Tierra de nadie para los refugiados en la frontera danesa
Peter Dahl (JAG/CHP)7 de enero de 2016
Mientras los expertos lo llaman teatro político, muchos daneses creen que los controles fronterizos son necesarios. Pero los refugiados podrían quedarse en el limbo en la frontera alemana.
Publicidad
El joven Raheb juega con burbujas de jabón en al estación de Flensburg. Hace tres semanas abandonó Siria con su madre y sus hermanos. Esperaron casi un año para partir, dice su madre Ruqia. Su marido creyó que conseguirían asilo en Dinamarca. Pero ahora están a pocos kilómetros de la frontera y, tras la entrada en vigor de la nueva ley danesa, Ruqia teme que sus hijos no puedan volver a ver a su padre.
Después de Suecia, Dinamarca decidió esta semana levantar los controles fronterizos en un intento de frenar la entrada de inmigrantes. Según Suecia, era su única opción ante las más de 160.000 solicitudes de asilo recibidas. En proporción a su población, las cifra más alta entre los países europeos.
Teatro político
Dinamarca recibió solo 20.000 solicitudes. Pero el premier danés, Lars Lokke, Rasmussen, justificó la acción debido a las medidas adoptadas por Suecia, que podrían convertir el país en un cuello de botella para inmigrantes que van hacia el norte. Dinamarca se convirtió así en el último socio europeo en suspender los acuerdos de Schengen. Algo que, según algunos analistas, podría tener un efecto dominó si otros países siguen la misma línea y terminar con uno de los grandes logros de la UE.
Según Thorsten Borring Olesen, profesor de la Universidad de Aarhus, el “gran paso” que proclamó Lokke Rasmussen con los controles fronterizos sería, de hecho, una fractura política. Trata de inclinarse hacia la derecha a la vez que introduce controles tan “tímidos” que no amenazan ni a Schengen ni a Alemania ni a la industria danesa. “Pocos dudan de que se trata de un teatro político”, dice Olesen a DW.
Para el premier danés, esta acción podría asegurar el paso que asegure su continuidad al frente de la volátil coalición de centro derecha. Sin embargo, ya cosechó deserciones en sus propias filas. En parte también por las posturas de la ministra de Integración, Inger Stojberg, que manifestó su intención de enviar tropas a la frontera para proteger al país de la entrada de “intrusos” no occidentales.
¿Controles necesarios?
Pero no todo son abucheos. En Krusa, ciudad cerca de la frontera con Alemania, la danesa Gritt cree que “nunca deberían haber abierto las fronteras”. “Ya no sabemos quién cruza la frontera… y si no tienen nada que esconder, ¿de qué tienen miedo?”, continúa. Ruth Jespersen, de 67 años, es más moderada y no cree que los controles sean un paso atrás: “Siempre dije que teníamos que ayudar, pero es demasiado”, aclara. “Además, si es necesario para frenar a los terroristas…”, concluye.
Por ahora, solo unos pocos creen que los controles causarán serios daños. “Se trata un show político”, opina Peter Hansen, director de la iniciativa Región Jutlandia del Sur – Schleswig que promueve las relaciones germano-danesas. Aunque la medida causó cierta confusión a ambos lados, la mayor preocupación era no poder llegar a tiempo al trabajo. “Los políticos lo están escenificando, pero realmente todo está bien”, dice Hansen. Aunque para miles de refugiados como Raheb y sus hermanos supondrá, sin duda, un duro golpe si quieren reunirse con sus seres queridos.
El año de los refugiados
Nunca antes hubo tantos refugiados como en 2015. Muchos han llegado a Alemania. "Es un desafío histórico", señaló la canciller Angela Merkel. Una mirada retrospectiva a un año estremecedor.
Imagen: Reuters/O. Teofilovski
Grecia: una puerta hacia la UE
Estos jóvenes procedentes de Siria superaron una peligrosa etapa de su viaje. Llegaron a Grecia y, por ende, a la Unión Europea. Pero con ello no alcanzaron todavía su meta. Quieren seguir rumbo al norte, hacia otros países de la UE. La mayor parte huyó en 2015 a Alemania y Suecia.
Imagen: Reuters/Y. Behrakis
Peligro en el Mediterráneo
El camino que han recorrido encierra peligros mortales. Reiteradamente zozobraron embarcaciones no aptas para la travesía. Estos niños sirios y su padre tuvieron suerte. Fueron rescatados en el Mediterráneo por pescadores griegos de la isla Lesbos.
Imagen: Reuters/Y. Behrakis
La imagen que conmovió al mundo
Aylan Kurdi, de tres años de edad, no sobrevivió. A comienzos de septiembre se ahogó con su hermano y su madre en el Egeo, cuando intentaban llegar a la isla de Kos. La foto de este niño sirio muerto dio la vuelta al mundo, conmoviendo a miles de personas.
Imagen: Reuters/Stringer
Contrastes a la vista
Kos, a menos de cinco kilómetros de Turquía, es la meta de muchos refugiados. Llegan a las playas donde solo solía haber turistas. Este grupo de refugiados paquistaníes logró arribar con un bote inflable.
Imagen: Reuters/Y. Behrakis
Caos total
Muchos refugiados quedan varados en Kos, porque solo pueden continuar viaje a tierra continental tras haberse registrado. En el verano, la tensión escaló cuando las autoridades hicieron esperar a los refugiados en un estadio para hacer ese trámite, a pleno sol y sin agua.
Imagen: Reuters/Y. Behrakis
Un transbordador para refugiados
Debido a la insostenible situación imperante en la isla se produjeron disturbios. Para reducir la tensión, las autoridades griegas arrendaron un barco en el que se habilitaron posibilidades de alojamiento para 2.500 refugiados y una oficina de registro.
Imagen: Reuters/A. Konstantinidis
El dilema de Europa
Por la misma época, más al norte, en la frontera greco-macedonia, policías fronterizos impiden el paso a la gente. En el tumulto hay niños que lloran, separados de sus padres. "Pura desesperación" se llama la foto tomada por Georgi Licovski. La Unicef la distinguió como la foto del año, ya que plasma "el dilema de Europa y su responsabilidad".
Imagen: picture-alliance/dpa/G. Licovski
Un símbolo negativo
A fines del verano, Budapest se convirtió en un símbolo del fracaso de las autoridades y de la xenofobia. Miles de refugiados acampaban en los alrededores de una estación ferroviaria de capital húngara. El gobierno les prohibió continuar su viaje. En consecuencia, muchos siguieron su camino a pie, rumbo a Alemania.
Imagen: picture-alliance/dpa/B. Roessler
Se abre el paso
El 5 de septiembre se despejó el camino para los refugiados. La canciller alemana, Angela Merkel, tomó con su par austríaco, Werner Feymann, la decisión de permitir a la gente continuar el viaje. Varios trenes especiales y buses se dirigieron por esos días a Viena y Múnich.
Imagen: picture alliance/landov/A. Zavallis
Bienvenidos, refugiados
El primer fin de semana llegaron a Múnich cerca de 20.000 refugiados. En la estación central de la ciudad se reunieron innumerables voluntarios para atender a los refugiados y proporcionarles alimentos y vestimenta.
Imagen: Getty Images/AFP/P. Stollarz
"Lo lograremos"
Mientras Merkel era aclamada por los refugiados y los partidarios de darles asilo, en otros sectores de Alemania surgía el descontento. En una conferencia de prensa, Merkel respondió a las críticas con estas palabras: "Si tenemos que disculparnos por mostrar un rostro gentil en una situación de emergencia, este no es mi país". Otra frase se convirtió en su mantra: "Lo lograremos".
Imagen: Reuters/F. Bensch
Historias en el equipaje
A fines de septiembre, la policía publicó una imagen conmovedora. Una niña refugiada hizo este dibujo y se lo regaló a un policía de Passau. Muestra el horror que vivieron muchos refugiados y su gran alegría de estar por fin a salvo.
Imagen: picture-alliance/dpa/Bundespolizei
El drama continúa
A fines de octubre habían llegado a Alemania más de 750.000 refugiados. Pero el flujo no cesaba. Los países de la denominada "ruta de los Balcanes" se veían superados y cerraron sus fronteras. Solo se siguió permitiendo el paso a sirios, afganos e iraquíes. Como una forma de protesta, algunos refugiados de otros países se cosieron los labios.
Imagen: picture-alliance/dpa/G. Licovski
Sin final a la vista
"¡Ayúdanos, Alemania!", dicen los carteles de los manifestantes en la frontera con Macedonia. En Europa se acerca el invierno y miles de personas, incluyendo niños, se encuentran atrapadas en tierra de nadie. Entretanto, incluso Suecia, considerado un país abierto a los refugiados, estableció transitoriamente controles fronterizos. La UE cuenta para 2016 con otros tres millones de refugiados.