La vulnerabilidad de América Latina ante el cambio climático atiza la cooperación entre UE y CELAC. En un encuentro birregional esta semana, el acento se puso en la voluntad política para colaborar más y cooperar mejor.
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"Estamos en tiempos de pachakutik, en condiciones de transformación muy fuertes. Una de ellas es la inestabilidad climática que es una realidad tanto en Berlín, como en Guayaquil como en La Paz”, dijo a DW, en Bruselas, el canciller boliviano Fernando Huanacuni Mamani. "Los países y las regiones no pueden cerrar más los ojos”, advirtió.
Por ello, en el marco de las relaciones de la UE con la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), los 28 países europeos y los 33 del otro continente han decidido cooperar más y mejor en el combate a los efectos, en la preparación a la prevención, en políticas climáticas.
En acción
"De esta reunión nos vamos contentos, más que con una conclusión nos vamos con expectativas”, admite el diplomático aymara. El derrotero lo marca, por un lado, el acuerdo firmado en París en 2015. Éste busca mantener el aumento de las temperaturas por debajo de los 2 grados Celsius. Por otro lado, son los objetivos de desarrollo sostenible (agenda 2030) los que orientan los pasos conjuntos a dar. Y es la alta vulnerabilidad de las regiones del continente americano la que atiza el fuego donde se cuece esta nueva e intensificada manera de colaborar.
"El panorama es bastante dramático”, explica a DW, por su parte, Guillermo Dascal, especialista en cambio climático de EuroClima+. "Nuestro trabajo se centra en la preparación para lo que se viene (...) Si el cuerpo humano en vez de 37 grados tiene 39, ¿cómo saber cuál órgano colapsará primero?”, plantea el especialista.
"En sociedades tan desiguales como las latinoamericanas, ese aumento de temperatura complica la situación. Por ejemplo, al decidir autopistas para sacar los productos agrícolas y hay que tener en cuenta los aluviones que pueden venir”, agrega. Ejemplos de situaciones acuciantes no faltan: la escasez de agua en Bolivia por la desaparición de glaciares; la sequía en el norte del Brasil…
Urgencia en el Caribe
Para paliar las consecuencias del huracán Irma, en el caso de Cuba se acaba de aprobar un proyecto de gestión de riesgos de desastres (7,5 millones de euros) "para adaptación a inundaciones y sequías en el centro-norte de la isla”, agrega Dascal. Para otros países caribeños afectados por el mismo huracán, la cooperación europea anunció esta semana fondos adicionales de 14 millones de euros.
"El tema en las islas es bastante grave per se, por el aumento del nivel del mar. Además empeora otros procesos. Si viene un huracán y las olas son más grandes, el fenómeno va a ser más grave. Muchas de sus economías se basan en el turismo y las costas se pueden dañar”, explica Dascal.
Cambio de visión
"Los desafíos globales son globales. Las dos regiones deberán entablar una cooperación. Ya no aludimos a la mirada colonial 'yo te ayudo a ti'. Desde el sur hemos planteado que se necesita un nuevo paradigma”, comenta Huanacuni. Como fuere, los 33 países de la CELAC y los (todavía) 28 de la UE han rubricado un documento en donde se prevé una ampliación de la cooperación norte-sur y la intensificación de la colaboración sur-sur y la triangular.
"En el caso de Euroclima+, que trabaja con 18 países de América Latina, esta toma de conciencia se ha convertido en mayores recursos y más apoyo. Contamos con la experiencia de la GIZ, AECID, Expertise France, Fiapp, CEPAL y ONU Medio Ambiente”, puntualiza Dascal.
Por otro lado, los resultados de un proyecto como el que se pondrá en marcha en Cuba, por ejemplo, se replicarán en los otros países. Para tratar el problema común de abastecimiento de agua en zonas urbanas, Euroclima+ acaba de lanzar una convocatoria para nuevos estudios y proyectos. La optimización de este programa está entre las tareas a cumplir conjuntamente.
En cualquier caso, la voluntad política para trabajar juntos contra el cambio climático va en aumento. "No se trata sólo de hacer proyectos sino de cambiar políticas y puntos de vista”, subraya Dascal.
"La cooperación ante desastres naturales no significa solo dinero a disposición. Necesitamos otra mirada de cómo vamos a caminar. Lo urgente, como la situación en el Caribe, tiene que ser atendido de inmediato. ¿Pero vamos a seguir en este modelo de depredación, de destrucción de la Madre Tierra? Son temas centrales a debate, y vamos a seguir dialogándolos”, concluye el canciller boliviano.
Glaciares de los Andes: gigantes en extinción
El cambio climático está haciendo desparecer los hielos de Sudamérica. Con las actuales condiciones climáticas, el fenómeno es irreversible y trae consigo graves consecuencias para las comunidades andinas.
Imagen: IANIGLA/Pierre Pitte
Reserva de agua
Los glaciares son amortiguadores en períodos de sequía. En un año en que no nieva mucho o en los meses más secos y de baja precipitación, gran parte del agua que baja por los ríos proviene del derretimiento de los hielos. Si éstos desaparecen, la única fuente de abastecimiento es el agua que cae. En tiempos de sequía, esto supone problemas económicos, sociales y de calidad de vida.
Imagen: IANIGLA/Pierre Pitte
Investigadores en alerta
A lo largo de todos los Andes, desde las zonas tropicales a Tierra del Fuego, la tendencia es que el área cubierta por hielo está disminuyendo. Éste es el tema que reunió a los principales investigadores de la región en un grupo de trabajo de cinco años congregado por la UNESCO, que acaba de finalizar con un encuentro en Mendoza, Argentina. Allí analizaron la situación de los Andes.
Imagen: IANIGLA/Pierre Pitte
Antes y después
Las fotos del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA), con sede en Mendoza, muestran el cambio que ha sufrido el glaciar Frías, en el sur de Argentina, en un lapso de 70 años. A la izquierda, una imagen de 1938 y a la derecha una de 2008. Situaciones similares se observan en otros glaciares de los Andes.
Imagen: IANIGLA/Pierre Pitte
¿Por qué están retrocediendo?
La respuesta está asociada al cambio climático. En las últimas décadas se registra una tendencia al aumento de la temperatura del planeta, que explica el retroceso generalizado de los glaciares en el mundo. “En Campo de Hielo Sur se observa una aceleración de la pérdida de hielo, sobre todo desde la década del 50”, afirma Lucas Ruiz, investigador del IANIGLA. Glaciar Viedma en 1930 y 2014.
Imagen: IANIGLA/Pierre Pitte
No todos a la misma velocidad
Estudios de IANIGLA muestran que otros hielos, en tanto, tienen otro comportamiento. En Patagonia norte, glaciares asociados al Tronador, un volcán extinto, perdieron menos masa en la última década que en la anterior. Esto se debe a que la morfología del glaciar se ha ajustado al cambio del clima. Al achicarse, ya no sigue perdiendo tanta masa y se encuentra en un equilibrio con el clima.
Imagen: IANIGLA/Pierre Pitte
Adiós a los últimos glaciares
En los Andes, el caso de Venezuela es el más extremo. Los hielos de las cumbres más altas, el pico Bolívar y el Pico Humboldt, están destinadas a desaparacer. En las últimas décadas el retroceso constante ha sido tal, que algunos estudios científicos indican que Venezuela será el primer país en perder todos sus glaciares, lo que podría ocurrir en los próximos años.
Imagen: picture-alliance/dpa/G. Ismar
Retroceso seguro
“Todas las proyecciones climáticas indican que las temperaturas van a seguir aumentando. Incluso si pudiéramos bajar la cantidad de emisiones de dióxido de carbono y mejorar la eficiencia de nuestras industrias, la temperatura aumentaría por unos 50 ó 60 años más y después recién empezaría a disminuir o a establecerse”, asegura Lucas Ruiz.
Imagen: IANIGLA/Pierre Pitte
¿Cuántos glaciares perderemos?
Aun cuando los pronósticos tienen un amplio margen de incertidumbre, en los próximos 100 años la temperatura debiera aumentar entre 1 y 4 grados, asegura el experto. Modelos predictivos indican que dentro de 20 a 30 años del lado argentino de Campos de Hielo Sur los grandes glaciares retrocederán, pero no del todo, y entre los más pequeños de alrededor algunos desaparecerán.
Imagen: IANIGLA/Pierre Pitte
Los mayores gigantes
La superficie de hielo de los Andes es de unos 30 mil kilómetros cuadrados. El 75% está en Chile, el 15% en Argentina y el resto distribuido por Bolivia, Ecuador, Perú y Colombia. Los glaciares más grandes, también de todo el hemisferio sur, son el Pío XI, chileno, y Viedma, argentino. Con unos mil kilómetros cuadrados de superficie cada uno, se ubican en la zona de Campos de Hielo Sur.
Imagen: IANIGLA/Pierre Pitte
Distintos tipos de glaciares
A lo largo de Sudamérica los glaciares son diferentes. En los Andes tropicales principalmente hay glaciares de montaña y algunos de valle, y especialmente en Colombia y Ecuador están asociados a volcanes. En Argentina y Chile hay una gran diversidad de tipos de glaciares, que van desde montaña y de valle hasta los grandes glaciares de descarga.
Imagen: IANIGLA/Pierre Pitte
Peligro para las comunidades andinas
En los Andes de Perú y Bolivia habita mucha población cercana a los glaciares, que usa el agua para beber, regar o generar energía eléctrica. Al desaparecer el glaciar, no sólo pierden el recurso hídrico. Muchas veces se forman lagos y las laderas donde se apoyaba el hielo se vuelven inestables, con riesgo de deslizamiento, aludes y aluviones por el derretimiento.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/M. Mejia
Reservas que se agotan
En Argentina y Chile, en general las ciudades, los poblados y las zonas cultivadas están más lejos de los glaciares y la dependencia de ellos es menor, pero sobre todo se siente en los años de sequía. “En años como éste, en que no hay mucha nieve en la cordillera, el caudal del río en todos los oasis irrigados de Mendoza y San Juan depende en un 40% de los glaciares”, explica Lucas Ruiz.
Imagen: IANIGLA/Pierre Pitte
Ecosistemas dependientes
Los glaciares no sólo aportan agua para la población, sino también para los ecosistemas. En las cuencas en que hay glaciares hay mayor cantidad de vegas o humedales de altura, que se verían afectados si los hielos desaparecen. A nivel de la población, la educación ambiental, toma de conciencia, uso más eficiente del suelo y del riego, pueden mitigar las consecuencias.
Imagen: IANIGLA/Pierre Pitte
Desafío científico
Con estrategias compartidas, los países andinos están reuniendo información trascendente para enfrentar los desafíos. Además de mantener un inventario actualizado de glaciares, monitorean algunos representativos para saber cuánta nieve acumulan en el invierno y cuánta nieve y hielo se derrite en el verano. Datos meteorológicos e hídricos ayudan también a evaluar y tomar decisiones a futuro.