Trump ahora “no tiene previsto” declarar emergencia nacional
11 de enero de 2019
El presidente de Estados Unidos dijo que no piensa tomar esa decisión “ahora mismo”, aunque sectores republicanos empiezan a presionar para que se adopten medidas.
Imagen: Reuters/L. Millis
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Cuando la decisión parecía inminente, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dio una sorpresa este viernes (11.01.2019) al señalar que no tiene previsto declarar una emergencia nacional para construir el muro fronterizo con México "ahora mismo”. El mandatario había deslizado que esa era una posibilidad que barajaba si es que el Congreso no aprueba el presupuesto de 5.600 millones de dólares que Trump exige para sacar adelante su promesa electoral.
"Lo que no estamos buscando hacer ahora mismo es declarar una emergencia nacional. No lo voy a hacer tan rápido", dijo Trump a los periodistas en la Casa Blanca después de reunirse con expertos en seguridad fronteriza. El objetivo de esa jugada táctica es conseguir fondos militares para reasignarlos a la construcción del muro, que Trump ha dicho podría ser también una barrera de otro tipo.
Para el mandatario, la declaración de emergencia es la "salida fácil”, pero insistió en que el Congreso debe cumplir con su responsabilidad y aprobar el monto que él necesita. "Si no pueden hacerlo… declararé la emergencia nacional. Tengo todo el derecho”, señaló. Poco después, el senador republicano Lindsey Graham escribió en Twitter "señor presidente, declare la emergencia nacional AHORA”.
Si hace algo, habrá reacción
Con las negociaciones entre el Gobierno y los demócratas estancadas, la mayoría de los senadores y miembros de la Cámara de Representantes se han marchado a sus hogares, lejos de Washington, a pesar de que el cierre administrativo parcial entró en su vigésimo primer día. Poco a poco gana fuerza entre los republicanos la idea de financiar el muro mediante una orden ejecutiva. Por ello Mitch McConnell, líder republicano en el Senado, ha bloqueado las propuestas demócratas para reabrir la administración.
El cierre del Gobierno mantiene a unos 800 mil empleados sin recibir sus salarios, y ha trastocado el funcionamiento de diversas agencias. Por su parte, la representante demócrata en la Cámara Baja, Nancy Pelosi, dijo que el Trump quien debe tomar la iniciativa. "Cuando el presidente actúe, responderemos a lo que sea que haga”, dijo Pelosi a la prensa tras aprobarse una propuesta para que los empleados federales reciban su pago de forma retroactiva una vez que se reabra el cierre parcial.
DZC (EFE, AFP, Reuters)
Cierres de gobierno en Estados Unidos: una cronología
El Congreso está a cargo de aprobar el presupuesto hace más de 200 años, pero los cierres administrativos por desacuerdos financieros son algo más bien nuevo. Acá revisamos cuántas veces ha ocurrido el famoso "shutdown".
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Vieja historia
Siempre que se acerca la medianoche del 30 de septiembre, empiezan a sonar las alarmas: o se aprueba el presupuesto, o el Gobierno debe cerrar sus operaciones. Originalmente, el Artículo I, Sección 9 de la Constitución de EE. UU. requería que el presupuesto recibiera la aprobación de los parlamentarios. En 1870, el Acta Antideficiencia se enfocó en las agencias que gastaban dinero sin preguntar.
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No hay dinero, no hay pagos, no hay trabajo
A instancias de Jimmy Carter, el fiscal general revisó el Acta Antideficiencia en 1980 para responder la pregunta "Sin presupuesto, ¿deben ir a trabajar los empleados del Gobierno?". Según la opinión legal de Benjamin Civiletti, si no hay dinero, entonces no hay que trabajar. Carter vivió breves "shutdowns", pero la nueva interpretación de la ley convirtió los cierres en una táctica negociadora.
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Ronald Reagan y el primer cierre
El primer cierre de verdad, -más de 240.000 trabajadores sin paga- ocurrió en noviembre de 1981. A comienzos de su mandato, Ronald Reagan se negó a firmar un presupuesto sin un millonario recorte impositivo. El Senado, controlado por los republicanos, y la Cámara, por los demócratas, encontraron una solución al día siguiente. Escenarios similares se vivieron siete veces hasta el fin de su mandato.
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Bill Clinton y el cierre partidista
Hasta 1995, los presupuestos se aprobaron sin grandes problemas. Pero ese año Bill Clinton se enfrentó a Bob Dole en el Senado y Newt Gingrich en la Cámara. El Congreso liderado por los republicanos quería un presupuesto balanceado a siete años, mayores primas de Medicare y retrocesos en las regulaciones ambientales. Pasaron 27 días antes de que hubiera acuerdo. ¿El costo? Mil millones de dólares.
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Un juego parlamentario, un dolor de cabeza
Muchos departamentos, como las Fuerzas Armadas, la seguridad nacional y todos los que son esenciales para la protección de la vida, siguen operando durante los cierres. Pero el Servicio de Impuestos Internos y la Administración de Alimentos y Drogas, por ejemplo, deben cesar sus funciones. Esto redunda en retrasos en las decisiones fiscales y la inspección de alimentos, entre otros problemas.
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Obama y el Congreso controlado por Cruz
Otro cierre grande ocurrió en 2013, bajo la presidencia de Barack Obama. Su programa de salud, conocido como Obamacare, enfrentó una dura oposición. Liderados por el senador Ted Cruz, los republicanos presionaron para que se redujeran las prestaciones a cambio de aumentar el límite de la deuda. El cierre de 18 días perjudicó a unos 850.000 trabajadores y costó al país 24 mil millones de dólares.
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¿Un cierre de varios años?
El último cierre, que comenzó a fines de diciembre, ya se encuentra entre los más largos de la historia. Unos 800.000 empleados federales se encuentran sin salarios. Pese a los problemas, el presidente Donald Trump se ha negado a ceder en su insistencia de recibir financiamiento para su muro con México. De hecho, el mandatario ha dicho estar preparado para que esta situación dure varios años.
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El costo del juego político
Los costos de los cierres no han frenado la tendencia. Washington pierde millones de dólares, no solo en ingresos, sino también en pagos, pese a que los empleados deben quedarse en casa. El tiempo, trabajo y dinero perdidos son consecuencia de los "shutdown". Según datos de la agencia Standard and Poor's, el actual cierre le costará a EE. UU. aproximadamente 6.000 millones de dólares a la semana.
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¿Contribuyen los cierres a la desconfianza?
Pero los mayores perdedores no son la economía ni los partidos, que hacen las concesiones. Podría decirse que el principal derrotado es el Gobierno. Según una encuesta Gallup, realizada tras el cierre de 2013, la insatisfacción de la ciudadanía con el Gobierno en general llegó al 33 por ciento. El récord anterior había sido del 26 por ciento, y databa de los años del escándalo Watergate.
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