cuando todas las tentativas de restablecer la paz se vieron frustradas, la OTAN inició un ataque aéreo a las bases y objetivos militares serbios, el 24 de marzo de 1999. Once semanas después, Slobodan Milosevic se rendía.
Imagen: Eric Feferberg/AFP/GettyImages
El fracaso de la resistencia pacífica
Ya a mediados de los 80 comenzaron en Kosovo las protestas contra los intentos de Belgrado de recortar los derechos de la población albana. En los 90, las represalias aumentaron. Ibrahim Rugova, que lideraba el movimiento político en Kosovo desde 1989, creía en la resistencia pacífica y trató de convencer a Slobodan Milosevic de un cambio de rumbo, pero sin éxito.
Imagen: picture-alliance/dpa
Guerra de guerrillas
En Kosovo comienza a formarse la resistencia armada. La autoproclamada Armada de Liberación UCK empieza una cruel guerra de guerrillas perpetrando violentos ataques contra los serbios, pero también contra los albanos, a quienes considera colaboradores. Serbia responde a los actos terroristas incendiando viviendas y saqueando tiendas. Cientos de miles personas huyen.
Imagen: picture-alliance/dpa
Expulsión sistemática
La guerra se vuelve cada vez más brutal. Para romper la resistencia de la UCK y el apoyo que le brinda la población, las fuerzas serbias atacan cada vez más a civiles. Muchas personas huyen a los bosques. Miles de kosovares son llevados en trenes y camiones a las fronteras del país, sin documentos que probaran que provenían de Kosovo.
Imagen: picture-alliance/dpa
El último intento
En febrero de 1999, EE. UU., Francia, Gran Bretaña, Rusia y Alemania llaman a las partes en conflicto a una conferencia en Rambouillet para lograr un acuerdo limitado de autonomía para Kosovo. Los representantes kosovares aceptan, pero los serbios no están dispuestos a hacer concesiones, y las negociaciones fracasan.
Imagen: picture-alliance/dpa
"Intervención humanitaria"
El 24 de marzo de 1999, la OTAN comienza a bombardear objetivos militares y estratégicos en Serbia y Kosovo para frenar la violencia contra los albanos. También Alemania participa en los ataques. La operación “Allied Force” es la primera guerra de la OTAN en 50 años que no cuenta con el respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU. Rusia juzga severamente la intervención
Imagen: U.S. Navy/Getty Images
Infraestructura paralizada
Además de los ataques a instalaciones militares, la OTAN también toma como objetivo vías de abastecimiento, líneas de ferrocarril y puentes. En 79 días y noches arriban más de 37.000 misiones de la alianza, y cerca de 20.000 misiles y bombas caen sobre territorio serbio. Muchos civiles pierden la vida. “Daños colaterales”, según el lenguaje que utiliza la OTAN.
Imagen: picture-alliance/dpa
Nubes tóxicas sobre Pancevo
También son atacadas las fábricas, como en Pancevo, cerca de Belgrado. Allí, las bombas de la OTAN destruyen un depósito de químicos y una fábrica de fertilizantes liberando grandes cantidades de sustancias químicas que contaminan suelos, ríos y el aire. Las consecuencias para la población son gravísimas. Serbia acusa a la OTAN de utilizar munición enriquecida con uranio, así como bombas racimo.
Imagen: picture-alliance/dpa
Guerra contra la propaganda de guerra
Para privar a Milosevic de un importante órgano de propaganda, la OTAN ataca la televisión estatal en Belgrado. Aunque se informó con anticipación al Gobierno serbio del ataque, éste no difunde la información. En el edificio de la emisora mueren 16 personas.
Imagen: picture-alliance/dpa
"Daños colaterales"
En Kosovo, las bombas de la OTAN caen por error sobre una caravana de refugiados albanos. Mueren cerca de 80 personas. La OTAN califica, además, de “daño colateral” el bombardeo de la embajada china en Belgrado, en el cual mueren cuatro personas. El incidente provoca una grave crisis diplomática entre Pekín y Washington.
Imagen: Joel Robine/AFP/GettyImages
Balance del horror
A comienzos de junio llegan las primeras señales de Belgrado que indican que Slobodan Milosevic está dispuesto a ceder. El 19 de junio la OTAN detiene los ataques aéreos. El balance de la guerra: miles de muertos y 860.000 refugiados. La economía serbia está por los suelos, y amplios sectores de su infraestructura están destruidos. Kosovo es puesta bajo administración de la ONU.