Un balance lo más desapasionado posible
1 de julio de 2002Este mundial ha provocado varios pequeños milagros. El primero de todos: que los alemanes, siempre tan autocríticos, festejaran el segundo lugar como verdaderos campeones. Y el segundo, que el diario conservador Die Welt titulara en su portada igual que el TAZ, un matutino de izquierda, antaño famoso por su irreverencia.
Ambos coincidieron en escribir, haciendo un juego de palabras con el nombre del superarquero alemán: "Kahn mal passieren", que quiere decir tanto como "puede ocurrir". Se referían, lógicamente, al error del guardameta, gracias al cual Ronaldo marcó su primer gol de la final.
Oliver Kahn está presente en múltiples titulares de la prensa, todos con un tenor comprensivo hacia el capitán de la selección y artífice de su exitoso avance en el campeonato. Igualmente abundan los comentarios elogiosos al desempeño del equipo de Rudi Völler, pese a que se vio privado de la copa.
Pocas jugadas memorables
Pero, al margen del ánimo festivo que se impuso esta vez en Alemania, el balance deportivo global de este Mundial no es muy satisfactorio. El rotativo británico The Guardian habló incluso de un "campeonato cruel". Sin llegar tan lejos, muchos expertos coinciden en que el fútbol presentado en Corea del Sur y Japón fue poco atractivo.
No habrá muchos partidos que queden grabados en la memoria. Ni siquiera, en realidad el último, en el que los alemanes presentaron su mejor juego del torneo. No es de extrañar que su estrella haya sido el arquero, indicó un comentarista germano. Diego Armando Maradona fue bastante más duro, al declarar que la final fue un reflejo de todo el campeonato: "Fue un mal juego y un mal Mundial".
La globalización del fútbol
Otro antiguo ídolo, el holandés Johan Cruyff, cuyo país no participó en esta Copa, también hizo un comentario cáustico: "Lo único entretenido de este Mundial fue que los equipos favoritos fracasaron prematuramente".
Según el antiguo astro francés Michel Platini, "hoy en día se gana un encuentro corriendo más rápido que el adversario". Dicho en otras palabras, no se requiere maestría, sino buena condición física.
Las críticas estuvieron pues a la orden del día, y recayeron sobre todos por igual. Quizá sea un síntoma de esa "globalización del fútbol" que diagnosticó Oliver Kahn, al subrayar lo lejos que llegaron esta vez algunos equipos asiáticos y africanos.
Prácticamente las únicas grandes leyendas del fútbol que se mostraron plenamente felices al término del campeonato fueron Franz Beckenbauer y Pelé, quien repartió abrazos y besos a cada uno de los miembros del equipo campeón brasileño. "El nivel de esta final fue muy bueno. Vimos un fútbol fantástico. Hubo muchas sorpresas que benefician a nuestro deporte", afirmó el "rey". Y, para no ser menos, el "Kaiser" sentenció: "Fue un Mundial grandioso".