Turbulencias entre Europa y Rusia
14 de mayo de 2007No se puede hablar del inicio de una nueva "guerra fría". Pero la tensión está alcanzando dimensiones que ya se creían olvidadas en las relaciones entre Moscú y Occidente. En Bruselas cunde la inquietud, a pocos días de la cumbre entre la Unión Europea y Rusia, a celebrarse en la localidad rusa de Samara. Tanto es así que el ministro de Relaciones Exteriores alemán, Frank Walter Steinmeier, ha resuelto emprender un viaje de emergencia para conversar con el presidente ruso, en un intento por limar las asperezas y evitar que el encuentro Vladimir Putin con la canciller alemana y presidenta de turno de la UE, Angela Merkel, y el representante de la diplomacia europea, Javier Solana, se convierta en un fiasco el próximo viernes.
Puntos de fricción
El tema de Rusia ocupó en buena medida la atención de los ministros de Relaciones Exteriores de la UE, reunidos este lunes en Bruselas. Y no es para menos, teniendo en cuenta la importancia que reviste para Europa mantener una relación fructífera con Moscú en diversos aspectos, no sólo de política internacional. El más evidente es el del abastecimiento energético, campo en que los europeos esperaban lograr un acuerdo de cooperación con su principal proveedor.
Por ahora, sin embargo, las expectativas se han reducido considerablemente. Demasiados son los puntos de fricción que difícilmente puedan superarse con rapidez. Por ejemplo, no se vislumbra aún salida a la pugna entre Varsovia y Moscú, derivada de la prohibición rusa de importar carne polaca. Los rusos aducen problemas sanitarios en Polonia, inexistentes a juicio de la UE. Y los polacos responden bloqueando el inicio de negociaciones con miras a un nuevo tratado de asociación ruso-europeo.
Falta de confianza
Eso no es todo. Los roces ocasionados por el traslado de un monumento ruso desde el centro de la capital de Estonia, son reflejo de un clima enrarecido que abarca mucho más que este caso puntual. En Moscú cunde la desconfianza, alimentada entre otras cosas por los proyectos estadounidenses de estacionar un escudo antimisiles en Polonia y la República Checa. Por otra parte, también entre los socios de la UE se multiplican los resquemores ante el Kremlin, que no ha hecho precisamente gala de virtuosismo democrático.
No obstante, tanto Rusia como la UE saben que se necesitan mutuamente. Cooperar es de interés para ambas partes. Y esa es la carta que jugará el ministro alemán en Moscú, animado por la intención de plantear "propuestas en lugar de reproches". Porque, como dice Steinmeier, "precisamente en una situación en que las cosas no son fáciles es necesario conversar".