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UE-América Latina, contra el cambio climático

Mirra Banchón 24 de octubre de 2013

En una América Latina cada vez más árida, el 65% de su población vive en costas que afectará el cambio climático. Prepararse para ello está en la agenda de la cooperación europea. El porvenir está en juego.

Imagen: ARGE Lateinamerika

El 34,5% del área de América Latina presenta en este momento grados de desertificación y la pérdida de bosques por deforestación afecta ya al 6,5% del territorio. Para el caso de que nada cambiase en el tipo de crecimiento económico y sus emisiones de carbono, para finales de siglo el 20,8% de la región será más árida. Y el 51,1% del territorio estará, en diferentes grados, en situación de vulnerabilidad. Las zonas costeras, donde habita el 65% de la población latinoamericana, se verán especialmente afectadas por el aumento del nivel del mar.

Según estudios realizados en el marco del proyecto Euroclima, Brasil y Honduras son en este momento los países más deforestados; la desertificación afecta en mayor medida a Argentina, Brasil, Chile y Perú.

Desarrollo de instrumentos

Ante esta situación, la UE y América Latina se encuentran definiendo las líneas que va a seguir su cooperación en la lucha contra los riesgos que implica el aumento de la temperatura global.

Y en la oficina de cooperación europea Europeaid–en sus diversos programas y enfoques- se habla de desarrollo de capacidades, de fomentar la cooperación sur-sur y las inversiones limpias.

Imagen: Programa Andes Tropicales

En el siguiente período presupuestario de la UE, 1100 millones de euros serán destinados a este rubro. De ellos, 10 millones se dedicarán al programa Euroclima, en su segunda etapa.

Estudios a disposición

Tres años después de lanzado Euroclima -con la participación de gobiernos y científicos de 18 países latinoamericanos- los resultados son estudios y herramientas listas para ser aplicadas. “Hemos analizado las experiencias de buena parte de América Latina. Y proponemos medidas. Cada país escogerá las que le parezcan, según sus preferencias, su visión política, sus condiciones biofísicas y económicas”, explica a DW Jan Karremans, director de la Asistencia Técnica en Euroclima.

Como un logro ve el especialista que El Salvador –país de alta vulnerabilidad y muy golpeado por los fenómenos climáticos- haya adaptado en 2012 su política nacional de Medio Ambiente. Cuenta ya con una estrategia para adecuar su agricultura y su ganadería, el sector forestal y su manejo de las aguas. También tiene un plan de restauración de ecosistemas y uno de educación para el cambio climático.

Prepararse urge

Aunque los países de América Latina y el Caribe no han sido los mayores emisores de gases de efecto invernadero, en la actualidad su ganadería, su agricultura y la deforestación aportan lo suyo al calentamiento global.

Sin embargo, “el cambio climático no es sólo un desafío, es la oportunidad de hacer la transición hacia una economía más verde y sustentable”, resaltaba Andris Piebalgs, comisario europeo de Desarrollo, en un reciente encuentro de alto nivel entre las dos regiones.

Así, de aquí al 2020, en el marco de la cooperación europea, se tratará de apoyar concretamente el desarrollo de las propuestas que vengan desde los gobiernos o de alianzas regionales. Éstas bien podrían enfocar una zona geográfica: la Amazonía, la costa del Pacífico o las cuencas caribeñas tan azotadas por los huracanes.

En el horizonte están la próxima conferencia sobre el Clima en Varsovia (COP 19, en noviembre de 2013) y a la COP 20 que tendrá lugar en Lima en 2014.

El porvenir está en juego

A pesar de reveses como el fracaso de la iniciativa Yasuní del Ecuador-, el experto de Europaid subraya el creciente interés en las propuestas de los latinoamericanos.

Parque de Yasuní.Imagen: picture-alliance/dpa

Sin embargo, “la implementación de las buenas ideas se topa a menudo con que para una propuesta sólida faltan estudios sólidos”, dice Karremans, explicando que una de las vertientes de la cooperación será, precisamente, allanar el camino hacia fondos internacionales para proyectos que tengan como objetivo mitigar el cambio climático.

Con todo, medir el éxito de estos esfuerzos es de lo más difícil. “No es que hagamos hoy un programa y mañana se mejora el clima; de aquí a 2020 no se verán los resultados en forma de un árbol más grande, o más o menos lluvia. Pero se trata del porvenir y es relevante”, concluye Karremans, recordando que de no ser controlado, el cambio climático pone en riesgo no sólo el medio ambiente, sino la prosperidad económica y el desarrollo de todos.

Autora: Mirra Banchón
Editora: Emilia Rojas

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