Territorio sin ley: la Amazonía en el Brasil de Bolsonaro
Anne Herrberg | João Soares ARD, Río de Janeiro
6 de octubre de 2022
Durante su mandato, Bolsonaro ha debilitado sistemáticamente las leyes y los controles para la protección de la Amazonía. Por eso, algunos pueblos indígenas de Brasil protegen ahora sus territorios por cuenta propia.
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Dando fuertes golpes con su machete, el cacique André Karipuna se abre paso por la selva hasta llegar a un claro. Aquí, gruesos troncos, que hasta hace poco aún apuntaban al cielo, yacen repartidos entre la maleza.
"Me entristece mucho ver esto. Toda esta destrucción de nuestra tierra. Hace apenas un mes que han limpiado unas cuatro hectáreas aquí. Eso nos preocupa mucho", dice André Karipuna. Tiene 28 años y ya es cacique, líder del pueblo indígena de los karipuna. El áerea protegida de los karipunas, de unas 150.000 hectáreas, en el estado de Rondonia, es una de las cerca de 500 reservas indígenas de Brasil, la mayoría de ellas situadas a lo largo de la Amazonía.
Baluartes contra la deforestación
Un reciente estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), confirmó que estas zonas son los baluartes más importantes para frenar la destrucción de los bosques.
Aunque los territorios están protegidos por ley, en la actualidad, según el Instituto de Población y Medio Ambiente la Amazonía, IMAZON, la tierra de los karipuna es la segunda reserva indígena más deforestada de Brasil. Por eso, ellos mismos vigilan sus tierras con rastreadores GPS, datos de satélite y patrullas periódicas. En 2017, pidieron apoyo al Consejo Misionero Indígena Cimi. Desde entonces, la monja Laura Vicuña les ha acompañado, interponiéndose en el camino de criminales.
"A la gente le gusta decir que quienes invaden el bosque también lo hacen por necesidad. Eso puede ser cierto para algunos madereros. Pero todo esto solo es posible en complicidad con los poderosos, que incentivan la destrucción y el acaparamiento de tierras", explica la religiosa.
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Bolsonaro y la explotación económica de la Amazonía
Esa es la razón por la que los karipuna han acudido a los tribunales. Demandan al estado de Rondonia, a la Fundación Nacional del Indio (FUNAI) y al Gobierno del presidente Jair Bolsonaro. "Bajo este Gobierno, la deforestación se ha agravado mucho. Para ellos, la Amazonía es una mercancía. Para nosotros, los indígenas, esto es un gran peligro, podría significar el fin de nuestros territorios", dice el cacique.
Incluso antes de asumir su cargo, Bolsonaro prometió no ceder ni un centímetro más para áreas protegidas, sino, al contrario, permitir la explotación económica de algunas tierras indígenas. Existe todo un paquete de leyes sobre el tema, que todavía debe ser aprobado por el Congreso.
El punto de no retorno, cada vez más cerca
Nadie explica mejor lo que esto significa para la Amzonía y el medio ambiente que el científico Carlos Nobre. Antes de la toma de posesión de Bolsonaro, Nobre formaba parte del equipo del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales del Brasil (INPE), que vigila la deforestación de la Amazonía a través de datos satelitales.
"La Amazonía se encuentra en un estado grave, como un paciente que se está consumiendo y que se acerca cada vez más a un estado del que no puede recuperarse. Nuestros estudios parten de la base de que este punto se alcanzará cuando se haya talado el 20 por ciento o, como máximo, el 25 por ciento del bosque. En este momento, ya se ha perdido el 18 por ciento", explica Nobre.
Hasta el 85 por ciento de la madera amazónica que se exporta ha sido talada ilegalmente, afirma el científico. Además, el año pasado se exportaron ilegalmente 19.000 toneladas de oro.
El cacique André Karipuna lo tiene claro: "Tenemos que mirar a la Amazonía de forma diferente. No solo nosotros los pueblos indígenas: el mundo entero tiene que mirar a la Amazonía. Solo hay vida en la Amazonía si hay bosque, de ello depende que haya agua y biodiversidad".
(ies/rml)
El Amazonas: sí es posible explotarlo, sin destruirlo
Sus habitantes dan ejemplo de sostenibilidad al cosechar frutos y extraer aceite para la industria cosmética. El proyecto abarca toda la cadena de producción, desde la recolección y el procesamiento hasta el transporte.
Imagen: Bruno Kelly
Conservación y uso sostenible
La Reserva Extractiva del Juruá Medio fue creada oficialmente el 4 de marzo de 1997. Cubriendo 28.700 kilómetros cuadrados, la reserva ocupa un tercio del municipio de Carauari, Amazonas. La unidad de conservación solo puede ser utilizada por las poblaciones extractivistas tradicionales. Se permite la agricultura de subsistencia y el uso sostenible de los recursos naturales.
Imagen: Bruno Kelly
Lucha por la libertad
En el pasado, la región fue un importante centro proveedor de látex, la materia prima del caucho. En manos de los jefes (los autoproclamados dueños de la tierra), los recolectores de caucho trabajaban en condiciones comparables con la esclavitud. Raimundo Pinto de Sousa, de 68 años, es uno de los líderes pioneros que, inspirado por Chico Mendes, buscó la libertad y creó la Resex.
Imagen: DW/B. Kelly
El bosque como proveedor
Cerca de 2.000 residentes viven en las 14 comunidades de la Resex Médio Juruá. La mayoría trabaja recolectando semillas de andiroba y murumuru en el bosque. De marzo a junio, es posible recoger hasta 70 kilos de murumuru por día y por persona. La familia de Eulinda es una campeona en la comunidad de Nova União.
Imagen: Bruno Kelly
Logística en la selva
La compra de las semillas la realiza la Cooperativa de Desarrollo Agro-Extrativista y de Energía del Medio Juruá, fundada por los recolectores. Un barco visita las comunidades para recoger toda la producción, que es transportada por los residentes a la planta de procesamiento. Es necesario superar varias dificultades a través del bosque para hacer el transporte.
Imagen: Bruno Kelly
De la semilla al aceite
Las semillas de andiroba y murumuru se procesan en la planta de la comunidad de Roque, la más grande de Resex. Después de pasar por un proceso de secado, las semillas son prensadas hasta que el aceite fluye a través de la máquina. La unidad se está trasladando a un nuevo cobertizo, construido con recursos del Fondo Amazónico.
Imagen: Bruno Kelly
De Juruá para el mundo
El aceite de andiroba y la mantequilla de murumuru producidos se almacenan en cubos apropiados. Hasta que llega al punto de eliminación, los paquetes son transportados de nuevo a través del bosque por los residentes. Después del procesamiento, las semillas recogidas por los extractivistas se transforman en productos de belleza en la industria cosmética.
Imagen: Bruno Kelly
Protección de las tortugas
Antes de que existiera la Resex, Francisco Mendes da Silva, de 63 años, era leñador y estaba en contra de la creación de la reserva. Pero cambió de opinión y desde hace 18 años actúa como monitor en una de las playas de conservación de Juruá, llamada Junta. En Manariã, cerca de 60 mil crías son liberadas a la naturaleza cada año, según Silva, que enseña el oficio a su hijo, João Pedro, de 16 años.
Imagen: Bruno Kelly
Agricultura de subsistencia
En todas las comunidades de la Resex Médio Juruá, la mandioca o yuca es un importante cultivo. La producción de harina suele reunir a las familias y entretener a los niños, que acompañan a sus padres cuando no están en la escuela. El excedente se almacena en el comedor de economía solidaria de las comunidades y se vende en la ciudad.
Imagen: Bruno Kelly
Acceso al conocimiento
Rodeados por la selva amazónica, 43 estudiantes de varias comunidades de los alrededores asisten al primer curso de educación superior que se ofrece en la región: pedagogía. El proyecto experimental, basado en la Reserva de Desarrollo Sostenible de Uacari, es una asociación entre varias instituciones y fue financiado por Capes.
Imagen: Bruno Kelly
Río Juruá
El Río Jaruá nace en la cordillera de Contamana, en Perú, a 453 metros de altitud, atraviesa el estado de Acre y desemboca en el río Solimões, Amazonas. Es considerado uno de los más sinuosos del mundo, con más de 3 mil kilómetros de extensión. La variación de nivel del Juruá alcanza los 12 metros entre la temporada de inundaciones, de diciembre a julio, y la sequía.