La saturación y la lluvia había empeorado las condicines en el que venía funcionando. Mientras tanto, Estados Unidos deportó a un mexicano que pasó casi un año refugiado en una iglesia de Carolina del Norte.
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El Gobierno de México habilitó este jueves (29.11.2018) un segundo albergue para los migrantes centroamericanos en Tijuana ante la saturación del que venía funcionando. El Instituto Nacional de Migración (INM), apoyado por policías municipales y federales, iniciaron la concentración de migrantes para llevarlos a un refugio cercano a la colonia Mariano Matamoros, denominado "El Barretal", en el Este de Tijuana.
El nuevo albergue tiene capacidad para 7.500 personas, de las cuales 3.500 estarían bajo techo y se localiza a unos 14 kilómetros de distancia de la Garita de Otay, donde los migrantes han hecho protestas para pedir asilo en Estados Unidos. La prioridad para el traslado son niños, mujeres, personas de la tercera edad y los que tienen problemas de salud, además de los adultos que han expresado su voluntad de ser reubicados, señalaron las autoridades.
Deportado tras acogerse a sagrado
Mientras tanto, el mexicano Samuel Oliver-Bruno, de 47 años, que llevaba refugiado en una iglesia de Caronila del Norte casi un año, fue deportado a México desde los Estados Unidos. Según el portavoz de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), Bryan Cox, la deportación se hizo efectiva a las 20:45 horas.
Oliver-Bruno fue detenido por agentes de paisano el 23 de noviembre en una oficina de inmigración cerca de Raleigh después de que dejara la iglesia, lugar en el que los oficiales de inmigración no suelen practicar arrestos, para que le tomaran las huellas dactilares como parte del proceso de solicitud para que le permitieran permanecer en Estados Unidos. Esta fue denegada. Además, dos docenas de sus partidarios fueron entonces detenidos por delitos menores, incluidos los de resistencia a la autoridad, ya que trataron de bloquear el paso al vehículo con el que lo trasladaron.
lgc (efe/reuters)
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Deportados por Trump: volver a una realidad desconocida
Bajo el presidente Donald Trump son cada vez más los inmigrantes indocumentados que son deportados. Muchos de ellos han pasado la mitad de su vida en Estados Unidos. Cada semana llegan tres aviones a Ciudad de México.
Imagen: DW/S. Derks
Amarga llegada
Los aviones aterrizan en una zona especial del aeropuerto de Ciudad de México. Los inmigrantes indocumentados son deportados desde los centros de detención en Estados Unidos. Esposados los llevan al avión. Veinte minutos antes de aterrizar los liberan.
Imagen: DW/S. Derks
Illegal alien
George Niño de la Riviera supo que había estado viviendo ilegalmente en Estados Unidos cuando cumplió 18 y postuló a un trabajo. Le dijeron que no tenía número de seguro social. Sus padres lo habían llevado a ese país siendo un bebé. Allí creció. Hace cinco meses fue deportado. Había pasado 34 años en Estados Unidos. Sus cuatro hijos viven con su exesposa en Fresno.
Imagen: DW/S. Derks
Un país extraño
María Herrera, de 27 años, fue deportada el 10 de abril. Estaba esperando la renovación de su visa DACA (Acción diferida para los llegados en la infancia) cuando tuvo un accidente automovilístico. Fue detenida y llevada a prisión. Dos meses después la deportaron. Tenía tres años cuando salió de México, un país que le es ajeno.
Imagen: DW/S. Derks
Renacer de la herida
Se encontró con George en New Comienzos, una organización sin ánimos de lucro que da asistencia a los repatriados. Comenzaron a salir juntos. “Es lindo tener un amigo especial que haya pasado por todo esto también”, cuenta María. Cuando estaba detenida sufrió de depresión y ataques de ansiedad. Ahora ambos están tratando juntos de abrirse camino en Ciudad de México.
Imagen: DW/S. Derks
Detenido y deportado
En 2003 tuvo una pelea con su exnovia. Entonces, Diego Miguel María, de 37 años, fue detenido. Fue deportado en 2016.
Imagen: DW/S. Derks
"Dump Trump and his walll"
Junto con otros cinco compatriotas recientemente repatriados, Diego Miguel María ha conseguido un fondo especial del gobierno mexicano para montar una empresa de impresión de textiles. Su marca es “Deportados”. Se especializa en imprimir camisetas y bolsas con lemas como “"Dump Trump and his wall" (abajo Trump y su muro).
Imagen: DW/S. Derks
Una mano amiga
El trabajo de Diego no va a volverlo rico, pero le deja tiempo para trabajar de voluntario ayudando a nuevos deportados en el aeropuerto. “Me sentí tan perdido cuando atravesé esa puerta. Me parece importante guiar a aquellos que están tu mismo pellejo”, cuenta. Lo más difícil fue dejar a su hijo. Vivían juntos antes de que fuera deportado. Su exesposa no le permite ahora tener contacto con él.
Imagen: DW/S. Derks
Recomenzar
Daniel Sandoval fue deportado en febrero de 2018. No obstante parece estar tranquilo. “En Estados Unidos nunca hubiese podido invertir en un futuro, porque no tengo documentos. ¿De qué sirve una educación si nadie va a contratarme? Aquí en México tengo la posibilidad de recomenzar. Voy a poder tener una mujer e hijos sin temor a perderlos”, cuenta a DW.
Imagen: DW/S. Derks
Amañándose
Daniel vive en un hogar para refugiados que queda sobre la imprenta de “Deportados”. Un pastor de su iglesia le organizó, al comienzo, un albergue en casa de una mujer de 75 años. Ella lo recogió de la estación de autobuses de Ciudad de México. “Me quedé allí dos semanas, pinté la casa. Luego contacté a “Deportados” y me enteré que ayudaban a inmigrantes. Ahora vivo aquí junto con otros dos”.
Imagen: DW/S. Derks
Del lado de la luz
Aunque la mayoría no sabe a dónde los van a enviar y tienen mucho miedo de perderlo todo en una fracción de segundo, el sacudón que sufren no siempre termina mal. “Ahora me parece que mi vida en Estados Unidos estuvo siempre cargada de temor y tristeza debido a mi situación legal. Ahora tengo un lastre menos, porque al fin soy libre y me siento en casa”, contó María a DW.