Un 7,1 % de los bosques de montaña se han perdido en 23 años
17 de marzo de 2023
Desde el año 2000 se han perdido 78,1 millones de hectáreas (7,1 %) de bosque de montaña, gran parte de ellas en zonas de gran diversidad tropical, lo que supone una presión cada vez mayor sobre las especies amenazadas.
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En las montañas viven más del 85 % de las especies de aves, mamíferos y anfibios, sobre todo en hábitats forestales, y aunque su escarpada ubicación les había servido de protección, desde comienzos de siglo los bosques de montaña se explotan cada vez más, a medida que las zonas de tierras bajas se agotan o son objeto de protección.
Un estudio que publican hoy en One Earth las universidades de Leeds (Reino Unido) y la Meridional de Ciencia y Tecnología (China) investigó el alcance y distribución mundial de la pérdida de bosques de montaña. Los bosques tropicales de montaña experimentaron la mayor pérdida (42 % del total mundial) y la mayor aceleración, pero también un ritmo de rebrote más rápido que los bosques de montaña de las regiones templadas y boreales.
En general, los investigadores observaron algunos signos de rebrote de la cubierta arbórea en el 23 % de las zonas que perdieron bosque. La tala fue el principal factor de pérdida de bosques de montaña (42 %); seguida de los incendios forestales (29 %); los cultivos de roza y quema (15 %) y la agricultura permanente o semipermanente (10 %).
Pérdidas "significativas" de bosque tropical en Sudamérica
La importancia de estos factores varió de una región a otra, produciéndose pérdidas significativas en Asia, Sudamérica, África, Europa y Australia, pero no en Norteamérica y Oceanía. Los autores señalan que el ritmo de pérdida de los bosques de montaña "parece estar acelerándose”, con una tasa anual que aumentó un 50 % de 2001-2009 a 2010-2018, cuando se perdieron aproximadamente 5,2 millones de hectáreas de bosques de montaña al año.
Esta aceleración es probable que se deba, en gran media, a la rápida expansión agrícola hacia las zonas montañosas del sudeste asiático continental, así como al aumento de la tala de los bosques de montaña debido al agotamiento de los bosques de las tierras bajas o porque estos pasaron a estar protegidos.
Las zonas protegidas sufrieron menos pérdida de bosques, pero los investigadores advierten de que esto podría no ser suficiente para preservar las especies amenazadas.
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Todos los bosques de montaña en riesgo
Los autores también subrayan la importancia de tener en cuenta los medios de subsistencia y el bienestar humanos a la hora de desarrollar estrategias e intervenciones de protección forestal. "Cualquier nueva medida para proteger los bosques de montaña -escriben- debe adaptarse a las condiciones y contextos locales y debe conciliar la necesidad de mejorar la protección de los bosques con la de garantizar la producción de alimentos y el bienestar humano".
El equipo realizó un seguimiento anual de los cambios en los bosques de montaña entre 2001 y 2018, para cuantificar tanto las pérdidas como las ganancias de cubierta arbórea.
Además, calcularon el ritmo en el que se producen los cambios, compararon diferentes elevaciones y tipos de bosques de montaña (boreales, templados, tropicales) y exploraron las repercusiones de esta pérdida forestal en la biodiversidad.
El conocimiento de la dinámica de la pérdida de bosques a lo largo de los gradientes de elevación en todo el mundo es, según el equipo, "crucial para entender cómo y dónde cambiará la cantidad de superficie forestal disponible para las especies forestales a medida que se desplacen en respuesta al calentamiento".
jov (efe, theguardian)
Reserva Thomas van der Hammen: la lucha por el último relicto de naturaleza en Bogotá
Para unos está claro: la "Van der Hammen" es intocable. Otros apoyan la construcción de vías contra los atascos en el norte de la ciudad. Un paraíso con pronóstico reservado. ¿Sobrevivirá a los intereses encontrados?
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
Un paraíso en disputa
Este lugar paradisiaco en los Andes colombianos pertenece a la llamada “Reserva Thomas van der Hammen”, el último reducto de bosques y humedales situado en el norte de la capital de Colombia. No obstante, se encuentra en el centro de una disputa jurídica y política desde hace 18 años; unos a favor de su reforestación y conservación, mientras otros apuestan por la urbanización. ¿Quién se impondrá?
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
Bogotá, una ciudad que arrasa...
Bogotá es la 3ª capital más alta del mundo, pero a pesar de estar a 2.6301 metros de altura, sus 10 millones de habitantes respiran un aire cada vez más contaminado. Los bosques de los "Cerros Orientales" y la última reserva natural producen el oxígeno para su población, además de brindar espacios de recreo. Desde el Cerro Majuy se ve cómo el concreto acorrala la naturaleza, metro tras metro.
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
Un bosque convertido en colcha de retazos
A pesar de que la reserva Van der Hammen es un “área protegida”, las autoridades no han garantizado su total integridad. Este territorio ha sido violentado por constructores y, en parte, usado como vertedero. Su completa restauración implicaría el derribo de edificios y fábricas, con la consecuente indemnización de los propietarios. ¿Quién está dispuesto a pagar por aire puro?
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
Naturaleza: un bien común
Fuertes intereses económicos colisionan aquí: los territorios de la Reserva Van der Hammen están en medio de una zona de gran interés de expansión urbana. Los bogotanos asfixiados por las emisiones del tráfico urbano y las fábricas piden conservar el último pulmón verde de su ciudad como una zona de beneficio común. Algunos niños ven aquí, por primera vez, aves silvestres, a menudo migratorias.
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
Árboles marginados en una selva de cemento
Los Cerros Orientales recorren la ciudad de sur a norte. “A la gente se le olvidó que hay robles y cedros, que eran sagrados para los indígenas, pero desaparecieron de nuestra historia cultural”, dice Wilson Ramírez, reforestador del Instituto Humboldt. Las montañas son para muchos en Bogotá como una película que ven todos los días desde la lejanía, pero cuyos escenarios les parecen inaccesibles.
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
El "Humboldt" colombo-holandés
Thomas van der Hammen (1924-2010) fue un geólogo, botánico, micólogo, paleontólogo y arqueólogo colombo-neerlandés que dedicó su vida a estudiar los ecosistemas de los páramos andinos que surten con agua a Bogotá. En su honor, la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) declaró en 2011 dicha zona como Reserva Forestal y la llamó Thomas van der Hammen.
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
Ecosistemas por ¿autopistas?
A pesar de que urge garantizar la conexión de los ecosistemas, el alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, planea cruzar la reserva Thomas Van der Hammen con cuatro autopistas y construir 350.000 casas, al tiempo que promete “agrandar el área protegida”. Así lo presentó en la pasada Cumbre Global de Acciones para el Cambio Climático en San Francisco, dentro de la iniciativa "Cities4Forests".
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
La propuesta de la Alcaldía: "agrandar, y quitar"
La reserva se ha convertido en un "obstáculo" para la movilidad del tráfico, según la administración, y plantea “una reserva más grande y mejor conectada, que recupera humedales y bosques, donde todos puedan disfrutar de la naturaleza”. La idea es "incrementar el área ambiental de 634 hectáreas a 1.104 y el área total de 1.396 a 1.710." Pero también "sustraer" 104 hectáreas para unas 10 vías.
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
Ciudadanía vigilante
Los planes de la administración son rechazados por muchos, y alabados por otros. “La capital de Colombia se juega la pérdida del 70% del suelo protegido del norte de Bogotá”, advierte Patricia Bohórquez, de la ONG Red de Humedales. El Partido Verde, por su parte, cree que el gobierno de la ciudad “quiere hacer desaparecer casi la ruralidad del norte de Bogotá”. Otros exigen una consulta popular.
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
Propietarios: entre esperanza y temor
Algunos dueños de predios coinciden con el alcalde que ha dicho que la Van der Hammen "no existe”, que “está solo en el papel” o que es un “potrero” que impide la infraestructura. Otros apuntan a que “construir un gran parque natural es utópico, porque los predios son privados”. Pero el alcalde también asegura que su oficina ya tiene un buen monto de dinero para adquirir los terrenos.
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
Futuro incierto
Después de que un tribunal aprobara el plan urbanizador de la alcaldía, tras una interpelación, este revocó la decisión y entregó la última palabra sobre el destino de la Reserva Thomas Van der Hammen a la Corporación Autónoma de Cundinamarca (CAR), un ente gubernamental que decidirá, basada en estudios, a mediados de marzo de 2019. “La naturaleza está de fiesta”, apuntó entonces un ecologista.
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
"Reserva estratégica", ¿digna de restaurarse?
El pulso que libran los bogotanos entre naturaleza y tráfico obliga a una difícil armonización de derechos comunes e individuales, así lo pide la Constitución. El Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt de Colombia celebra que la Alcaldía haya abierto el debate sobre esta reserva “en estado de degradación”, y poder así “garantizar su viabilidad ambiental".
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
187 y más razones para proteger la Reserva Van der Hammen
Para las ONG Cerros de Bogotá y Humedales de Bogotá, hay razones de sobra para la preservación la Reserva Van der Hammen: 187 especies de aves y 514 de flora, así como 5 ríos, el Bosque de Las Mercedes, último relicto de la Sabana y mariposas por describir. Guías ofrecen caminatas en las que los visitantes no salen del asombro por la belleza de sus paisajes, pero también por el riesgo que corren.