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Trump y May, un juego arriesgado

2 de febrero de 2017

La primera ministra británica parece haberse arrojado al cuello de Donald Trump para conseguir el anhelado tratado comercial tras el Brexit. Pero, ¿vale la pena económica y políticamente?

Treffen mit dem US-Präsidenten - May bei Trump
Imagen: Reuters/C. Barria

A muchos británicos les pareció un regalo inesperado. Justo en el momento en que Gran Bretaña se veía amenzada por el aislamiento político y económico ante la inminente salida de la Unión Europea, Donald Trump fue elegido presidente de Estados Unidos. Este ya había alabado, durante su campaña electoral, el "brexit" y anunciado su deseo de querer pactar un tratado de libre comercio bilateral.

La primera ministra británica, Theresa May, inicialmente en contra del Brexit no se lo pensó dos veces y viajó a Washington para reunirse con el gobernante estadounidense. Fue la primera jefa de gobierno extranjera en visitar a Trump. Ambos celebraron la "relación especial” y tomados de la mano posaron ante los fotógrafos. May obtuvo lo que más deseaba: la confirmación de Trump de comenzar inmdiatamente con las negociaciones.

En Londres también Trump tiene sus detractores.Imagen: Getty Images/D. Kitwood

Un precio muy alto

Pero May ya ha pagado un precio muy alto por sus actos. Su visita al muy criticado Donald Trump significaba el reconocimiento político del presidente y, de por sí, el encuentro conllevaba riesgos. Sin embargo, resultó ser peor. Durante la conferencia de prensa conjunta, Trump pronunció la controvertida frase "la tortura funciona”. Más tarde dictó su decreto más polémico: el veto a los ciudadanos de siete países árabes. Al principio, May, ya en Londres, reaccionó a esta medida guardando silencio. Después pronunció por lo bajo un "no estoy de acuerdo”, después de que el Ministro de Exteriores británico, Boris Johnson, interviniera a favor de los británicos con doble nacionalidad.

¿Cenará Donald Trump con Isabel II?

Pero la gran tormenta se avecinó cuando se dio a conocer que May, en nombre de la reina Isabel II, había invitado a Trump a realizar una visita oficial a su país, y este la aceptó. Hasta ahora, los presidentes estadounidenses podían reunirse con la reina tras varios años en el cargo. Este es el mayor honor que Gran Bretaña puede conceder a un mandatario extranjero. La respuesta de parte de la población no se hizo esperar: más de 1,6 millones de personas han firmado hasta ahora una petición para rebajar dicha cita a la categoría de visita laboral. Así se "protegerá” a la reina.

Johnson, por el contrario, está a favor de la visita oficial con toda la parafernalia, ya que el pacto con Estados Unidos es de "extrema importancia”. Su antecesor, William Hague, escribió en el "Daily Telegraph” que "a una reina a la que durante décadas se le pidió reunirse con tiranos, como el presidente Mobuto de Zaire o Ceausescu de Rumania, no le supondrá mucho esfuerzo tratar a un fanfarrón millonario de Nueva York".

Lo nunca visto en una visita oficial de un mandatario estadounidense a Gran Bretaña: Ronald Reagan cabalgando con la reina Isabel II.Imagen: Everett Collection/picture-alliance

Hay mucho en juego

Los detractores del "brexit" mientras tanto dudan del anhelado tratado de comercio con Washington. Ken Clarke, del partido conservador, declaró que las promesas de un futuro color de rosa fuera de la UE son una fantasía. Nick Clegg, jefe de los demócratas liberales advirtió por su parte a May sobre la colaboración con un hombre que solo vela por sus intereses. Clegg no pierde la esperanza de que el Parlamento obligue al Gobierno a buscar un acuerdo con la UE que permita al país mantenerse en el mercado interior europeo. Pero May ya ha rechazado esta probabilidad y una gran parte de los diputados parece apoyarla en este asunto.

Y es que hay mucho en juego para los británicos. El volumen de comercio de ambos países asciende a 176 mil millones de euros anuales. Estados Unidos es, tras Alemania, el socio comercial más importante para Gran Bretaña. Estados Unidos es el mayor inversor. Gran Bretaña es solo el séptimo socio comercial de Estados Unidos, por lo que la dependencia es un tanto desigual.

May, según los críticos, se halla ante un doble dilema: económico y político. Ambos tienen que ver con Trump. ¿Por qué debería prosperar el comercio transatlántico precisamente con un presidente que proclama "América primero” y arremete contra los tratados comerciales?¿En qué aislamiento político se podría encontrar May si colabora con un hombre que internacionalmente está considerado un indeseable? El exprimer ministro británico Tony Blair ya vivió la experiencia con el expresidente estadounidense George W. Bush. Blair apoyó activamente la guerra en Irak y fue considerado el "perrito faldero” de Bush, una mala fama de la que sigue gozando hoy en día.

 

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