UE-Rusia: una cumbre transitoria
26 de octubre de 2007
La agenda de la cumbre entre la Unión Europea y Rusia, que se celebró en Mafra, a las afueras de Lisboa, dejó de lado las cuestiones más delicadas que han enfrentado a Moscú con Bruselas durante los últimos años. Por ejemplo, la disputa abierta con Polonia que comenzó en 2005, cuando Rusia vetó las importaciones de carne y vegetales polacos argumentando deficiencias sanitarias. Como represalia Varsovia bloqueó las negociaciones para renovar y ampliar el Acuerdo de Colaboración y Asociación entre Rusia y la UE, y exige que se condicione el ingreso de Rusia a la OMC a que Moscú anule su veto a los productos agrícolas polacos.
No hubo avances en este punto. El presidente ruso, Vladimir Putin, lamentó que no haya consenso en la UE para renovar con Moscú el Acuerdo de Asociación, pero reconoció que se trata de un asunto interno de la UE. El presidente ruso se mostró satisfecho con los resultados de la cumbre y agradeció la atmósfera amable del encuentro. El presidente ruso recordó como en mayo pasado hubo un fuerte intercambio verbal entre él y la entonces presidenta del Consejo de la UE y canciller alemana, Angela Merkel, por los derechos humanos en Rusia.
Parálisis política
En las consultas, además de Putin tomaron parte el presidente del Consejo de la UE y primer ministro portugués, José Sócrates, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, el alto comisionado de la UE para la Política Exterior y Seguridad Común, Javier Solana y el ministro del Exterior portugués, Luis Amado. No se esperaba ningún avance notable. Fue una “cumbre transitoria”, como definió Amado el encuentro. La última con Putin, de cara a las elecciones legislativas rusas el próximo diciembre y las elecciones presidenciales de marzo. De no haber sorpresas, los rusos elegirán entonces a un nuevo presidente.
El jefe del Kremlin reiteró su rechazo a las presiones de Washington en torno al programa nuclear iraní. Putin se opuso a imponer nuevas sanciones o amenazar con acciones militares al país musulmán. “¿Para qué agudizar la situación ahora?”, preguntó ante periodistas y advirtió: “Un paso semejante podría conducir a una situación sin salida”.
El escudo antimisiles estadounidense, la seguridad nuclear y el acuerdo sobre armas convencionales no fueron tratados en la cumbre. Sin embargo, interrogado por periodistas, Putin ilustró el plan de Washington de construir un escudo antimisiles en territorio checo y polaco haciendo un paralelo con la crisis de misiles cubana en 1962. “Voy a recordarles como se desarrollaron las relaciones en una situación análoga a mediados de la década de 1960. Para nosotros, tecnológicamente, la situación es muy similar”, dijo.
Cuestión energética
El plato fuerte podría haber sido el energético, prioritario para Rusia y para la UE. Moscú exige el libre acceso de sus empresas al mercado comunitario, particularmente del gigante energético Gazprom. Algo a lo que no se oponen los europeos, pero piden a cambio libertad y seguridad para las empresas del bloque que operan en Rusia. Por su parte el Kremlin está dispuesto a establecer, como pide Alemania, un sistema de alerta temprana en caso de recortes en el suministro energético a los 27 países miembros. Rusia es el mayor proveedor de gas de la Unión Europea a través de gasoductos que cruzan Ucrania y Bielorusia, países que han bloqueado el suministro en el pasado, en represalia por los aumentos de precios en los energéticos por parte de Moscú.
El encuentro de dos horas concluyó con la firma de dos acuerdos, uno para la lucha contra el tráfico de drogas y otro que prevé un aumento en las exportaciones de acero ruso a la UE. Rusia es después de China el segundo proveedor acerero de la UE. Según el comisario europeo de Comercio, Peter Mandelson “el acuerdo demuestra que la UE y Rusia pueden hacer negocios, aún cuando la percepción política indique lo contrario”.