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Tiempos difíciles para Merkel

Sabine Kinkartz (FEW/VT)23 de enero de 2016

En los últimos seis meses, el “nosotros podemos” ha sido el mantra de Merkel ante la crisis de refugiados. Sin importar que tanta presión ésta le acarree, la canciller no quiere cambiar su postura.

Imagen: Reuters/K. Pfaffenbach

Ya son más de 10 años de Angela Merkel como canciller y más de 15 años al frente de su partido, la Unión Democrática Cristiana (CDU). En este tiempo, la canciller ha visto líderes mundiales ir y venir. En mayo de 2015, la revista Forbes la nombró como la mujer más poderosa del mundo por quinta vez consecutiva. Y es que bajo su mandato lideró a Europa en su crisis financiera y en su consecuente juego de azar de deudas. En aquel entonces su papel era irremplazable, pero ¿lo sigue siendo ahora?

Angela Merkel enfrenta actualmente muchas dificultades tanto en la política interior alemana como a nivel europeo. ¿Cómo se llegó a estas instancias? ¿Acaso juzgó equivocadamente? “Europa en conjunto debe actuar; los Estados deben tomar responsabilidad por los refugiados en busca de asilo”, exigía Merkel, así como lo ha hecho en el pasado. Sin embargo, y a pesar de las apelaciones, la mayoría de los Estados de la Unión Europea (UE) se rehúsan a cumplir tales exigencias. El intento de compartir la carga ha fracasado y con él los planes políticos de Angela Merkel.

“Nosotros podemos”

Suecia, Austria y Alemania son los Estados que, hasta hace poco, habían recibido el mayor número de refugiados. Sin embargo, los escandinavos y austriacos utilizaron el freno de emergencia y decidieron restringir la afluencia de más personas. ¿Y Alemania? Merkel no quiere escuchar acerca de límites para inmigrantes. “De manera solitaria no se podrá dar solución a la crisis”, argumenta la canciller y reflexiona a su vez sobre las consecuencias: "¿Deben acaso tanques alemanes patrullar la frontera y hasta disparar a las personas que se resisten a ser enviadas de regreso?"

Con su estilo de abordar los problemas con un bajo perfil y objetividad ­–analizándolos extensivamente para encontrar soluciones lógicas y trasparentes– Merkel ha sido exitosa en sus objetivos. Hay quienes dicen que la física alemana no tiene espacio para los sentimientos. Sin embargo, en el pasado verano, cuando un creciente número de alemanes se involucró con las medidas de apoyo a refugiados y la “cultura de bienvenida” se propagaba, parecía que la canciller había infectado a la gente con su entusiasmo. “Alemania es un país fuerte. Nosotros podemos”, dijo.

Imagen: Getty Images/AFP/C. Stache

“La madre de todos los creyentes”

La canciller perdería credibilidad en caso de que cambiase su postura frente a la crisis. Merkel desde temprano fue consciente que la llegada de un gran número de refugiados no se podría comparar con ningún desafío político de la historia reciente; la crisis de refugiados representa un punto de quiebre histórico. Según cálculos hechos el pasado verano, 800.000 refugiados llegarían a Alemania en 2015. “Nos enfrentamos a un gran desafío nacional, no solo de días o meses, sino por un largo periodo de tiempo”, dijo la canciller.

Llovieron elogios al Gobierno alemán, y en especial a Angela Merkel, a través de las redes sociales. Merkel fue rápidamente idolatrada y llamada “la madre de todos los creyentes”, por “invitar” a sirios a Alemania y por haberlos recibido con brazos abiertos. Y así, muchos alemanes esperaron para dar una cálida bienvenida a refugiados, como en la estación central de trenes de Múnich. Imágenes de voluntarios le dieron rápidamente la vuelta al mundo, mientras que el presidente del Estado federado de Baviera, Horst Seehofer, retumbaba argumentando “esto es un error”.

Imagen: picture-alliance/dpa/D. Bockwoldt

Este punto marcó el inicio del conflicto político que ha hecho a Merkel lucir débil, por no tener el apoyo y respaldo de su propio partido. La Unión Social Cristiana de Baviera (CSU) de Seehofer es el partido “hermano” de la CDU de Merkel; a un nivel nacional ambos partidos trabajan juntos. La abierta desaprobación de la CSU enfadó a Merkel, que respondió diciendo: “Si ahora debemos empezar a disculparnos por mostrar una cara amigable en respuesta a situaciones de emergencia, pues debo decir que ese no es mi país”.

A pesar de todo Merkel persevera. El 20 de enero, en el congreso de la CSU, el partido expresó su decepción por su falta de cumplimiento. La CSU amenaza con iniciar procedimientos ante el Tribunal Constitucional para permitir el patrullaje fronterizo. Merkel tiene hasta marzo para cambiar su posición. Si no actúa, la CSU podría, como consecuencia, poner fin a la coalición con la CDU y posteriormente salir del Gobierno. En caso tal, Merkel no sería más la canciller alemana.

¿Acaso tiene Angela Merkel en la coyuntura actual tan solo una opción? ¿O bien el poder, o bien la pérdida de prestigio? ¿O habrá una solución europea a la crisis? Hoy por hoy nadie tiene respuestas a estas interrogantes.

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