Un crimen golpea a la comunidad LGBT argentina
14 de octubre de 2015 “Cuando yo me vaya no quiero gente de luto. Quiero muchos colores, bebidas y abundante comida; esa que de niñ* me hacía falta”. El 11 de mayo de 2014, la activista trans Amancay Diana Sacayán publicó en su blog el poema “Cuando yo me vaya”. Como terrible premonición, la dirigente de las minorías sexuales argentinas dejó para la posteridad unas líneas que hablan de muerte, pero también de alegría y pobreza. En pocas palabras, hablan de la vida que Sacayán llevó desde pequeña, cuando dejó su Tucumán natal y llegó a Buenos Aires, al barrio La Matanza, donde vivió sus primeros años como porteña.
La vida y la muerte de Sacayán son la vida y la muerte de miles de transexuales y homosexuales que se ven sometidos a la discriminación, la falta de oportunidades y la pobreza. Se prostituyó durante muchos años, años en los que soñó con escribir un relato distinto de su propia vida. Se convirtió en dirigente, alzó la voz y se llenó de actividades. Era secretaria de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA), coordinadora del Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación y funcionaria del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi), entre otras labores.
Este martes 13 de octubre la policía entró a su departamento, luego de que el conserje del edificio encontrara la puerta entreabierta y, al mirar hacia el interior de la vivienda, viera a la activista atada a su cama y ensangrentada. Los agentes solo pudieron constatar la muerte de Sacayán, cuyo cuerpo presentaba heridas de arma blanca. Las investigaciones buscan determinar quién cometió el crimen. Por ahora se descarta el robo como móvil de un asesinato que quizás se cometió el fin de semana, cuando Sacayán debió asistir a una reunión en Mar del Plata y no llegó, para extrañeza de sus amigos.
El DNI y Cristina Fernández
Sacayán consagró su mayor logro en la lucha por los derechos de las minorías hace apenas un mes, cuando la Cámara de Senadores bonaerense aprobó una ley que crea un cupo laboral de al menos un 1 por ciento para travestis y transexuales en el sector público de la provincia. “Tenemos una enorme felicidad porque no pensábamos poder llegar a este momento tan importante. El problema de la necesidad de un trabajo no estaba resuelto”, dijo Sacayán en la ocasión. Ella siempre reclamó que los trans tenían pocas opciones más que prostituirse, y luchaba para abrir nuevos espacios de desarrollo.
“Diana era una luchadora incansable por los derechos de la comunidad LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgénero). Era una férrea opositora a la noción de ver la prostitución como un trabajo. Muchos trans ejercen la prostitución porque no tienen otras opciones en la vida”, explica a DW la doctora Diana Maffía, directora del Observatorio de Género en la Justicia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Maffía destaca la terrible coincidencia de que “en los últimos días se han producido nueve femicidios” en Argentina, lo que habla de una sociedad que debe hacer más por las mujeres en general. “Pero en el caso de Diana se daba otro factor, su condición de trans que estuvo sometida a una discriminación también por ello. Su crimen fue brutal. Fue terrible cómo terminó esto”.
Maffía explica que muchos de los avances alcanzados recientemente por las minorías sexuales tienen que ver con iniciativas ciudadanas, en las que Sacayán cumplía un rol fundamental. Su lucha por los suyos le dio una recompensa personal en 2012, cuando la presidenta Cristina Fernández le entregó su DNI con el nombre Amangual Diana Sacayán, reconocimiento explícito del Estado a su identidad de género autopercibida como mujer trans. Un verdadero triunfo para la igualdad.
Una pérdida para la sociedad
Para Julia Contreras, directora de Promoción y Desarrollo de Prácticas contra la Discriminación del INADI, la muerte de Sacayán genera preocupación, pues “estos crímenes de odio tienen que ver con la violencia de género que no solo afecta a las mujeres, sino también al colectivo de la diversidad sexual. Argentina es un país que goza de leyes como la Ley de Matrimonio Igualitario y la Ley de Identidad de Género, por eso desde el Estado exigimos justicia. Queremos que los autores paguen por el terrible crimen que han ocasionado”.
Maffía reconoce progresos notables en términos de protección social e integración, pero explica que también ha habido falta de voluntad política para avanzar en otros temas. “Por ejemplo, se instauró por ley que las operaciones de cambio de sexo estén cubiertas por el plan de salud estatal, que sean gratuitas. Sin embargo, en la última partida presupuestaria esto no fue incluido, por lo que habrá que esperar hasta 2017 para que se concrete”, señala la especialista, que agrega que la ley es un cambio que debe verse también en la mentalidad de una sociedad que sigue discriminando.
“Con la muerte de Diana es la sociedad argentina la que pierde. Ella era una de las voces que se alzaba contra una cultura machista, represora y violenta, era una dirigente con gran reconocimiento, con gran formación, sólida en lo ideológico y en lo político. La democracia ha perdido, podríamos decir”, sentencia Contreras, quien siente que esta muerte resuena mucho más allá de los límites de la comunidad LGBT.
La fiscalía tiene previsto tratar el caso como un femicidio, de acuerdo con información entregada por la policía.