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Ucranianas en Bulgaria: "No somos nazis"

Nikoleta Atanassowa | Alexander Andreev
30 de mayo de 2023

Muchos refugiados ucranianos tienen miedo en Bulgaria. A menudo les dicen que son nazis y los políticos los acusan de aprovecharse del dinero público. La cercanía histórica búlgara con Rusia tiene mucho que ver.

Marcha en solidaridad con Ucrania.
Marcha en solidaridad con Ucrania.Imagen: Alexandar Detev/DW

La ucraniana Olena tiene miedo. Esta terapeuta de 46 años emigró en marzo de 2022, poco después de la invasión rusa de Ucrania, de su Kiev natal a Bulgaria. Pero en Sofía, donde vive actualmente, tampoco se siente segura. "Un niño búlgaro de 12 años le dijo a mi hija de su misma edad que todos los ucranianos deberíamos morir. Desde entonces ella quiere que nos vayamos a casa", dice. El niño afirmó que todos los ucranianos son nazis y que Rusia pronto los derrotará.

Bulgaria es un país muy cercano a Rusia. Al mismo tiempo, es menos amigable con los refugiados ucranianos, según un informe de Acnur de enero de 2023. Según el reporte de esta agencia de la ONU, un total de 148.451 ucranianos han llegado a Bulgaria desde el comienzo de la guerra. Sin embargo, dos tercios de ellos ya han salido del país.

Eso planea también Julia, quien en marzo de 2022 llegó al país desde Dnipro. Esta mujer de 60 años se queja de la actitud hostil de muchos búlgaros. "Desde el principio nos sentimos no queridos. No sé por qué la mayoría de los búlgaros con que me he encontrado nos miran con tanta rabia. Debe ser porque gente como Kostadinov sigue sugiriendo que los refugiados ucranianos vivimos a expensas de los búlgaros", observa.

"Fisura rusa" en la sociedad

Julia se refiere al líder del partido ultranacionalista Renacimiento, Kostadin Kostadinov, quien tiene el tercer grupo parlamentario más grande. Hace poco, Kostadinov dijo que todos los ucranianos eran nazis y su partido, una vez que llegue al poder, va a expulsar de inmediato a todos los "turistas" disfrazados de refugiados.

Kostadinov y Renacimiento pueden clasificarse claramente como prorrusos y antieuropeos. Las banderas de Rusia y pancartas con el rostro de Vladimir Putin suelen figurar en las "marchas por la paz" que organiza el partido.

Kostadin Kostadinov.Imagen: BGNES

Es una pequeña pero bulliciosa minoría la que hace tales desplantes en Bulgaria. Peso es indiscutible que muchas personas en el país simpatizan con Rusia. Las raíces de esa cercanía se remontan muy atrás en la historia. En el siglo XIX, el imperio zarista ayudó, no sin perseguir sus propios intereses, que los búlgaros se libraran de 500 años de dominio otomano. Tras la Segunda Guerra Mundial, los estalinistas búlgaros tenían más cercanía con Moscú que ningún otro país del bloque oriental. Incluso llegaron a sugerir incorporarse a Unión Soviética.

Hoy existe una profunda división en la sociedad búlgara respecto a la cuestión rusa. Una parte de la población es estrictamente antirrusa y exige una ruptura con el antiguo "hermano mayor". La otra parte defiende la hermandad, que va asociada a narrativas antioccidentales y antieuropeas.

"Aquí se escucha música búlgara"

Olena cuenta que al margen de un concierto proucraniano vio a hombres con banderas búlgaras gritando que los ucranianos eran nazis y debían salir de Bulgaria. "Poco más tarde se reunieron en una plaza cerca del Teatro Nacional", cuenta. "Escucharon música tradicional búlgara y bailaron. Cuando se dieron cuenta de que yo era ucraniana, dijeron que debería irme a otro lado a bailar mi música ucraniana porque acá se escucha música búlgara", relata.

Ella y su familia no se quedarán en Bulgaria. Según ella, todos los ucranianos quieren volver a su casa una vez que acabe la invasión rusa. "Dudo que alguien se quede aquí", lamenta.

¿Están los búlgaros pagando por los refugiados?

La afirmación de Kostadinov, que sostiene que solo los contribuyentes búlgaros pagan la factura por ayudar a los refugiados ucranianos, no va de la mano con el hecho de que Sofía ya ha recibido 100 millones de euros de la Unión Europea como ayuda para los refugiados llegados de Ucrania.

Julia tiene otro argumento: "Yo soy diseñadora gráfica y trabajo en casa para una firma extranjera", dice. "No recibo ayuda de ningún tipo. Muchos de mis compatriotas también trabajan en casa para sus empleadores. Todos los días gastamos dinero en Bulgaria: para comprar comida, ropa, para todo lo que necesitan nuestros niños. Así que en realidad nosotros ayudamos a la economía búlgara. ¿Por qué nadie habla de eso?".

Olena, por su parte, se pregunta: "Si somos nazis, como dicen algunos aquí, ¿cómo es que nos educaron para respetar los valores y los derechos humanos". Tras una pausa, recuerda el incidente con su hija: "¿Qué clase de nazis somos mi hija y yo? ¿Por qué un niño de 12 años cree que debemos morir? Eso es realmente muy peligroso".

(dzc/rr)

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