Trump reencauza algunas aperturas de Obama, da marcha atrás a otras y el resultado es: el pueblo cubano será la principal víctima, de estos cambios y de los que ya anuncia el gobierno de Raúl Castro, opina Amir Valle.
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El presidente estadounidense Donald Trump ha actuado siguiendo una verdad que todos los gobiernos y foros internacionales reconocen: si bien es verdad que cinco décadas de medidas restrictivas y de condenas públicas contra el régimen cubano no dieron ningún resultado en la democratización de la isla, también es innegable que La Habana ha mal entendido como "legitimación" la postura de acercamiento y de distensión de Obama y la Unión Europea y se ha comportado aún más agresiva con sus opositores y más prepotente con quienes le han tendido la mano.
¿Alguien puede dudar de esa prepotencia? Hay cientos de ejemplos de ello: "Esta es una batalla más de la Revolución, el enemigo se ha tenido que sentar en la mesa de negociaciones", repitieron los medios de prensa de la isla tras la visita de Obama, ó "la rancia Europa cede ante la dignidad de Cuba, ahora tenemos que arrodillarlos", dijo un reconocido portavoz del gobierno en una de las mesas redondas informativas de la televisión luego de la visita a La Habana de la jefa de la diplomacia europea Federica Mogherini. O, más recientemente, el cinismo de los representantes cubanos ante Naciones Unidas exigiendo que Internet debe ser un servicio accesible para todos en el mundo.
Una pequeña guerra económica
En el plano económico interno, los estrategas del castrismo encontraron rápidamente el antídoto contra la más letal estrategia de Obama: fortalecer al pequeño empresario creándole concesiones a empresas y entidades financieras norteamericanas para que negociaran directamente con ese sector de la población cubana. El antídoto acaba de ser establecido como Ley en la reunión más reciente del Parlamento cubano: se prohíbe la acumulación de propiedades y de riquezas, una resolución que sigue la tesis de Fidel Castro de ver como delincuente y enemigo de la Revolución a cualquier cubano que logre acumular riqueza aunque sea a partir de los escasos negocios particulares legalizados por el gobierno.
Pero nada dice esa nueva resolución del castrismo sobre la concentración de la economía nacional en manos militares y, más específicamente, en poder del grupo GAESA, dirigido por un alto oficial que estuvo emparentado con Raúl y que posee inversiones en más del 60% de la economía nacional y controla más del 80% del sector turístico.
Solo basta este último ejemplo, el del turismo, para ver cuán contradictoria son las medidas de Trump. Su ataque principal va contra la economía regida por los militares, pero se elimina el viaje individual autodirigido y los viajes para fines educativos no académicos se limitarán a los viajes en grupos. ¿Y dónde se hospedan en la isla esos grupos? En hoteles controlados por GAESA, o de empresas como Cubanacán y Gran Caribe, también gubernamentales.
Trump, por cierto, parece seguir el equívoco de la Unión Europea en este aspecto. En una entrevista para DW, Knut Fleckenstein, vocero de la fracción socialdemócrata del Parlamento Europeo, establece como estrategia "que las ganancias del turismo no vayan a parar a los consorcios estatales, sino que sean utilizadas para apoyar a todos los pequeños empresarios que abren sus negocios y aportan a la formación de una economía". Habría que preguntarle, ¿y cómo pretenden que eso se logre si, hasta donde muestran los hechos, todas las negociaciones y convenios establecidos hasta hoy por el bloque son precisamente con quienes ostentan el poder económico en Cuba, es decir, con el gobierno y los empresarios militares?
Más ataduras para el pueblo
En lo social e ideológico, Obama había logrado minar el pretexto de la guerra permanente contra Estados Unidos con el que Fidel y Raúl tuvieron engañados al pueblo por décadas. Trump ahora le devuelve esa justificación a Raúl Castro, y a quien lo sustituya en febrero de 2018, de modo que volverán los tiempos en que todos los errores económicos, políticos y sociales del gobierno se le achacaban al bloqueo y al ataque del eterno enemigo del Norte. Aún peor, en la realidad cubana actual no existe modo de que las nuevas medidas favorezcan al sector empresarial independiente, por lo cual ya ese sector en la isla dice esperar malos tiempos. También ese regreso a la imposición y el condicionamiento recrudecerá la represión, pues otra vez será valida, para los admiradores nostálgicos del castrismo y para el gobierno, la necesidad de defenderse de "los enemigos internos, mercenarios del imperialismo", etiqueta que, como reconocen los mismos opositores, había empezado a perder credibilidad en el ámbito nacional e internacional.
Los cubanos se ven arrastrados otra vez hacia tiempos difíciles. Ahora es peor. A la falta de pericia y obstáculos de la oposición para movilizar a un pueblo acostumbrado a la inopia política, se sumaba la incapacidad de la Unión Europea y de otras naciones en encauzar su acercamiento en beneficio del pueblo y no del gobierno. Ahora se suman tres graves peligros: la crisis venezolana, el reposicionamiento de Rusia en la isla y la insistencia de Washington en forzar cambios con fórmulas fracasadas.
"Cuando los cubanos den pasos concretos, estaremos listos y preparados para volver a la mesa para negociar ese acuerdo", dijo Trump en Miami, olvidando que el castrismo jamás ha entendido ese discurso de presión y, sobre todo sin saber que, como confirma La Habana en una declaración oficial, está lanzando a millones de cubanos, otra vez, a una trinchera que no desean.
Fidel Castro, el hombre y la revolución
Nació el 13 de agosto de 1926. A un tiempo celebrado como máximo líder y denostado como dictador, Fidel Castro Ruz ha marcado la vida de muchos de sus compatriotas, incluso tras su muerte, el 25 de noviembre de 2016.
Imagen: Reuters
Educación Jesuítica
Nacido el 13 de agosto de 1926 en el poblado cubano de Birán, nadie podía vaticinar, a sus catorce años, cómo discurriría la vida de Fidel Castro Ruz. Sin embargo, ya destacaba entre sus compañeros, sobre todo por su inteligencia y capacidad de oratoria. Esta foto data de 1940, la época en que estudiaba en el Colegio de Dolores, dirigido por los jesuitas, en Santiago de Cuba.
Imagen: picture-alliance/dpa/Jose Maria Patac
“Alumno sobresaliente”
Fidel Castro Ruz quería llegar lejos. Sus padres, inmigrantes gallegos, habían logrado labrarse una buena posición social. Así que Fidel disfrutó de una buena educación. En 1945 finalizó el bachillerato. En el anuario de su colegio se lo describe como un “alumno sobresaliente y buen deportista”. Cinco años más tarde se recibió de abogado.
Imagen: AP
Lucha contra Batista
En 1952 presentó su candidatura a diputado, pero el golpe de Estado de Fulgencio Batista frustró sus aspiraciones. Castro intentó combatirlo en tribunales, pero luego optó por la lucha armada. Fracasó con el asalto al cuartel Moncada, en 1953. Tras haber sido encarcelado, amnistiado y expulsado del país, retornó en 1956, en el yate Granma, e inició la lucha de guerrillas en la Sierra Maestra.
Imagen: AP
Triunfa la revolución
Tras victorias guerrilleras, Batista perdió el apoyo militar y huyó de Cuba. El 1 de enero de 1959, la revolución había triunfado. Días después, Fidel Castro hacía su entrada triunfal a La Habana. Al mes, fue nombrado primer ministro por el nuevo presidente, Manuel Urrutia, quien se vio forzado a renunciar por diferencias con Castro. Lo reemplazó Osvaldo Dorticós, quien afianzó el poder de Castro.
Imagen: AP
Playa Girón
La tensión entre EE. UU. y Cuba aumentó cuando las expropiaciones cubanas afectaron intereses estadounidenses. Washington impusó un boicot comercial, y el 3 de enero de 1961 rompió relaciones diplomáticas con La Habana. En abril, una expedición de cubanos apoyados por la CIA desembarcó en Playa Girón para derrocar al régimen cubano. La contraofensiva de Castro detuvo la invasión en tres días.
Imagen: AP
La crisis de los misiles
En 1960, Kruschev dijo: “No sé si Fidel es comunista, pero yo soy fidelista”. Moscú reanudó relaciones diplomáticas con La Habana. Y la Unión Soviética instaló bases de misiles nucleares en Cuba, lo que desencadenaría la llamada "Crisis de octubre" o “Crisis de los misiles”. Moscú cedió a la presión de Kennedy a cambio de que EE. UU. no invadiera Cuba y desmantelara sus bases nucleares en Turquía.
Imagen: imago/UIG
Cuba y América Latina
El episodio de Girón (internacionalmente conocido como Bahía de Cochinos) aceleró la proclamación del carácter socialista, marxista-leninista, de la revolución. Cuba terminó expulsada de la Organización de Estados Americanos (OEA). Y Castro, temporalmente aislado en el continente. Pero fue recibido en Chile por el presidente Salvador Allende (foto), luego derrocado por Augusto Pinochet en 1973.
Imagen: AFP/Getty Images
La hora de la Perestroika
La llegada al poder de Mijaíl Gorbachov, en Moscú, marcó el inicio de la era de la glasnost y la perestroika. La Cortina de Hierro comenzó a caerse a pedazos y el imperio soviético terminó derrumbándose. Cuba perdió a su principal aliado externo, sumiéndose en una aguda crisis. Miles de cubanos intentaron huir a Miami en precarias embarcaciones. Muchos vaticinaban el fin del régimen castrista.
Imagen: picture-alliance/dpa
Primera visita papal
Un decreto de Pío XII prohibía a los católicos el apoyo a los regímenes comunistas. En virtud del mismo, el Vaticano había excomulgado a Fidel Castro en enero de 1962. Pero las décadas pasaron y, luego del término de la Guerra Fría, llegó el momento del acercamiento: en 1996, Castro visitó al Papa Juan Pablo II y este le retribuyó la visita dos años más tarde, en un gesto considerado histórico.
Imagen: picture-alliance/AP/Michel Gangne
Jimmy Carter en Cuba
Desde que Estados Unidos impuso su embargo comercial, económico y financiero en 1962, hubo pocos momentos de distensión entre Washington y La Habana. Uno de los pocos signos en esa dirección fue la visita del expresidente estadounidense Jimmy Carter, en 2002, motivada por la intención de encontrar puntos de acercamiento. Tampoco sus buenos oficios provocaron cambios sustanciales en Cuba.
Imagen: Adalberto Roque/AFP/Getty Images
El nuevo rostro de la revolución
Desde los años 90, Cuba dejó de ser vista como un peligroso exportador de revoluciones. Con el estrepitoso derrumbe del bloque del Este, las ideologías de izquierda naufragaban. Pero en Venezuela llegó al poder un nuevo dirigente dispuesto a propagar la “Revolución Bolivariana”. Hugo Chávez, declarado admirador de Fidel Castro, le dio a La Habana un efectivo respaldo, también económico.
Imagen: picture-alliance/dpa/dpaweb
La entrega del poder
La enfermedad forzó a Fidel Castro a ceder el poder en 2006. Su hermano Raúl garantizaría que no hubiera vuelco radical en un sistema que, con avances en educación y salud, cobró un alto precio: falta de libertad política y represión. Mientras afloraban los primeros cambios, Castro se fue despidiendo de a poco, defendiendo su visión hasta el final, desde las páginas del diario oficial, "Granma".
Imagen: picture-alliance/dpa/Jose Goitia
La visita del papa Francisco
El papa Francisco visitó al otrora hombre fuerte de Cuba, Fidel Castro, después de una misa oficiada en la Plaza de la Revolución de La Habana, el 20 de septiembre de 2015. Federico Lombardi, portavoz del Vaticano, confirmó que el encuentro “informal” tuvo lugar en la residencia de Castro y duró entre 30 y 40 minutos. Castro y el argentino Jorge Mario Bergoglio intercambiaron libros.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/A. Castro
La era del deshielo
En diciembre de 2014, el presidente de EE. UU., Barack Obama, y el de Cuba, Raúl Castro, anunciaron que retomarían las relaciones diplomáticas entre ambos países. Obama visitó Cuba en marzo de 2016. Habían pasado 88 años desde la última vez que un presidente estadounidense pisara la isla. EE. UU. retiró a Cuba de la lista de países que apoyan el terrorismo y el deshielo comenzó a afianzarse.
Imagen: Reuters/C. Barria
Fidel y Maduro
El expresidente cubano Fidel Castro volvió a mostrarse en público el 13 de agosto de 2016, para asistir a la gala cultural que que celebró su 90 cumpleaños en el teatro Karl Marx de La Habana. Acompañado por el mandatario cubano, Raúl Castro, y el venezolano, Nicolás Maduro, Fidel Castro fue recibido en el teatro por más de 5.000 espectadores, con aplausos y gritos de "Fidel, Fidel".
Imagen: Reuters/Cubadebate/I. Francisco
Fe de vida
Tantas veces anunciada y desmentida, pocos creyeron la noticia de su fallecimiento en un primer momento. No obstante, el 25 de noviembre de 2016, los bares empezaron a cerrar y las reuniones callejeras se dispersaron, al correr el rumor de su deceso. Durante años, Castro desmintió a quienes lo daban por muerto publicando fotografías o artículos de opinión, con una fecha actual y visible.
Imagen: Getty Images
Discreta pero omnipresente conmemoración
Según su propia indicación, aprobada por el Parlamento, en Cuba no hay estatuas ni bustos con la efigie de Fidel Castro. Su imagen es omnipresente en carteles políticos, pero no hay estadios, teatros, calles o condecoraciones con su nombre. Para conmemorarlo se supone que bastan su tumba y las múltiples alusiones diarias en la prensa e, incluso, en un nuevo proyecto de Constitución "fidelista".
Imagen: Martin Funck
Los restos del "Comandante"
Las cenizas de Fidel Castro, en vida "Comandante en Jefe" de las Fuerzas Armadas, reposan en la ciudad de Santiago de Cuba, dentro de una roca de granito gris, adornada con una placa de mármol verde oscuro y una incripción en relieve “Fidel”. El cementerio de Santa Ifigenia fue remodelado para alinear las tumbas de los líderes independentistas más importantes de la isla con la suya.
Imagen: picture-alliance/dpa/A. Vecchi
La sucesión
Analistas políticos sostienen que la muerte de Fidel Castro no ha influido sobre el curso de las reformas aplicadas en Cuba, ni para acelerarlas ni para retrasarlas, porque la dinámica de las mismas ya no estaba asociada a su figura cuando él se retiró de la política, una década antes. Su hermano y sucesor, Raúl, fue relevado por un dirigente más joven, Miguel Díaz-Canel, en febrero de 2018.