Un ejemplo verde a seguir: la ecociudad sueca de Hammarby
10 de agosto de 2010Hammarby está situada a tan sólo unos pocos kilómetros al sur del centro de la ciudad de Estocolmo. En ella viven 25.000 personas, y se planea que para el año 2015 se llegue a las 35.000. Ya no queda vestigio alguno del plan original de construir Hammarby como ciudad olímpica. En lugar de ello, la ciudad pasó a estar diseñada de forma que los habitantes puedan llegar a sus trabajos en transporte público. También están las opciones de usar la bicicleta o un coche compartido, pero no así un auto individual.
En 1990, mucho antes de que el debate sobre el cambio climático comenzara a invadir los medios de comunicación, el ayuntamiento de Estocolmo empezó con los planes detallados para su construcción, entre otras cosas por la canalización.
Hasta hoy, el proyecto ha conseguido a reducir emisiones de gases contaminantes: entre un 30 y un 40%. A pesar de ello, el objetivo sigue en 50%. El éxito de Hammarby ha contribuido asimismo al premio de “Capital Europea Verde 2010” que Estocolmo recibió de manos de la Comisión Europea.
Ecoestrella con función modélica
El modelo de Hammarby fue recientemente expuesto al público en la conferencia “La gran transformación”, de Malena Karlsson, en Berlín. Karlsson trabaja en la llamada “Casa de cristal de Estocolmo”, en la cual se publica información acerca del distrito de Hammarby. La clave para el éxito, afirma, está en que los sistemas ecológicos estuvieron integrados desde el principio de la construcción del proyecto.
"Un 75% de nuestros objetivos medioambientales ya han sido alcanzados con la construcción de los edificios", dice Karlsson. Aún cuando los habitantes de Hammarby no se consideraban especialmente entendidos o interesados en temas de medio ambiente, con el simple hecho de su traslado a la ciudad, pasaron a estarlo.
"Hay habitaciones de reciclado en cada casa“, dice Karlsson. Todas tienen un conducto de basuras, conectados entre sí por un sistema de tuberías subterráneas. De este modo, la basura es aspirada y conducida hasta una estación de recogida. Los restos orgánicos son transformados en biocombustibles, que serán utilizados, entre otros materiales, para llenar los depósitos de los autobuses urbanos. Este sistema de basuras desprende mínimas emisiones de gas a la atmósfera. El calor de la basura que se incinera de se aprovecha para la calefacción de las casas, y un sistema solar produce casi la mitad de la energía necesaria para proporcionar agua caliente.
La gente que diseñó la ciudad de Hammarby tenía en mente también la idea de calidad de vida. Los parques naturales y la cercanía al agua eran muy importantes. “No nos concentramos únicamente en la reducción de las emisiones de CO2; nuestro enfoque también tuvo en cuenta las necesidades comunales. Hay superficies verdes con la biodiversidad necesaria para el bienestar de nuestros habitantes”, dice Karlsson.
Otro de sus logros es un sistema de recogida de basuras con una disponibilidad suficiente para recoger diferentes tipos de basuras en diferentes periodos de tiempo. Con lo que se consigue que un menor número de camiones conduzcan por la calle al mismo tiempo y se reduzca el riesgo de accidentes. En toda la ciudad, además, los baños están equipados con sistema de ahorro de agua.
Ecociudades: un modelo controvertido
No obstante, no todos consideran los cambios que han introducido las ecociudades como algo positivo. Por ejemplo, en Gran Bretaña se dieron protestas al respecto durante dos años. Los manifestantes temían que grandes superficies de tierra pudieran acabar siendo víctimas de la nueva moda de las ecociudades, lo que resultaría en un gran daño a la naturaleza y biodiversidad, en lugar de su protección, y en el drástico cambio de la identidad natural de las comunidades.
Aún así, el programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (PNUAH) estima que para el año 2050, una colosal cifra de 5.300 millones de personas (aproximadamente un 70% de la población mundial) vivirá en áreas urbanas.
La ciudad de Múnich, por ejemplo, se previene para el fututuro. Para el año 2025, la localidad planea ser una ciudad verde mediante la extracción de la mayor parte de su energía necesaria a partir de fuentes renovables. La ciudad anima a sus ciudadanos a utilizar el transporte público, y cuenta con una significativa zona respetuosa con el medioambiente en la que sólo se permite el paso de coches que no superen un determinado porcentaje de emisión de gases.
Las ideas de Hammarby no son muy típicas para el mundo occidental del siglo XX. Los típicos suburbios estadounidenses han expandido la idea de que somos totalmente dependientes de nuestros coches particulares, puesto que siempre había fuentes de combustible fósil baratas. Pero esto también afecta a otros rincones del mundo que no nos esperamos, como Egipto.
La conclusión de estas iniciativas es clara: tanto políticos como ciudadanos deben apoyar este tipo de diseños urbanísticos innovadores para que puedan convertirse en futuros éxitos. “Hammarby ha sido un éxito gracias a la creación de planes integrados”, dice Karlsson. La ciudad presentará sus logros ecológicos este próximo mes de octubre, en la conferencia con el título “Building Sustainability” que tendrá lugar en Estocolmo.
Autor: Mark Notaras / Lydia Aranda Barandiain
Editor: José Ospina-Valencia
Este texto se ha realizado en colaboración con OurWorld 2.0. Más información en http://ourworld.unu.edu/en/.