Turquía: partido de la izquierda prokurda renueva su cúpula
12 de febrero de 2018
El prokurdo Partido Democrático de los Pueblos (HDP) de Turquía eligió a un nuevo líder, tras la renuncia del carismático político Selahattin Demirtas, quien lleva más de un año encarcelado por orden del Gobierno.
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El prokurdo Partido Democrático de los Pueblos (HDP) de Turquía ha elegido hoy (11.02.2018) en Ankara a dos nuevos líderes, Pervin Buldan y Sezai Temelli, reemplazando al equipo de Selahattin Demirtas y Figen Yüksekdag, ambos detenidos en noviembre de 2016 y desde entonces en prisión preventiva.
Selahattin Demirtas, considerado por larga data un prometedor oponente al presidente turco Recep Tayyip Erdogan, confirmó su renuncia a través de un mensaje emitido desde la cárcel en Edirne, noroeste de Turquía. Demirtas, de 43 años, fue encarcelado en noviembre de 2016 bajo cargos de terrorismo. Bajo su liderazgo, el partido logró por primera vez tener representación parlamentaria.
Yüksekdag, por su parte, fue destituida de su cargo por orden judicial en mayo pasado y reemplazada entonces por la sindicalista y feminista Serpil Kemalbay, que ahora cede su posición a Buldan.
El Partido Democrático de los Pueblos (HDP)
El Gobierno turco sostiene que el HDP, que sigue estando legalmente reconocido como partido, tiene vínculos con el proscripto Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), un grupo armado. Aunque el HDP aegura ser independiente, miles de sus partidarios han sido arrestados.
El HDP representa una fuerte oposición en el Parlamento a la ofensiva militar turca en el enclave sirio de Afrin, con la que el Gobierno apunta a expulsar a una milicia kurda que considera una organización "terrorista", pero que se alió con Washington en la lucha contra la organización terrorista Estado Islámico (EI).
El nuevo liderazgo
Buldan, que nació en 1967 en la provincia de Hakkari, en el extremo sureste de Turquía y de población casi enteramente kurda, es desde hace años una de las figuras destacadas del movimiento izquierdista kurdo, y desde 2007 es diputada. La activista, cuyo marido, Savas Buldan, fue secuestrado y asesinado en 1994, fundó en 2001 la asociación Yakay-Der, que exige aclarar las circunstancias de las miles de desapariciones y asesinatos políticos de las décadas de 1980 y 1990 en Turquía.
Temelli, nacido en Estambul en 1963 y doctorado en Economía en la misma ciudad, fue en 2012 uno de los cofundadores del HDP. En junio de 2015 obtuvo un escaño por Estambul pero volvió a perderlo en los comicios de noviembre del mismo año. Tras el fallido golpe de Estado de 2016 fue expulsado de su cargo de vicecatedrático de la Universidad de Estambul por un decreto emitido al amparo del estado de emergencia.
FEW (EFE, dpa)
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Turquía: manos pequeñas, grandes beneficios
Trabajar duro en lugar de estudiar: cientos de miles de niños refugiados sirios en Turquía no van a la escuela. Muchos trabajan 12 horas al día, aunque el trabajo infantil está prohibido. Visitamos un taller de costura.
Imagen: DW/J. Hahn
El trabajo se acumula
Khalil tiene 13 años y es de Damasco. Trabaja cinco días a la semana en esta sastrería, en el sótano de un edificio residencial en el barrio obrero de Bağcılar, Estambul. Hay cuartos de costura como este en casi todas las calles de la zona. Y, casi siempre, niños como Khalil trabajan en ellos.
Imagen: DW/J. Hahn
Pequeño compañero de trabajo
Las máquinas de coser suenan casi sin parar. Cuatro de los aproximadamente 15 trabajadores de esta sastrería son niños, todos vienen de Siria. La industria textil turca es uno de los sectores en los que el trabajo ilegal es muy común y en el que trabajan muchos menores de edad como mano de obra barata, sin papeles y sin seguridad social.
Imagen: DW/J. Hahn
Anhelo por la escuela
"No pienso en el futuro", dice Khalil, mientras clasifica telas de algodón. Una mujer joven cose bragas con ellas. Clasificar, cortar, coser -los dos hacen un buen equipo. En casa, en Siria, Khalil llegó a hacer el tercer grado en la escuela. Luego vino la guerra, la huida. Desde entonces, no ha vuelto a pisar un aula.
Imagen: DW/J. Hahn
¿Explotación o ayuda?
El trabajo infantil está prohibido en Turquía. Quien emplee a niños menores de 15 años, enfrenta multas. El dueño de esta sastrería lo sabe y por eso quiere permanecer anónimo. "Les doy a los niños trabajo para que no tengan que mendigar. Sé que está prohibido, pero por otro lado también ayudo a las familias que de otra forma no llegarían a fin de mes", dice.
Imagen: DW/J. Hahn
"Espero poder irme a casa"
Musa también tiene 13 años. Como muchos en esta sastrería, viene de la provincia mayoritariamente kurda de Afrin, en el norte de Siria. ¿Qué hace cuando no trabaja? "Jugar fútbol", dice. "Espero que pronto haya paz en Siria y podamos regresar a casa. Luego, quiero estudiar allí y convertirme en médico".
Imagen: DW/J. Hahn
Lo importante es que sea barato
Miles de bragas de mujer se cosen y se empacan aquí todos los días, en diferentes colores, diseños y tamaños. Se venden en bazares por una par de liras turcas la pieza. El objetivo: ser más barato que la competencia de China. Los niños aquí tienen un salario por hora que ni siquiera llega a los 50 céntimos de euro. Los adultos ganan aproximadamente el doble.
Imagen: DW/J. Hahn
Doce horas de trabajo al día
Aras tiene 11 años y trabaja aquí desde hace cuatro meses. Su madre está embarazada, su padre tiene un trabajo en una fábrica textil. El día de Aras comienza a las 8 de la mañana y termina a menudo a las 8 de la noche. Ella puede hacer dos pausas. Aras gana 700 liras al mes, lo que equivale a alrededor de 153 euros.
Imagen: DW/J. Hahn
Aprender es un lujo
Aras no puede ir a una escuela pública porque trabaja de lunes a viernes. Para que por lo menos aprenda algo, va el fin de semana a clases en una organización de ayuda siria. El currículo incluye matemáticas, árabe, turco. Las mismas maestras huyeron de la guerra en Siria.
Imagen: DW/J. Hahn
Tiempo fuera del aula
Más de 70 niños entre 4 y 18 años vienen todos los días a la pequeña escuela siria. A veces, las maestras van a casa de las familias y convencen a los padres para que envíen a los niños a clase al menos algunos días para que tengan la oportunidad de un futuro y puedan ser lo que son: niños.