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PolíticaColombia

Un año de Petro presidente de Colombia: el cambio es posible

Jose Ospina-Valencia
José Ospina-Valencia
7 de agosto de 2023

Este 7 de agosto, Gustavo Petro cumplió un año como Presidente. Petro es un demócrata, pragmático economista, pero también un obstinado moralista, político intransigente y visionario, opina José Ospina-Valencia.

Gustavo Petro, presidente de Colombia, explica sus planes para reactivar una Reforma Agraria en Colombia. Aquí en una plaza de Sincelejo, el 4 de agosto de 2023Imagen: Presidencia de Colombia

La paradoja del presidente de Colombia no podía ser mayor ni más amarga: Gustavo Petro construyó toda su vida política de más de 30 años, como un estricto investigador e implacable crítico del paramilitarismo y el narcotráfico y su poder corrosivo desde las alcaldías hasta el Congreso y su impacto en el Palacio de Nariño, que hoy él habita.

A pocos días antes de cumplir un año en la presidencia, su propio hijo mayor puso al borde del fracaso su proyecto de vida: la justicia social y la paz en Colombia. Aún es imposible vaticinar las consecuencias jurídicas y políticas y qué tanto éstas vayan a afectar la gobernabilidad y el mandato entregado a Petro.

La corrupción, el mayor lastre de Colombia

Si bien casi todas las campañas electorales de los últimos 40 años en Colombia han sido contaminadas por dineros ilegales o no reportados y han violado los límites del gasto, hasta ahora nunca un presidente le había pedido personalmente a la Justicia investigar, menos en su campaña, y mucho menos en su entorno familiar. En otros casos, la Fiscalía nunca quiso investigar o cuando lo hizo, fue atacada por el presidente de turno.

En los últimos 13 años, en Colombia se han denunciado 57.582 casos de corrupción; de estos, el 93,99 % (54.122) se quedan en la impunidad, sin condena, capturas o en etapa de indagación, revela la Secretaría de Transparencia de la Presidencia.

Fiscalía politizada, Justicia selectiva

Lo cierto es que la forma efectista de la reciente imputación contra el hijo de Petro tenía una mera intención: quemar pública y estruendosamente las banderas de la moral que Gustavo Petro ha ondeado.

Para muchos sigue siendo insoportable que el Presidente de la República dé clases de ética cuando menciona las atrocidades cometidas durante el conflicto contra campesinos, afrocolombianos e indígenas. Petro, el ejecutor de la ética kantiana, es injusto cuando en sus críticas contra algunos periodistas y medios que venden propaganda y mentiras por información, ataca a toda la prensa por igual.

José Ospina-Valencia, periodista de DW y autor de esta columnaImagen: DW

Ahora, Petro parece acatar las recomendaciones de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP). Parece haber entendido que el Ejecutivo no está para corregir, y mucho menos para censurar.

Petro, moralista e intransigente

Petro es un obstinado moralista en medio de un desierto de moral. En el Congreso, a pesar de haber constituido una coalición parlamentaria con la que logró pasar un ambicioso Plan de Desarrollo y una reforma tributaria, poco tiempo después la rompió rechazando entregar cargos a figuras y partidos políticos como retribución para adelantar las reformas estancadas: salud y pensiones.

Desde luego que duele pactar con opositores con fama de corruptos, pero cuando un gobernante no cuenta con mayorías propias es necesario llegar a consensos con los partidos democráticos elegidos: se trata del país, no de la propia vara de convicciones. El resultado de la inflexibilidad de Petro: las reformas del Gobierno se encuentran paralizadas.

El cambio hacia una sociedad de virtudes no se da por el automatismo de haber elegido a un moralista como presidente; es un largo proceso. Pero el triste caso de corrupción de su propio hijo puede tener un efecto positivo en Gustavo Petro: aceptar que la realidad no es siempre la que pensamos.

Urge un Acuerdo Nacional

Petro puede hacerlo. Lo demostró el pasado 20 de julio en la instalación del segundo año del Legislativo ante el Congreso en que él mismo fuera estricto investigador y senador de la oposición, elegido como el mejor en 2006. Gustavo Petro ha sido el primer presidente en la historia de Colombia que, tras su discurso, se sienta a escuchar la réplica de la oposición, que tampoco cuenta con mayorías.

Y Petro parece abandonar su intransigencia para regresar al diálogo con la oposición. En esa misma sesión propuso un "Acuerdo Nacional”.

En vista del cambio climático, Gustavo Petro recordó en esa misma sesión lo vital de emprender la transición energética y la descarbonización de la economía colombiana. Nunca antes un presidente se había fijado este objetivo para Colombia, a pesar de que aún muchos no comprenden, nieguen y menos quieran pagar porque llueva cuando tiene que llover o salga el sol cuando tiene salir, y eso en dosis saludables.

Transición energética, educación, el peso y la paz

Aquí también Petro es dos en uno: activista y Presidente. Uno que se ha propuesto una misión imposible: hacer en 4 años lo que al partido alemán Los Verdes le ha costado 43 años de luchas: hacerle entender a una nación que lo que está en juego es nada más ni nada menos que la sobrevivencia.

A pesar de que por estos días pende sobre Colombia una nube de perplejidad, bajo la administración de Gustavo Petro se han logrado importantes avances: tras años de trabas, Colombia fue el décimo cuarto país en ratificar el Acuerdo de Escazú, que busca garantizar los derechos de los defensores del medio ambiente. En 2022, la deforestación se redujo en 29,1%, respecto al año anterior, pasando de 174.103 hectáreas (ha) deforestadas en 2021 a 123.517 ha en 2022. La cifra más baja en nueve años.

Por otra parte, el Gobierno bajo el economista Gustavo Petro, que ha guardado el pragmatismo económico por el que se ha caracterizado Colombia, ha recuperado varios de los valores económicos perdidos en la pandemia. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), en junio de 2023, la tasa de desempleo del total nacional fue 9,3%, una disminución de 1,9 puntos porcentuales. Además, en lo que va de 2023, el peso colombiano se ha revaluado en 14,3%, liderando el ranking de las monedas de mercados emergentes más revaluadas frente al dólar, de acuerdo a The Financial Times.

El 31 de julio Petro sancionó la Ley 2307  de 2023, que establece la gratuidad de los programas de pregrado en las universidades públicas.

El pasado 5 de agosto, quedó opacado un evento que podría ser el principio del fin de la última guerrilla armada en Colombia: el inicio del cese al fuego bilateral con ELN. El fin de la lucha por el poder con las armas también es posible.

El cambio es posible

Por lo pronto, es la sobrevivencia de su propio mandato por la que algunos preguntan, pero el caso jurídico también ha tenido otro efecto inesperado. Entre la oposición se arraiga poco a poco el consenso de que si le va mal al Gobierno de Petro le va mal a Colombia. Una conclusión salida del temor de que la cuenta de un fracaso también se la pueden pasar a la oposición.

Es hora de detener la degradación del debate público, tanto por parte del Ejecutivo como de la oposición y de sendos seguidores sectarios de ambas partes.

No en vano, el líder del partido liberal y ex presidente César Gaviria, recomienda ahora que la "información sin verificar no debe ser usada para debilitar la posición del presidente Petro”. Y que, como oposición también "estamos obligados a luchar para que Petro termine su periodo”. Tan imposible no es un "Pacto Nacional” por el país, uno que incluya un programa especial contra la corrupción en todas sus formas y niveles. El cambio no solo es posible, sigue siendo necesario.

(er)

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