¿Trae el libre comercio siempre bienestar para todos?
Jan Walter / PK26 de abril de 2016
¿Trae el libre comercio siempre bienestar para todos? En el caso de Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el balance es ambiguo. La lección más importante: mejor sería un comercio sin subvenciones.
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Tribunales de arbitraje, pérdida de empleos y la influencia de cabilderos: tres difundidos temores de la gente a ambos lados del Atlántico cuando se habla de la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (ATCI), conocida en inglés como Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP). En el caso del TLCAN, entre Estados Unidos, Canadá y México, aún no se sabe a ciencia cierta qué pensar de esos temores, incluso 22 años después de ser firmado.
Algunos analistas dicen que el TLCAN creó un millón de puestos de trabajo en Estados Unidos; otros dicen que destruyó 700.000 empleos. Lo único que se puede probar es que el comercio entre los tres países se multiplicó por tres en los primeros 20 años del tratado.
Los adversarios del TLCAN dicen que este generó miseria en México, empeorando desde 1994 la situación de los pobres, sobre todo en las zonas rurales: muchos pequeños agricultores, particularmente los plantadores de maíz, debieron abandonar sus cultivos, por no poder competir con el maíz estadounidense subvencionado.
La consecuencia: las importaciones de maíz de EE. UU. aumentaron en México fuertemente desde 1994. Pero no fue el TLCAN lo que ayudó a los exportadores estadounidenses de maíz a aumentar sus ventas, sino las subvenciones del Gobierno norteamericano.
Subvenciones y lobbys
Simultáneamente, sin embargo, en México fueron creados miles de puestos de trabajo en la industria, muchos de ellos debidos a inversiones de empresas norteamericanas, pero también de otros países, por ejemplo de fabricantes alemanes de automóviles.
Algo similar podría suceder con el ATCI: empresas estadounidenses podrían quitarle participación en el mercado a empresas europeas y viceversa. También en este caso desempeñan las subvenciones un importante papel, pues poderosos lobbys quieren arrancarles a los respectivos Gobiernos concesiones en ese sentido.
Sobre esas cuestiones giran también las negociaciones en torno al ATCI. Se teme que todo lo que vaya más allá de una reducción generalizada de aranceles aduaneros beneficiará a los grandes grupos económicos. El temor a que los lobbys impongan sus criterios se fundamenta con que las negociaciones se llevan a cabo excluyendo mayormente a la opinión pública.
Los temores pesan más aún porque algunas regulaciones pueden llevar a demandas de inversionistas, por ejemplo, cuando un Gobierno define normas o estándares que ponen en peligro inversiones de empresas extranjeras.
Tribunales arbitrales y Justicia nacional
En el TLCAN, las demandas de inversionistas están reguladas en el capítulo 11. Desde 1994 se han registrado numerosas demandas contra los tres Gobiernos del tratado. En un estudio estadounidense de 2008 se llega a la conclusión de que esas juicios son largos y caros, los fallos favorecen por lo general a los Gobiernos y las empresas casi no son resarcidas cuando sufren pérdidas.
Incluso investigadores del think tank estadounidense Cato Institute, generalmente crítico con respecto a los Gobiernos, cuestionan esa práctica. Jason Yackee, jurista especializado en Derecho Internacional de Inversiones en la Universidad de Wisconsin, llega a la conclusión de que los tribunales de arbitraje son superfluos en los nuevos tratados comerciales internacionales, pues originalmente se habían creado para proteger inversiones en países sin una Justicia independiente.
A pesar de que los tribunales de arbitraje evaden a la Justicia nacional, los negociadores del ATCI parecen querer anclarlos también en este acuerdo. En Alemania, los tribunales de arbitraje son muy criticados, sobre todo desde que la empresa de electricidad sueca Vattenfall exige de Alemania 4.500 millones de euros debido a la decisión del Gobierno germano de desconectar hasta el año 2022 todos los reactores atómicos. Dos de ellos son de Vattenfall.
Vietnam, entre conmemoración y comercio
Hace 40 años terminó la Guerra de Vietnam, con la caída de Saigón.
Imagen: picture-alliance/dpa
El fracaso de Estados Unidos
En el techo de la embajada de Estados Unidos, numerosos vietnamitas que habían estado al servicio de los norteamericanos intentan, presas del pánico, subirse a uno de los últimos helicópteros que evacuaban al personal en abril de 1975. Pero muchos de ellos no lo lograron. Esta foto, mundialmente famosa, se convirtió en un símbolo del fracaso de Estados Unidos en Vietnam.
Imagen: picture-alliance/dpa/H. Van Es
Recuerdos de guerra
Cerca del lugar donde se encontraba la embajada de Estados Unidos, un museo recuerda los más de 35 años de guerra en Vietnam. La lucha por la independencia de Francia está documentada allí, al igual que la "guerra estadounidense", como llaman los lugareños a la Guerra de Vietnam. El museo, que atrae a muchos turistas, exhibe también una colección de obras de fotógrafos vietnamitas y extranjeros.
Imagen: AFP/Getty Images/Hoang Dinh Nam
El horror de Cu Chi
Allí puede verse también la imagen de Cu Chi, a 20 kilómetros de Saigón, captada por un fotógrafo desconocido. En Cu Chi, los vietnamitas había construido un enorme sistema de túneles, con centrales de comando, hospitales y cocinas de campaña. Pese a años de bombardeos, del uso de gases tóxicos y perros rastreadores, Estados Unidos nunca logró expulsar al adversario.
Imagen: picture-alliance/AP Photo
Atracción turística
En la actualidad, miles de turistas recorren cada año los túneles de Cu Chi, que en su momento fueron agrandados para que pudieran entrar personas occidentales. No obstante, esta atracción no es recomendable para quienes sufren de claustrofobia.
Imagen: picture alliance/Robert Harding World Imagery
Descanso en el palacio presidencial
Un día después de la partida de los últimos helicópteros estadounidenses, tropas norvietnamitas descansan en el parque del palacio presidencial de Vietnam del Sur. Tras décadas de privaciones y millones de muertos, se había logrado, no solo la independencia, sino también la reunificación.
Imagen: AFP/Getty Images
Palacio de la reunificación
Hasta el día de hoy, el parque del "Palacio de la Reunificación" es un lugar que atrae a muchos visitantes en Ciudad Ho Chi Minh (la antigua Saigón). Las áreas verdes no abundan en esa metrópoli. El edificio alberga actualmente un museo, en el que se presenta no tanto el aspecto militar sino la dimensión política de la Guerra de Vietnam, naturalmente desde el punto de vista del Partido Comunista.
Imagen: AFP/Getty Images/Hoang Dinh Nam
My Lai
Mucho antes de la caída de Saigón, la operación bélica de Estados Unidos había perdido legitimidad a los ojos de muchos. Tristemente célebre se volvió la masacre de My Lai, de 1968. Soldados estadounidenses mataron allí a 504 personas, entre las que se contaban ancianos, mujeres y niños. No fue un caso único.
Imagen: Keystone/Getty Images
Monumento a las víctimas
A la entrada del lugar, un monumento recuerda hoy a las víctimas. Tras él se encuentra un pueblo fantasma. Las cabañas fueron reconstruidas, pero están deshabitadas. En los caminos hay huellas de pies, que representan a los muertos.
Imagen: picture-alliance/dpa/B. Findeis
Hanoi Hilton
Tran Trong Duyet fue director de la temida cárcel de Hoa Lo, bautizada por los estadounidenses como "Hanoi Hilton". En esta foto, el director habla a los prisioneros. Muchos pilotos estadounidenses, cuyas naves fueron derribadas, estuvieron internados en el "Hanoi Hilton".
Imagen: F. Zeller/AFP/Getty Images
De prisionero a senador
El exprisionero más famoso del Hanoi Hilton es el actual senador estadounidense John McCain. El político visitó esa cárcel en 2009 y fue recibido cordialmente.
Imagen: AFP/Getty Images/Hoang Dinh Nam
Legitimación bélica
Hasta la actualidad, buena parte de la legitimidad el gobernante Partido Comunista de Vietnam se deriva de la guerra. Viejos afiches propagandísticos recuerdan hoy la victoria de 1975. Nunca se dice, sin embargo, que esa conflagración fue también una guerra civil.
Imagen: AFP/Getty Images/Hoang Dinh Nam
Éxito de ventas
Los afiches de entonces son ahora un verdadero éxito de ventas. En Hanoi y en la antigua Saigón hay docenas de negocios especializados en su venta. Prácticamente toda la clientela proviene de Occidente.
Imagen: AFP/Getty Images/Hoang Dinh Nam
Café de los comunistas
Cerca de dos tercios de los 90 millones de vietnamitas son menores de 35 años. Solo conocen la guerra por los relatos que han escuchado. La Guerra de Vietnam suele estar menos presente para los lugareños que para los visitantes occidentales. Eso se aprovecha para hacer negocios. Por ejemplo, en Hanoi, el Cong Caphee (Café de los comunistas) atrae con una decoración que pretende ser original.