Hace 30 años comenzó en Bulgaria una asimilación forzosa sin precedentes de la minoría turca que residía allí. Entre otras medidas, el régimen comunista ordenó que cambiaran sus nombres y adoptaran variantes eslavas. Tras numerosas protestas, el Gobierno apostó por un éxodo masivo. La consecuencia fue una gigantesca y atemorizada salida del país.
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Actualmente aún quedan miles de búlgaros turcos viviendo en Estambul, Bursa y otras ciudades de Turquía. Pero jamás perdieron el contacto con su antigua patria. La mayoría mantiene el contacto sin alimentar el resentimiento. Muchos aún conservan la ciudadanía turca.