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Trump, el predicador del odio

Konstantin Klein
2 de noviembre de 2018

El presidente estadounidense quiere reforzar la frontera con México con 15.000 soldados, para defenderla de 5.000 migrantes desarmados. Una medida de campaña electoral, desproporcionada a juicio de Konstantin Klein.

Imagen: Getty Images/AFP/T. Samson

La palabra xenofobia viene del griego antiguo y significa textualmente "miedo a lo extranjero”. Desde el punto de vista psicológico, se la puede tomar con el mismo sentido que se da al uso del término "fobia” en otros contextos políticos o sociales. Porque, por ejemplo, quien se autocalifica de "homofóbico” no solo tiene miedo a los homosexuales, sino que alimenta sobre todo sentimientos negativos como odio o desprecio hacia personas homosexuales. De manera similar, la xenofobia no solo está marcada por el miedo, sino también por el odio y el desprecio al extranjero.

Y así llegamos a Donald Trump. El, que tiene motivos para temer a las elecciones intermedias de la próxima semana, azuza no solo desde ayer el miedo, el odio y el desprecio que su electorado siente contra todo lo que sea "diferente”. Sembrar el desprecio y el miedo es un componente medular de la propaganda de Trump, aunque surjan así ideas tan ridículas, inhumanas o descabelladas como la promesa electoral de construir un muro en la frontera con México, la de separar a los inmigrantes ilegales de sus hijos o –la idea más reciente- de reformar el derecho constitucional a obtener la ciudadanía, mediante un decreto presidencial.

Los contraargumentos en cuanto a que el muro no se puede financiar, las críticas vertidas incluso por muchos republicanos por el comportamiento desconsiderado de representantes del servicio de Inmigración y Control de Aduanas, y los argumentos de casi todos los expertos constitucionalistas solo le interesan a Trump como munición en su batalla por afianzar su poder dividiendo a la nación en "buenos” y "liberales. Sus republicanos ya califican desde hace tiempo a todos los que de alguna forma están a su izquierda de "liberales”, lo que en lenguaje común no significa otra cosa que "comunistas”. Quien no está a favor de Trump y sus ideas, está en contra y es, por las dudas, un comunista y un traidor.

Konstantin Klein.

Con el actual anuncio de que se propone enviar hasta 15.000 soldados a la frontera con México para detener una caravana de 5.000 migrantes desarmados, Trump sigue azuzando el miedo y el odio de sus simpatizantes. Porque si el presidente considera necesario enviar soldados bien entrenados y fuertemente armados a la frontera, la seguridad nacional debe estar en serios aprietos, pensarán algunos. En el sentir de la clientela de Trump, no importa en absoluto que, sin una autorización expresa del Congreso –que no ha sido impartida-, los militares estadounidenses no puedan hacer nada, salvo apostarse como elemento de disuasión en la frontera. No pueden impedir que los migrantes la atraviesen. A lo sumo, pueden avisar a la guardia fronteriza si observan cruces ilegales. Pero eso también podría hacerlo cualquier granjero de la zona fronteriza.

Como candidato en campaña, Trump tuvo un éxito inesperado, incluso para él mismo, en 2018. Dado que, sin embargo, no ha podido entregar a su electorado muchos resultados cuantificables, su única posibilidad de repetir dicho éxito es seguir apretando las clavijas de su retórica y saciando la avidez sensacionalista de sus adherentes y también de la prensa, con ideas cada vez más llamativas.

Por curiosas que sean sus ideas y consignas, se debe tener cuenta que hay gente que padece debido a la política de Trump. Sufre, sin que por ello se beneficie el electorado de Trump. El rechazo de inmigrantes no crea nuevos empleos en la industria del carbón o de los automóviles. Tampoco contribuye a un mejor servicio de salud o a una rebaja de impuestos. La responsabilidad por ese sufrimiento, que no beneficia a nadie, recae sobre alguien; en el caso de Estados Unidos, ese alguien es el presidente. Y eso transforma a Trump, de curioso combatiente en una campaña electoral, en un predicador del odio.

(ER/CP)

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