Las víctimas esperaban su turno para cargar sus cilindros con gas licuado para festejar la Navidad cuando se produjo la tragedia.
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Un horrible accidente convirtió en un infierno a la ciudad de Nnewi, en el sureste de Nigeria, cuando un camión de transporte de gas licuado se incendió la tarde del 24 de diciembre en una planta industrial de gas, matando a más de 100 personas que esperaban su turno para rellenar sus cilindros de gas para festejar la Navidad. La ciudad pertenece a una zona predominantemente cristiana de Nigeria.
Efectivos de Bomberos lucharon durante horas con las llamas, mientras que testigos y medios aseguran que más de un centenar de cuerpos calcinados quedaron repartidos en el lugar. Emeka Peters, una persona que presenció la tragedia, dijo a la agencia de noticias AP que la explosión ocurrió a eso de las 11 de la mañana, cuando un camión que había terminado de descargar su carga en la planta Inter Corp Oil Limited dejó su lugar sin esperar el tiempo necesario para enfriarse.
“Fue como una bomba, toda la estación de gas se remeció y se llenó de humo negro y espeso. Muchas personas murieron y la mayoría de ellas fueron las que habían estado en la estación haciendo fila todo el día para poder rellenar sus cilindros”, explicó Peters. Los cuerpos y algunas personas gravemente heridas fueron trasladados al Hospital Nnamdi Azikiwe University Teaching en Nnewi.
Difícil reconocimiento
“Muchos de los fallecidos estaban muy quemados y no creo que los familiares puedan reconocer los cuerpos de sus seres queridos”, reveló Peters. La Policía informó este viernes (25.12.2015) que no era posible confirmar los reportes de más un centenar de muertos, pues la investigación de los hechos seguía en curso. “Sí puedo decir que fue un gigantesco infierno”, dijo el portavoz policial Ali Okechukwu a la agencia AFP.
El funcionario añadió que, a su juicio, “se teme que unas pocas personas murieron tras la explosión” y que “en la tarde del jueves, los túneles subterráneos de la compañía seguían en llamas, pero al menos hemos impedido que el fuego se siga extendiendo a otras instalaciones”. Imágenes publicadas en las redes sociales muestran que, tras el control del fuego, la planta quedó convertida en un descampado de cenizas y humo.
DZC (AFP, AP, dpa)
Exrehenes de Boko Haram: "Todavía duele"
Casi 300 mujeres que fueron liberadas de las garras de Boko Haram viven por ahora en campamentos para refugiados, pero su sufrimiento aún no terminó. Desde Nigeria, Jan-Philipp Scholz nos ofrece estas imágenes.
Imagen: DW/Jan-Philipp Scholz
Sonrisas ausentes
“Aquí uno enseguida se da cuenta de una cosa: los niños no sonríen”, cuenta un ayudante en el campamento de refugiados de Malkohi, cerca de la ciudad nigeriana de Yola. Allí viven cerca de 300 personas que fueron liberadas la semana pasada de las garras de la organización terrorista Boko Haram. Casi la mitad de ellas es menor de 18 años. Uno de cada tres niños está subalimentado.
Imagen: DW/Jan-Philipp Scholz
"Solo pude abrazar a mi hija"
Lami Musa es la madre de la habitante más joven del campamento. La semana pasada dio a luz a una niña, y unos días más tarde fue rescatada por soldados. Durante la liberación, los terroristas mataron a varias mujeres. “Solo pude abrazar a mi hija contra mi pecho y cubrirla para protegerla”, recuerda Lami Musa.
Imagen: DW/Jan-Philipp Scholz
Halima perdió un hijo
Halima Hawu tuvo menos suerte: uno de sus tres hijos fue atropellado y murió mientras los terroristas la secuestraban. Durante la liberación de los rehenes, un soldado le disparó en la pierna mientras un miembro de Boko Haram la usaba –como a tantas otras mujeres- como escudo humano. “Todavía duele, pero tal vez ya pasó lo peor”, espera Halima.
Imagen: DW/Jan-Philipp Scholz
Casi no hay alimentos para los niños
Durante seis meses, Babakaka, de tres años, tuvo que vivir con los miembros de Boko Haram. Solo algunas veces había suficiente comida para los niños, cuentan las madres. Cuando lo liberaron, el niño estaba por morir de inanición, y ahora sigue estando muy débil. En el campamento no se le pudo dar el tratamiento médico adecuado.
Imagen: DW/Jan-Philipp Scholz
Escapar a pesar de todo
La madre de Babakaka fue transportada con cerca de otros 20 heridos graves al hospital cercano, en Yola. Uno de los rehenes que caminaba delante de ella pisó una mina terrestre. La explosión fue tan fuerte que la mujer perdió al bebé que traía amarrado a su cuerpo y sufrió heridas de gravedad
Imagen: DW/Jan-Philipp Scholz
Falta personal médico
A excepción de algunas donaciones de ropa usada, aún no ha llegado demasiada ayuda internacional para las mujeres y niños en el campamento de Malkohi. Les falta de todo, especialmente personal médico. No hay ningún médico, sino solo dos enfermeras y una partera que tratan de ayudarlos en lo que pueden.
Imagen: DW/Jan-Philipp Scholz
Importante ayuda de voluntarios
“No entiendo por qué nuestras autoridades responsables de casos de emergencia no hacen nada”, se queja la trabajadora social Turai Kadir, que logró que una especialista en niños subalimentados se hiciera cargo de ellos en el campamento. “En realidad, es tarea de NEMA, la oficina nigeriana para ayuda en casos de catástrofe, pero sus capacidades han sido superadas”, explica.
Imagen: DW/Jan-Philipp Scholz
"Resistencia increíble"
Regina Musa volvió hace poco de EE: UU. para enseñar Psicología en la Universidad de Yola. Ahora ayuda a asesorar a mujeres y niños. “Las mujeres han demostrado una resistencia increíble a la adversidad”, dice Musa, y cuenta que muchas incluso se ocuparon de niños de otras mujeres durante su cautiverio. “Tenemos que lograr que entiendan lo que fueron capaces de hacer”.