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Italia, ¿inhumana?

Rayna Breuer / Evan Romero-Castillo14 de julio de 2012

Una corte de Stuttgart detuvo el traslado a Italia de una familia de refugiados, alegando que ésta corría el riesgo de recibir “trato inhumano” en el país sureuropeo; un argumento que puede sentar precedente en Alemania.

Imagen: picture-alliance/dpa

Una familia palestina proveniente de Siria que había solicitado asilo en Alemania estaba por ser expulsada de territorio germano y trasladada a Italia cuando un tribunal de Stuttgart detuvo el proceso de deportación en seco. El argumento de la corte: la pareja y sus tres hijos corrían el riesgo de recibir un “trato inhumano y degradante” en el país sureuropeo. El veredicto se hizo público el pasado 2 de julio, pero ese pronunciamiento sigue causando conmoción, pese a no ser la primera vez que un juez alemán dicta una sentencia como esa. El dictamen de Stuttgart fue precedido por los de cortes en Karlsruhe, Gelsenkirchen y Magdeburgo.

“La gran mayoría de las personas que buscan asilo [en Italia] se ve obligada a vivir sin techo, sin acceso asegurado a la alimentación, al agua o a la electricidad”, declaró la corte que llevó el caso de los refugiados palestinos, enfatizando que hay razones suficientes para sostener que esa nación no cumple las obligaciones exigidas por el derecho comunitario y el internacional. Los refugiados deben pasar las noches en parques y casas abandonadas y su sobrevivencia se la deben, ante todo, a la labor de organizaciones caritativas.

La ley alemana que regula el proceso para el otorgamiento de asilo reconoce a todos los socios de la Unión Europea (UE) como Estados seguros. De ahí que las autoridades alemanas tengan permitido enviar a los refugiados de regreso a los países que les sirvieron como puerta de entrada al bloque comunitario sin mayores complicaciones. La situación de los refugiados que arriban a la UE a través del territorio alemán es diferente. Eso ayuda a explicar por qué muchos de ellos intentan ocultar las rutas que siguieron para llegar a Alemania.

Refugiados en un centro de acogida en Grecia.Imagen: picture-alliance/dpa

Grecia, tierra inhóspita

Como la norma en cuestión no ha sido actualizada para adaptar sus premisas a las circunstancias vigentes, la Justicia alemana se ha visto en la necesidad de intervenir y ejercer presión sobre los organismos pertinentes. Éstos han terminado reconociendo la difícil situación de los refugiados en Grecia y suspendido por un año la expulsión de refugiados con destino a tierras helenas; pero no han tomado decisiones similares de cara a Italia. El veredicto del 2 de julio puede convertirse en un precedente importante en este sentido.

“Existen indicios puntuales de problemas en el sistema italiano para el otorgamiento de asilo, como la escasez de lugares de acogida en algunas regiones, por ejemplo. Pero no hay razones para decir que en toda Italia escasean los centros de acogida”, dice Robert Drews, de la Oficina Federal de Migración y Refugiados. En otras palabras, el Estado alemán sigue sin ver motivos para dejar de deportar refugiados hacia Italia, amparado por la llamada Regulación de Dublín II.

Esta convención establece que un refugiado sólo puede solicitar asilo en un país comunitario y que el Estado a través del cual entró a la UE está obligado a hacerse cargo de ese trámite. En este momento histórico, la mayoría de los solicitantes de asilo llegan por barco a las costas de Grecia, Italia y Malta. “Aún si Grecia hiciera todo como lo exigen las leyes europeas, ese país seguiría siendo responsable por la acogida de refugiados provenientes de Irak, Irán, Afganistán y Somalia”, dice Karl Kopp, de la organización Pro Asyl.

Solicitantes de asilo en un centro de acogida en Alemania.Imagen: picture-alliance/dpa

“Los tribunales tendrán que corregir el curso”

En lo que a los refugiados se refiere, la Regulación de Dublín II le quita responsabilidad a los países del centro de Europa y la concentra sobre los hombros de los países comunitarios del sur y del este, que tienen fronteras marítimas y terrestres con naciones no comunitarias. Según Kopp, hasta cierto punto, el reto de erigir un sistema de asilo eficiente es percibido por los países del sur y del este de la UE como una tarea demasiado grande; eso reduce su disposición a llevar adelante ese proyecto.

Por eso no extraña que Estados europeos como Alemania, poco afectados por el flujo directo de refugiados, estén tan poco interesados en cambiar la legislación imperante para equilibrar el reparto de la responsabilidad en materia migratoria. “Los políticos hacen hasta lo imposible para aferrarse a la Regulación de Dublín II. Actualmente se está negociando una reforma de ese convenio, pero, en esencia, todo va a quedar igual”, lamenta Kopp. Y, a sus ojos, eso hará que los problemas se intensifiquen.

Para el experto de Pro Asyl, el punto de entrada a Europa no debería determinar en qué país se solicita el asilo. “La expulsión de refugiados no puede seguir practicándose como se ha hecho hasta ahora”, señala Kopp. Tres mil personas fueron deportadas de Alemania hacia otros países europeos en 2011. “Si los políticos se niegan a ceder en este asunto, los tribunales tendrán que corregir el curso”, agrega el especialista, criticando el hecho de que la Regulación de Dublín II permita que a las personas se les trate como pelotas de ping pong.

Autores: Rayna Breuer / Evan Romero-Castillo
Editor: José Ospina Valencia

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