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Y es que el acceso a los restos digitales de un difunto puede convertirse en un problema para muchos de sus parientes. Casi ningún usuario de redes sociales o plataformas en Internet prevé qué ha de pasar con sus perfiles y datos "online” si fallecen. Algunas empresas ya ofrecen servicios para administrar los legados digitales: guardando las contraseñas para los parientes. También es posible dejar mensajes o informaciones que sólo se transmitirán tras la muerte del cliente.