80% de salvadoreños deportados no tiene antecedentes penales
23 de noviembre de 2018
Los datos de la Dirección de Información y Análisis (DIA) del Ministerio de Seguridad dan cuenta de al menos 23.924 salvadoreños han sido expulsados en 2018, principalmente de Estados Unidos y México.
Publicidad
La fuente gubernamental, que no detalla el tipo de delitos o si estas personas pertenecen a las pandillas, señala que 4.394 de los retornados con antecedentes son hombres, mientras que 251 son mujeres. El Gobierno de Estados Unidos deportó a 4.633 migrantes con antecedentes penales, México retornó a 11 y uno fue repatriado desde Italia.
La cifra de estos retornados en lo que va del 2018 es superior en un 13,7 por ciento a los 4.085 registrados en todo el 2017 y en más del 144 por ciento a los 1.900 del 2016.
Uno de los países más violentos del mundo
El Salvador, uno de los más violentos del mundo, acumuló entre el 2013 y lo que va del 2018 a 21.922 personas deportadas con antecedentes penales. En junio de 2017, el Congreso aprobó que los pandilleros deportados desde Estados Unidos sean puestos en un régimen de libertad condicional para atajar el "riesgo de incremento de la violencia" que supone su repatriación masiva por la llegada de Donald Trump al Gobierno de EE.UU.
La iniciativa faculta a la Policía para calificar "provisionalmente" a los retornados como pandilleros y aplicar "medidas preventivas inmediatas para el control y seguimiento".
El fiscal general de El Salvador, Douglas Meléndez, advirtió en 2017 que los pandilleros deportados desde Estados Unidos expanden el accionar de las pandillas en el país centroamericano con la fundación de nuevas células.
jov (efe, elperiodico)
El Salvador: de expandilleros a panaderos
Vivir en una banda criminal es sinónimo de peligro. En El Salvador las armas y las drogas eran el pan de cada día de Wilfredo Gómez. Después de diez años cambió su vida de delincuente para volverse panadero.
Imagen: Reuters/J. Cabeazas
Un cambio profundo
Estas manos solían contrabandear drogas y armas para la temida banda criminal "18th Street Gang", ahora amasan harina de pan en El Salvador. La panadería de la iglesia Eben-Ezer, en la capital salvadoreña, es dirigida por un exmilitante. En la foto, Wilfredo Gómez hornea pan junto con otros diez antiguos integrantes de la banda criminal. Esta es la base con la que comienzan una nueva vida.
Imagen: Reuters/J. Cabeazas
Grandes costos
Llevar las cuentas y otro tipo de papeleos es su nuevo oficio. El joven se unió a la pandilla "18th Street Gang" cuando era todavía un adolescente. La banda presenta estructuras parecidas a las de las mafias y es una de las más conocidas de las llamadas Maras. Gómez dice que fue atraído por las armas, las mujeres y el sentimiento de pertenencia a un grupo.
Imagen: Reuters/J. Cabeazas
Con la ayuda del Señor
El exmilitante Julio Marroquín renunció a su pasado en bandas criminales y ayuda en el servicio de la iglesia de Eben-Ezer. Para desertores como él, la iglesia en Dina, un barrio de San Salvador, es un lugar de refugio. Para los exintegrantes de estas bandas criminales no es fácil encontrar un trabajo o un lugar para vivir. La iglesia le provee a Julio un lugar para dormir y comida.
Imagen: Reuters/J. Cabeazas
Marcados de por vida
Roberto Renderos también salió de la banda criminal. Sus llamativos tatuajes hacen que su pasado salte a la vista y también despierte sospechas frente a las autoridades policiales. En octubre la policía arrestó a los panaderos expandilleros porque sospechaba que habían formado una asociación ilegal. La razón: sus tatuajes. Sin embargo, los sospechosos salieron libres sin cargos en su contra.
Imagen: Reuters/J. Cabeazas
Borrar el pasado
En la banda, Raúl Valladares era conocido bajo el apodo de "La Sombra". Para él, su nombre al igual que sus tatuajes de "18th Street Gang" en su cara hacen parte del pasado. Ahora sus tatuajes son removidos con un láser, a pesar de que la banda criminal amenaza de muerte a quien se quite los tatuajes.
Imagen: Reuters/J. Cabeazas
La panadería de los sueños
"Yo perdí mi casa, mi mujer, mi hijo y los mejores años de mi vida persiguiendo una ideología sin sentido", manifestó Wilfredo Gómez acerca de su tiempo como pandillero. A los otros desertores les pasó lo mismo. En la panadería no solo se prepara pan, sino también se fabrican nuevos sueños. "Algún día vamos a tener nuestro propio negocio y vamos a competir con las pizzerías", dice.