El plan de paz del presidente Donald Trump para el Medio Oriente vela por los intereses de Israel e ignora las preocupaciones palestinas, critica Rainer Sollich.
Publicidad
El conflicto entre israelíes y palestinos lleva muchas décadas irresuelto. Ni guerras, ni ataques o levantamientos populares, ni iniciativas internacionales, ni acuerdos de paz o resoluciones de la ONU han cambiado sustancialmente nada. La desconfianza es grande. Y la voluntad o la capacidad de ambas partes para llegar a compromisos históricos, nula.
Visto así, podría haber sido un impulso esperanzador que un presidente de EE. UU., con una visión convincente de una política de paz, desde Washington, subiera al escenario del Medio Oriente y planteara: estamos en el fondo de un callejón sin salida, ¡probemos entonces nuevas ideas y emprendamos un camino totalmente diferente!
Humillación, en lugar de acuerdo
Pero Donald Trump no es precisamente un presidente conocido por sus visiones en materia de política de paz. No tiene nuevas ideas o soluciones, tampoco para el Medio Oriente. Por el contrario: su plan de paz, anunciado como el "acuerdo del siglo", no es un "acuerdo" en el sentido de un compromiso negociado arduamente entre partes en igualdad de condiciones. Es claramente un intento de dictar política.
El plan tiene en cuenta los intereses de seguridad de Israel de modo muy generoso y unilateral, con algunas restricciones bastante simbólicas, mientras que los palestinos ni siquiera participaron en la elaboración del plan y resultan claramente perdedores. Corren el riesgo de perder, por anexión, más territorios poblados u ocupados por los israelíes, territorios que los palestinos reclaman como propios de acuerdo con el derecho internacional.
Aunque se supone que se les debe permitir obtener su propio Estado, este debería subordinarse rigurosamente a los intereses de seguridad israelíes y estar completamente desmilitarizado. Jerusalén, tal y como dictaminó Trump unilateralmente en 2017, seguiría siendo la capital "indivisible" de Israel, para siempre. Al mismo tiempo, casi como premio de consolación, algunas partes en el este de la ciudad, poblado por árabes, podrían servir a los palestinos como "capital" en el futuro.
Su plan puede ser la "última oportunidad" para los palestinos, dijo Trump. Y también podría haber dicho, directamente: Acéptenlo o no, ¡pero no tendrán otra oportunidad conmigo! No hay modo de que surjan así dos Estados con los mismos derechos. Lo que Trump otorga a los palestinos es, en el mejor de los casos, una solución de un Estado y medio.
Rienda suelta para Israel
Este enfoque político no solo es inmoral y humillante, porque en un conflicto entre dos partes apenas solo se ayuda al más fuerte a hacer valer su "derecho". El "plan de paz" de Trump también es peligroso, porque da prácticamente rienda suelta a Israel para anexar otros territorios palestinos, sobre la base de este supuesto "acuerdo".
Al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, todo esto le queda como traje hecho a medida, pues ha conseguido más concesiones de Washington que cualquier otro jefe de Gobierno israelí en mucho tiempo. Esto ayuda a puntear en la campaña electoral y eclipsa las acusaciones de corrupción en su contra.
Del lado árabe-musulmán, sin embargo, pueden esperarse protestas masivas, aunque es probable que muchas no pasen de declaraciones de los dientes para afuera. Eso sí, las fuerzas extremistas pueden frotarse alegremente las manos, pues el plan les da un nuevo pretexto perfecto para sembrar el terror y la violencia. Desgraciadamente, nada de esto hará que el Medio Oriente sea más seguro. Tampoco Israel.
(rml/ers)
Deutsche Welle es la emisora internacional de Alemania y produce periodismo independiente en 30 idiomas. Síganos en Facebook | Twitter | YouTube |
Tierra Prometida, tierra de conflicto
¿Triunfo o catástrofe? Tras el Holocausto, el 14 de mayo de 1948 marcó un vuelco en la historia judía, al instaurarse el Estado de Israel.
Imagen: picture-alliance/dpa
El triunfo de la esperanza
El 14 de mayo de 1948, David Ben Gurión proclamó la instauración del Estado de Israel. La fecha de ese aniversario corresponde ahora al 19 de abril según el calendario hebreo. Ben-Gurión se refirió a la historia del pueblo judío recordando: "Nunca perdió la esperanza", y "nunca se acalló su plegaria por el retorno y la libertad". Los judíos habían regresado por fin a su lugar de origen.
Imagen: picture-alliance/dpa
En la ONU
Un triunfo diplomático: la bandera del nuevo Estado fue izada de inmediato ante el edificio de las Naciones Unidas en Nueva York. Para los israelíes, el reconocimiento internacional significó un paso más hacia la seguridad y la libertad.
Imagen: Getty Images/AFP
La hora más negra
La importancia de la fundación del Estado de Israel queda especialmente de manifiesto ante el trasfondo del Holocausto. Durante la II Guerra Mundial, los nazis asesinaron a unos 6 millones de judíos en los campos de concentración y las cámaras de gas. La foto muestra a los prisioneros del campo de concentración de Auschwitz tras su liberación.
Imagen: picture-alliance/dpa/akg-images
"Nakba" - la catástrofe
Los palestinos recuerdan la fundación del Estado de Israel con el término "nakba": catástrofe. Cerca de 700.000 personas tuvieron que abandonar su tierra para hacer lugar a los ciudadanos del nuevo Estado. La instauración del Estado de Israel marca así el inicio del conflicto del Medio Oriente que, 70 años más tarde, no ha logrado ser superado, pese a numerosos intentos de mediación.
Imagen: picture-alliance/CPA Media
De cara al futuro
La autopista Nr. 2 no solo conecta a las ciudades de Tel Aviv y Netanya; también refleja el ansia de progreso del joven Estado. La carretera fue inaugurada en 1950 por la primera ministra israelí Golda Meir, quien aplicó una severa política económica y de modernización.
Imagen: Photo House Pri-Or, Tel Aviv
Los kibutz, un paraíso para los niños
Las granjas colectivas conocidas como kibutz se extendieron por todo Israel, especialmente en los primeros años que siguieron a la instauración del Estado judío. Sobre todo judíos seculares y de tendencia socialista materializaron allí sus visiones de la vida en comunidad.
Imagen: G. Pickow/Three Lions/Hulton Archive/Getty Images
Seis días de guerra
Las tensiones con los vecinos árabes no amainaron. En 1967 desembocaron en la Guerra de los Seis Días, en la que Israel derrotó a Egipto, Jordania y Siria y tomó el control de Jerusalén Oriental y la Cisjordania. Fue el capítulo inicial de una serie de enfrentamientos y guerras en la región.
Imagen: Keystone/ZUMA/IMAGO
Asentamientos conflictivos
La política israelí de asentamientos azuzó continuamente el conflicto con los palestinos. La Autoridad Autonómica acusó a Israel de hacer imposible el futuro Estado Palestino, con su sostenida política de construcción de asentamientos. También la ONU ha condenado esas construcciones, sin que Israel haya enmendado el rumbo.
Imagen: picture-alliance/newscom/D. Hill
Ira, odio y piedras
En 1987, los palestinos se rebelaron contra el dominio israelí en los territorios ocupados. La protesta se inició en la ciudad de Gaza y se propagó rápidamente a Jerusalén Oriental y la Cisjordania. El alzamiento se prolongó durante años y terminó con la firma del acuerdo de Oslo en 1993.
Imagen: picture-alliance/AFP/E. Baitel
¿Por fin paz?
Con la mediación del entonces presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, el primer ministro israelí, Yitzhak Rabin, y del jefe de la OLP, Jasser Arafat, emprendieron en 1993 conversaciones de paz que condujeron al Acuerdo de Oslo. En él, ambas partes reconocieron oficialmente a la otra. El asesinato de Rabin, perpetrado dos años después por un joven radical israelí, echó por tierra el acuerdo.
Imagen: picture-alliance/CPA Media
Acercamiento en la Knesset
El Holocausto marca las relaciones germano-israelíes hasta el día de hoy. En febrero del año 2000, el entonces presidente germanofederal, Johannes Rau, pronunció un discurso ante la Knesset, en alemán. Fue un hito que exigió una superación a ambas partes y un paso más de acercamiento, de gran peso simbólico.
Imagen: picture-alliance/dpa
El muro israelí
La política israelí de asentamientos endureció los frentes del conflicto del Medio Oriente. En 2002 comenzó la construcción de un muro de 107 kilómetros de largo en la Cisjordania. La barrera contuvo en buena medida la violencia, pero no resolvió los problemas políticos.