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Todos los caminos llevan a Bagdad

Peter Philipp.6 de diciembre de 2006

Aún no se ve cercano el día en que las tropas estadounidenses salgan de Irak, pero algunos signos permiten suponer que el camino se va despejando poco a poco.

Comentario de Peter Philipp.

El influyente político chiíta Abdel Aziz el Hakim manifestó hace poco en un encuentro con el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, que rechazaba una solución externa al problema de Irak, y que éste debería ser resuelto por las propias fuerzas del país. El primer ministro Nouri al Maliki, también chiíta, al mismo tiempo promueve una internacionalización de los esfuerzos de paz para Irak: sus emisarios sondean con las naciones vecinas la posibilidad de realizar una conferencia internacional para el tema iraquí.

Dos momentos distintos

En realidad, esa conferencia ya se realizó hace dos años en la ciudad egipcia de Sharm-el-Sheikh, pero se hundió en las arenas pues el gobierno de Washington no estaba convencido entonces de que debía ejercer su influencia para definir el curso de los acontecimientos. Dos años más tarde, la situación ha cambiado de raíz. La escalada de inseguridad y el traspaso del poder interno a Estados Unidos han hecho necesario un cambio de conceptos.

Pero la Casa Blanca no ha llegado tan lejos como Robert Gates, el designado secretario estadounidense de Defensa, quien abiertamente señala que Estados Unidos no ganará en el conflicto de Irak; ni como la comisión Baker, que habla de la necesidad de sacar a las tropas estadounidenses. Bush tampoco quiere saber nada de la recomendación emitida por el organismo en cuanto a que Siria e Irán deben participar en una posible solución.

Posibles soluciones

Parece que todos los afectados tienen muy en claro que una salida agitada y sin control solamente serviría para extender aún más el caos en Irak. También transmitiría la impresión de que Estados Unidos saldría de Irak como lo hizo de Vietnam: perdiendo. Una retirada con orden podría evitar o por lo menos aminorar este peligro. Pero sólo podrá producirse cuando el gobierno iraquí esté en condiciones de tomar el control del país.

Una buena posibilidad sería que Bagdad y todos sus vecinos -no solamente Siria e Irán- llegaran a un acuerdo para lanzar mecanismos de cooperación regional. El ministro sirio de Asuntos Exteriores, Walid al-Muallem, hace poco dio el primer paso en este sentido al reconocer de nuevo las relaciones bilaterales con Bagdad, además de apoyo a cualquier iniciativa de paz. Le siguió Teherán, país que a través de su presidente Jalal Talabani también ofreció cooperar.

Ni en Damasco ni en Teherán existe una negativa fundamental para entablar negociaciones con Estados Unidos. Pero esto tiene un precio. En ambas capitales se espera un replanteamiento global de su relación con Washington, para lo cual George W. Bush no está dispuesto. Al mismo tiempo, comparten con otros estados vecinos el interés en una pacificación del país donde alguna vez se acunó la cultura de Mesopotamia.

Por todo lo anterior, no son malas las posibilidades de lograr una solución regional. Mientras más temprano se produzca ésta, mayor será la posibilidad de una retirada digna.

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