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Las familias vivieron en la gruta durante exactamente 511 días, sin luz y en constante temor de ser descubiertos por los nazis. Amigos de un pueblo cercano les ayudaban y llevaban comida. Cuando finalizó la guerra las familias abandonaron la región y se llevaron consigo su historia. El investigador estadounidense descubrió su refugio varias decadas después. Solo ahora logró que los descendientes de estas familias compartieran su extraordinaria historia de supervivencia.