UE: acuerdo con Mercosur es una "ventana de oportunidades"
3 de julio de 2017
El Acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y Mercosur supone una ventana de oportunidades y un nuevo impulso para ambas regiones, declaró hoy la Comisaria de Comercio de la UE, Cecilia Malmström.
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La Comisaria de Comercio de la UE, Cecilia Malmström, se refirió a ello este lunes (3.07.2017) durante un seminario sobre las negociaciones de este acuerdo.
El comercio global presenta nuevas reglas y nuevas realidades, por lo que mientras algunos quieren construir muros, "nosotros debemos construir puentes", manifestó la Comisaria en la Casa de América de Madrid.
La economía mundial evoluciona constantemente, y no se trata solo de las exportaciones e importaciones, sino que se trata de cadenas de producción mundiales cada vez "más complejas", manifestó.
La UE es el primer socio comercial del Mercosur
Este Acuerdo une a dos de las economías mas fuertes del mundo, puesto que la UE es el primer socio comercial de Mercosur, su principal inversor y administrador, con el 16,5 por ciento de las importaciones; mientras que Mercosur es la sexta economía del mundo.
Como aseguró Malmström, todavía existen demasiadas barreras entre ambos como los aranceles y largos procesos de certificación y protección de los productos, ya que Mercosur paga 4.000 millones de euros en aranceles por sus exportaciones, lo que dificulta la entrada de esta región al mercado europeo.
El comercio "ayuda a los países a recuperarse de la crisis y volver a encontrar puestos de trabajo y la estabilidad necesaria", expresó la comisaria, quien añadió que España es un buen ejemplo de recuperación "a través de las exportaciones".
Acuerdos comerciales como el que está llevando a cabo la UE con Japón, y que posiblemente se hará público el próximo jueves; o como el CETA, entre la UE y Canadá, están desarrollando una nueva agenda comercial, más progresista, en la que la protección ambiental, la eliminación de las barreras, la búsqueda de la transparencia y la seguridad jurídica son elementos claves, dijo la comisaria.
CP (efe, rtr)
Cuatro décadas de movimiento antinuclear
Las manifestaciones antinucleares fueron las parteras del partido ecologista germano, el más influyente de su tipo alrededor del mundo, y allanaron el camino hacia el cambio energético en Alemania. Y la lucha sigue...
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Nace un movimiento
El movimiento antinuclear alemán surgió a principios de los setenta, cuando una multitud protestó contra la erección de una planta atómica en Wyhl, cerca de la frontera francesa. La Policía fue acusada de hacer uso desproporcionado de la fuerza contra los manifestantes pacíficos. En 1975, los planes para construir la planta fueron archivados.
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Desobediencia civil
Inspirados por el éxito de las protestas contra la planta de Wyhl, otras manifestaciones de desobediencia civil fueron orquestadas a finales de los setenta. Aunque no evitaron la construcción de los reactores en Brokdorf y Kalkar, se hizo evidente que el movimiento anti-nuclear era una fuerza creciente.
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“¡No a los desechos nucleares!”
Gorleben ha sido escenario de protestas intensas contra la industria nuclear desde 1977, cuando se anunció por primera vez que desechos atómicos serían almacenados en una mina de sal abandonada, situada en esa localidad. Los habitantes de Gorleben dejaron saber que no permitirían que material radioactivo fuera depositiado cerca de su hogares.
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El poder de la gente
Desde el principio, el movimiento antinuclear alemán unió a pacifistas, ecologistas, académicos, estudiantes, organizaciones religiosas, granjeros y asociaciones vecinales que veían un vínculo directo entre la energía nuclear y la bomba atómica. Por estar en el frente de la Guerra Fría, la amenaza de una conflagración nuclear inquietaba a muchos alemanes.
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De los márgenes al centro
A finales de los setenta, activistas antinucleares unieron fuerzas con ecologistas y defensores de la justicia social para formar el Partido Verde. Hoy, esa formación es una de las más importantes en el espectro político alemán –obtuvo sus primeros escaños en el Bundestag en 1983– y el Partido Verde más poderoso del mundo.
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La peor pesadilla se hizo realidad
En 1986, la explosión de un reactor en una central nuclear ucraniana puso a la opinión pública germana en contra de la energía atómica en Alemania. El desastre de Chernóbil y la nube radioactiva que éste posó sobre Europa obligó a muchos alemanes a evitar tomar leche, comer carne fresca o permitir que los niños jugaran con arena por temor a la contaminación nuclear.
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Legisladores verdes
En 1998, los ecologistas se aliaron con los socialdemócratas en calidad de socios menores para gobernar el país juntos. En 2002, el Ejecutivo “verde-rojo” aprobó una ley que prohibía la construcción de nuevas plantas nucleares y limitaba la vida útil de las existentes. Se pautó que la última de ellas debía ser desactivada en 2022.
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Una prórroga para la industria nuclear
La Unión Demócrata Cristiana –el partido de Angela Merkel– siempre se opuso a la ley que le puso fecha de expiración a las plantas nucleares alemanas. Cuando esa formación llegó al poder en 2009, prolongó la vida de las centrales atómicas. Ese fue un duro revés para el movimiento antinuclear.
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Fukushima lo cambió todo
En 2011, el Gobierno de Merkel vio en la explosión de un reactor nuclear japonés y sus secuelas una buena razón para cambiar de rumbo: pocos días después del suceso, la canciller aprobó una ley que ponía fecha –año 2022– a la desactivación de las plantas atómicas en Alemania. De hecho, ocho reactores germanos fueron apagados ese mismo año.
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La lucha continúa
Las metas del movimiento antinuclear alemán se han ido diversificando con el paso de los años. La apuesta por la energía renovable y la lucha contra los factores que causan el calentamiento global son parte de su agenda. La lucha continúa... Hace poco, un grupo de activistas logró detener al primer bote que transportaba residuos atómicos. Autor/a: Ruby Russell