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UE-América Latina: ¿cómo transitar hacia menos violencia?

7 de febrero de 2023

Con miras a la cumbre entre la UE y América Latina y el Caribe, ¿se relacionarán los temas de la transición verde con la agenda de seguridad y violencia?

Ecuador: revueltas en la prisión de Latacunga dejaron 15 muertos y 20 heridos, octubre 2022.
Ecuador: revueltas en la prisión de Latacunga dejaron 15 muertos y 20 heridos, en octubre 2022.Imagen: Dolores Ochoa/AP/picture alliance

"En función del indicador que uno adopte para el análisis, América Latina es una zona de paz o una de las zonas más violentas del mundo", dice a DW Francisco Verdes-Montenegro. En el estudio "América Latina: ¿transiciones hacia dónde?", presentado recientemente en la Asamblea EuroLat en Bruselas, se dedica un capítulo a la violencia en el continente.  Empoderamiento del crimen organizado y narcotráfico, militarización, ataques a defensores del medio ambiente y del territorio: la violencia marca la vida de las poblaciones de América Latina.

En un momento en que la Unión Europea, en crisis por la guerra de Ucrania, relanza sus relaciones con la región —también en busca de recursos naturales y energéticos—, cabe preguntarse cómo, por ejemplo, la transición verde por la que bregan los europeos va a incidir en esa violencia. Casos de judicialización, persecución y asesinato de líderes sociales opuestos a los efectos de las actividades extractivistas o a megaproyectos energéticos los hay a lo largo y ancho del continente.

Transición verde, violencia y materias primas

"Tanto la transición ecológica como la transición digital por las que apuesta fuertemente la UE tienen un vínculo con las cadenas globales de valor", responde Verdes-Montenegro. "Y, en América Latina, están las materias primas y algunos componentes esenciales para esas transiciones. Sin duda del lado de la UE hay interés en aterrizar su Pacto Verde en vínculos con otras regiones. Y sí, hay riesgos y hay una cara menos agradable de esas transiciones. Por eso, tenemos que dotarnos de herramientas para que esas realidades no queden al margen del renovado diálogo", afirma este profesor de relaciones internacionales de la Universidad Complutense de Madrid.

Que los países latinoamericanos y caribeños avancen en el Acuerdo de Escazú y priorizar el tema en la agenda birregional sería, según el también investigador de la Fundación Carolina, un paso para que no se perciba este renovado interés solo como un nuevo ciclo extractivista.

Con la vista puesta en la próxima cumbre entre la UE y los países de la CELAC (en julio 2023), "uno de los grandes retos de este renovado diálogo es lograr que, desde la UE, se coopere para diversificar el tejido productivo, para lograr valor añadido a los productos de América Latina", afirma Verdes-Montenegro. No importa que se trate del litio, del cobre, de la soya, del hidrógeno verde o el carbón.

Para cuando los jefes de Estado y de Gobierno de la UE y de América Latina y el Caribe se encuentren en Bruselas, en la agenda estará la transición verde y la digital. "Un salto cualitativo sería que en la agenda de esa cumbre se pongan asuntos que preocuparon mucho en la más reciente reunión de cancilleres de la CELAC: la violencia y la seguridad", sugiere el experto.

Crimen organizado y narcotráfico

El ejemplo más reciente de la importancia de estos temas es Ecuador: un país donde acaba de fracasar un referéndum para poder extraditar a narcotraficantes como medida para controlar la violencia en el país. En el estudio presentado en EuroLat se citan datos del Latinobarómetro según los cuales la violencia que más percibe la ciudadanía es la de las calles (43 por ciento), solo luego viene la del crimen organizado (19 por ciento) y la de las maras (25 por ciento).

"Aunque un 55 por ciento de la población declara estar en contra de la legalización de las drogas como estrategia para reducir el crimen, sí hay un cierto cansancio de las políticas de lucha contra las drogas y el narcotráfico. En el caso de Ecuador, el paradigma punitivista no está en políticas eficaces y la sensación de seguridad es decreciente", afirma Verdes- Montenegro. Así que "es el momento de repensar la política de seguridad", añade.

El momento es significativo también para el lado europeo: al aumento de la violencia y la delincuencia en el puerto belga de Amberes, se suma el nuevo récord de incautaciones de cocaína: 110 toneladas en 2022 frente a 4,7 en 2013.

"En este campo, en el diálogo birregional, hay mucho margen para mejorar la cooperación", dice Verdes-Montenegro. Dejando atrás la cooperación norte-sur, el analista apunta a que Europa identifique los aspectos de su política interna que hay que poner en la mira: se trata de blanqueo de capitales, lavado de dinero, control de flujos o campañas de sensibilización.

Por último, está la violencia por la militarización de los países latinoamericanos. Aunque el ejemplo más reciente son las decenas de muertos y cientos de heridos en las protestas en Perú, "hemos visto esta lógica de usar los cuerpos de seguridad del Estado como herramienta para estabilizar en Ecuador, en Chile, Brasil, en el México de López Obrador como en la Venezuela de Maduro. A diferencia de las décadas de 1970 y 1980 —donde los militares daban golpes de Estado para asumir el poder—, estamos ante una militarización que se produce por invitación o cooptación de mandatarios civiles para mantenerse en el poder. Pero cuando las Fuerzas Armadas se usan para una labor que no les corresponde, piden prerrogativas que luego cuestan mucho a la democracia", advierte Verdes-Montenegro. 

(rml)

 

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