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UE-China: amistad con bemoles

Emilia Rojas17 de marzo de 2005

El ministro de Relaciones Exteriores chino demandó el levantamiento del embargo europeo de armas a su país, durante una visita a Bruselas en la que sus interlocutores no quisieron comprometerse a nada.

Li Zhaoxing, ministro de RR.EE. chino, asegura que no hay de qué preocuparse.Imagen: AP

¿Qué ha cambiado en Pekín desde 1989, el año en que la masacre de la plaza de Tiananmen puso sangriento fin al brote del movimiento democrático en China, al que la Unión Europea respondió con un embargo de armas? Muchísimo, si se toma en cuenta que el país pasó de ser un gigante económico larvado, a convertirse en un dinámico polo de crecimiento, devorador de materias primas y combustibles, y en uno de los mercados más atractivos del planeta, con su multitudinaria población ávida de recuperar el tiempo perdido en la conquista del bienestar. Pero muy poco si se utiliza el parámetro político, comenzando por el implacable indicador de los derechos humanos.

Dificultades europeas

La Unión Europea, evidentemente deslumbrada por el primero de esos aspectos, está desde hace tiempo en pie de coqueteo con Pekín. Eso incluye la declarada intención de levantar el embargo de armas contra la potencia asiática. Y eso no sólo le ha valido críticas de Washington, sino también de otro sector no necesariamente afín con los halcones estadounidenses: el de los defensores de los derechos humanos.

La política pequinesa no está facilitando precisamente las cosas a los europeos que buscan el acercamiento, encabezados por Francia y Alemania. Amnistía Internacional denunció, por ejemplo, que desde la cumbre chino-europea del pasado diciembre se ha incrementado el número de detenciones arbitrarias de activistas en pro de los derechos humanos y que Pekín intenta evitar que salgan a la luz informes sobre la impunidad de los responsables de la represión en Tiananmen. Por si eso fuera poco, el gobierno chino acaba de volver a sobresaltar al mundo occidental con la aprobación de una ley que amenaza con el uso de la fuerza para frenar los afanes independentistas de Taiwán.

Visita a Bruselas

La visita que realizó a Bruselas el ministro de Relaciones Exteriores chino, Li Zhaoxing, no fue en consecuencia una de esas oportunidades en que todo es miel sobre hojuelas. El jefe de la diplomacia de pequín tuvo que empezar por tranquilizar a sus interlocutores: la comisaria de Exteriores de la UE, Benita Ferrero-Waldner, y el coordinador de la política exterior comunitaria, Javier Solana. Con esa facilidad con que la filosofía china conjuga los opuestos, el visitante aseguró que no hay "ningún motivo de preocupación", ya que la citada ley sólo implica que China aspira a una solución pacífica del asunto de Taiwán.

Li Zhaoxing dejó a la vez muy claro que su país espera que se haga efectivo el levantamiento del embargo europeo de armas. Dijo partir de la base de que la UE tendrá "suficiente sabiduría y valor político" para acabar con esa prohibición, que calificó de "irracional". Sin duda, varios europeos quisieran concretar el paso. Pero en la sede de la Unión Europea ya nadie asegura que ello pueda ocurrir en los próximos meses. Las causas no están en Bruselas sino en Pekín.

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