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Un año de Zelenski: la desilusión ucraniana

Eugen Theise
21 de abril de 2020

Volodímir Zelenski gobierna hoy Ucrania con los mismos métodos que decía querer abolir cuando llegó al poder.

Imagen: picture-alliance/dpa/Stringer

"No soy su opositor, soy su juicio", espetó hace un año Volodímir Zelenski al anterior presidente ucraniano, Petro Poroschenko. Miles de simpatizantes del político novato presentes en el debate en directo entre el presidente y su contrincante en el estadio olímpico de Kiev gritaron con júbilo. Pocos días después, el 21 de abril de 2019, los ucranianos eligieron con un sorprendente 73 por ciento de apoyo al antiguo cómico y actor Zelenski para tomar las riendas del país. Para muchos, la voz del comediante era una ruptura con el sistema político. Incluso tras el nuevo comienzo de 2014, cuando las protestas de Maidán inclinaron al país hacia la Unión Europea, muchos ucranianos echaban en falta transparencia en la política y una lucha consecuente contra la corrupción.

Apoyo menguante

Un año más tarde, la nueva estrella de la política ha perdido mucho brillo. De acuerdo con recientes encuestas, menos de la mitad de los ucranianos confía en el presidente. Zelenski consiguió hacer realidad algunas de sus promesas electorales. Así, por ejemplo, se abolió la inmunidad parlamentaria. También en política exterior ha conseguido marcar su propia tendencia, opina el director de la Fundación Friedrich-Ebert en Kiev, Marcel Röthig. "Pretendía avanzar hacia la distensión con Hungría", dice el experto a DW. "Pero sobre todo pretendía mejorar la situación humanitaria en el Donbás: el intercambio de presos, la desconcentración o la reanudación de las conversaciones de Normandía".

No obstante, el contraste entre las expectativas de muchos electores y la realidad política sigue siendo grande. Zelenski era muy querido por su papel en la serie Sluga narodu (en español: "Sirviente del pueblo"), en la que interpretaba a un profesor de historia que accedía de repente a la jefatura de Estado.

Lo primero que hace el presidente ficticio era pararles los pies a los oligarcas. Siempre tiene respuestas fáciles en la manga para la cuestión de la corrupción. Cuando el Parlamento controlado por los oligarcas ignora sus propuestas de reforma, el presidente de la serie toma dos ametralladoras y protagoniza un baño de sangre durante el transcurso de una sesión plenaria.

La escena es excéntrica, pero la serie caló en la opinión pública. Una de las expectativas del nuevo presidente era que contuviese la influencia de los oligarcas en el país, según las encuestas. Los ucranianos culpan del crecimiento de la corrupción al poder informal de los nuevos ricos, que en las últimas décadas se han hecho con el poder de sectores industriales completos.

Ecos del pasado

En la vida real, el presidente se las arregla con las antiguas reglas del juego en lugar de cambiarlas, critican observadores. También en la crisis del coronavirus: no se le ha ocurrido nada mejor que organizar al país en varias "áreas de responsabilidad" y hacer a determinados oligarcas responsables, por ejemplo, del suministro a los hospitales de material de protección en esas regiones. "Ningún presidente ha tenido tanto poder como Zelenski", dice a DW el politólogo Andre Härtel, de la Mohyla-Akademie de Kiev. Podría haber aprovechado esto para establecer un nuevo tipo de relaciones. En cambio, ha implicado a los oligarcas y ahora siente que les debe algo políticamente. "No es algo reflexionado estratégicamente".

Desde las elecciones parlamentarias anticipadas del verano de 2019, el partido de Zelenski tiene mayoría en el Parlamento. Pero con el tiempo ha quedado claro que una parte de este bloque no escucha al jefe de Estado, sino al millonario Ihor Kolomojsky: el antiguo socio de Zelenski en la industria cinematográfica y su mecenas político.

"Zelenski ha aterrizado tras un año en la realidad de la política ucraniana: tiene que calibrar entre todos los grupos de interés, no debe perder la simpatía de los canales televisivos de los oligarcas, busca un equilibrio entre las diferentes zonas de influencia y determinados grupos parlamentarios", comenta Marcel Röthig, de la Fundación Friedrich-Ebert.

El hombre detrás de Zelenski: el millonario Ihor Kolomoyskyi y el presidente en una pancarta.Imagen: AFP/Getty Images/Y. Dyachysyn

¿Es la crisis del coronavirus una oportunidad para Zelenski?

Los observadores creen que una buena gestión de crisis por parte del mandatario podría ayudarle a no perder el control entre sus propias filas.

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"Mientras la confianza en el presidente sea alta, 'Sluga narodu' (su partido, nombrado como la serie) podrá funcionar como partido del poder, porque le están agradecidos por su elección. Pero si perdiera demasiados apoyos entre la población, crecerían las divisiones", cree el politólogo Andre Härtel.

Una cuestión decisiva en los próximos meses será si Volodímir Zelenski consigue evitar que la crisis del nuevo coronavirus arrastre al país a la bancarrota. Y es que Ucrania está atada al Fondo Monetario Internacional por un crédito multimillonario.

(EAL/VT)

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