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Trump desenmascara el foro de Davos

Andreas Becker
26 de enero de 2018

El discurso del presidente estadounidense en Davos no planteó nada nuevo. Pero la intervención de Trump puso en evidencia los límites del Foro Económico Mundial, a juicio de Andreas Becker.

Schweiz Weltwirtschaftsforum in Davos | US-Präsident Donald Trump
Imagen: picture-alliance/KEYSTONE/L.Gillieron

Mucho se había especulado en los últimos días acerca del discurso del presidente Donald Trump en la última jornada del Foro Económico Mundial de Davos. ¿Haría concesiones, diría algo sobre el libre comercio y los tratados multilaterales?

A fin de cuentas, el lema del foro era este año: "Crear un futuro mancomunado en un mundo atomizado”. Un slogan que algunos interpretaron como un premeditado distanciamiento de la política de Trump.

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Sin embargo, tras 15 minutos de discurso, estaba todo claro: Trump dijo precisamente lo que siempre ha dicho. Alabó su política, gracias a la cual la economía estadounidense va viento en popa y se crean empleos. Subrayó que los intereses de su país, naturalmente, tienen prioridad para el, acotando que cualquier otro jefe de Estado debería actuar de igual modo. Insistió en que sin acuerdos justos no podía haber libre comercio. También eran conocidos desde hace tiempo sus planteamientos en cuanto a la inmigración (sólo si favorece a Estados Unidos) y a Corea del Norte e Irán (mostrar firmeza).

Autoalabanzas y propaganda

A todas luces, Trump no quiso desviar la atención de su  principal propósito: promocionar las inversiones en su país. Reiteradamente invitó a los grandes del mundo de las empresas y las finanzas, reunidos en Davos, a aprovechar las oportunidades y hacer negocios en Estados Unidos. Eso, ciertamente, no es una peculiaridad de Trump: todos los gobernantes alaban las condiciones de inversión en sus respectivos países.

Trump, a lo sumo, es más directo. "America is open for business”, afirmó, asegurando que el mismo vela por ello, con bajos impuestos, energía barata y reducción de la burocracia y las regulaciones.

Andreas Becker

El fundador del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab, alabó en su bienvenida la reforma tributaria de Trump, indicando que también da un impulso a la economía mundial. El hecho de que el Fondo Monetario Internacional considere que ese impulso será solo de corto aliento, hasta que los déficits fiscales y las deudas estatales vuelvan a provocar problemas, no importó mayormente. También otros representantes empresariales, entre ellos el jefe de Siemens, Joe Kaeser, aplaudieron la rebaja tributaria de Trump para las empresas.

La médula de Davos

Con el discurso de Trump quedó en evidencia, con mayor claridad que otras veces, aquello que no logran ocultar todos los debates sobre distribución injusta de la riqueza, globalización con equidad, el futuro del trabajo, criptomonedas, inteligencia artificial, ciencia y arte: que el Foro Económico Mundial es, en lo medular, un encuentro anual de inversionistas, dedicado a hacer negocios. Todo lo demás puede ser importante y correcto, pero es solo accesorio.

No obstante, Schwab tiene razón al subrayar continuamente cuán importantes son los acuerdos y la cooperación multilateral en este mundo de hoy. Porque el principio de Trump, según el cual la situación del mundo mejora cuando a las empresas les va bien, no sirve para resolver problemas globales como la destrucción del medio ambiente y la migración.

En Davos se habla de ellos solo de manera informal. La ardua pugna por lograr acuerdos se lleva a cabo en lugares menos glamorosos, en el marco de cumbres y organizaciones como la ONU.

El Foro Económico Mundial se propone, según su propia publicidad, "mejorar el estado del mundo”. Pero no tiene ni la mitad de la importancia que quisiera hacer creer que tiene.

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