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Terremoto político en Alemania

10 de febrero de 2020

La crisis de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) es al mismo tiempo una crisis de la política alemana. A partir de hoy, el poder de Angela Merkel en su partido es cosa del pasado, a juicio de Christoph Strack.

Kanzlerin Merkel und AKK Mimik
Imagen: Imago Images/J. Schicke

El anuncio de la dimisión de la jefa de la Unión Demócrata Cristiana alemana (CDU), Annegret Kramp-Karrenbauer, y su renuncia a la candidatura a la cancillería, es un golpe para el partido, que luce inseguro y, en algunos aspectos, desorientado. Pero el terremoto tiene un alcance mayor.

La CDU comienza a trastabillar. El otro partido de alcance hasta ahora masivo, el socialdemócrata (SPD), se tambalea desde hace tiempo y busca un nuevo equilibrio, un rumbo, su esencia. Tal como la jefa transitoria del SPD Andrea Nahles entregó la conducción del  partido e 2019, tras aproximadamente 13 meses, ahora Kramp-Karrenbauer anuncia su retirada después de solo 14 meses en funciones.

Nombres, especulaciones y rumores

¿Y ahora? Nombres, más nombres, especulaciones y rumores. Pero, en lo tocante a la dirección de la CDU y la próxima candidatura a la cancillería hay más en juego. El partido debe despejar dudas sobre su razón de ser y su cohesión. Porque desde hace tiempo no se ve como un partido homogéneo en Turingia y a nivel federal, en la red y en lo medular de su labor cotidiana. Once semanas han transcurrido desde que el congreso de la CDU aplaudiera en Leipzig a Kramp-Karrenbauer, quien tras persistentes críticas instó a sus correligionarios a hablar abiertamente.

Alemania está ante un año de decisiones. No solo se decidirá si la CDU seguirá siendo un partido de masas y si, a mediano plazo, conservará las riendas del gobierno federal. Lo que está en tela de juicio es el parlamentarismo convencional en Alemania, la importancia de los partidos, la disciplina partidaria y la libertad de conciencia de los parlamentarios. Sobre todo está a debate la pregunta de  cómo la CDU se propone hacer frente a las fuerzas de derecha populista y a las corrientes extremas.

Kramp-Karrenbauer fundamentó su decisión aludiendo a las "poderosas fuerzas centrífugas” de la sociedad, para las que se requiere una CDU fuerte, con una jefatura adecuada. Al fin y al cabo, se trata del futuro de la democracia en Alemania. Poco más de 70 años después de su fundación,  la República Federal de Alemania se ve ante una prueba de fuego, quizás ante el fin del sistema partidista que ha tenido hasta ahora. Los otros partidos, incluyendo a los fortalecidos Verdes, no asumen el papel de los antiguos partidos mayoritarios; por lo menos no todavía.

Creciente inestabilidad

A fines de enero, el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, habló en el Bundestag, con motivo de un homenaje a las víctimas del nacionalsocialismo. Allí se refirió con tono sombrío a la nueva ultraderecha y a los "malos espíritus del pasado” que hoy se muestran "en nuevos ropajes”.  "Me temo que no estábamos suficientemente preparados para eso, pero esa es precisamente la prueba que nos pone nuestro tiempo. Y ¡tenemos que superar esa prueba!”, dijo el presidente. No hablaba de un determinado partido, sino de toda la esfera política y de la sociedad.
La creciente inestabilidad derivada de la renuncia de Kramp-Knarrenbauer y la pugna por el rumbo de la CDU golpean a Alemania precisamente en tiempos de mayor incertidumbre, ensombrecidos por las fracturas políticas. Tiempos en que debido a la forma de actuar del presidente estadounidense, Donald Trump, y otros gobernantes populistas, a nivel mundial la política parece más inestable que nunca, por lo menos desde la caída del Muro de Berlín. Tiempos en que la Europa "post-brexit” vacila y Alemania se dispone a asumir la presidencia rotativa de la UE a partir de julio. La República Federal de Alemania es más requerida que nunca a nivel internacional, mientras en el plano nacional hace tiempo que no sentía tanta inseguridad.

Christoph Strack.Imagen: DW/B. Geilert

Canciller con los meses contados

Con frecuencia se ha dicho que el fin del Gobierno de Angela Merkel ya comenzó, incluso antes de que anunciara el abandono de la jefatura de la CDU, a fines de octubre de 2018, y luego fuera elegida Kramp-Karrenbauer para ese puesto. En este lunes literalmente tormentoso, se escucha el tañido de esas campanas. Angela Merkel sigue siendo la canciller, pero solo por un tiempo. Su poder en el partido, y con el su estadía en la cancillería, se van acercando a su fin. Y ella ya no tiene en sus manos las riendas de una sucesión ordenada.

Casi todos los terremotos tienen réplicas. Más allá del asunto de la jefatura de la CDU, se acercan tiempos más inquietos en la política alemana. Más inquietos e interesantes. Es una prueba que Alemania aún debe superar.

(ers/cp)

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