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Un gran paso para Suiza

18 de julio de 2002

Tras más de dos siglos de empecinada marginación, Suiza solicitó formalmente su incorporación a la ONU; una decisión lógica, vista desde el exterior, pero que no resultó nada fácil de adoptar en el país helvético.

El embajador suizo entrega la solicitud de ingreso al secretario general de la ONU.Imagen: AP

En lo que a las Naciones Unidas respecta, Suiza fue por décadas la encarnación misma de una contradicción. El país que alberga a la principal sede europea de la organización mundial, en Ginebra, se había resistido sistemáticamente a ingresar en ella, por lo menos en lo que respecta a su estructura central. Pero, a la larga, no basta con participar en dependencias como el Comisionado de la ONU para Refugiados o en la Unicef, para no quedar al margen del concierto de las naciones. Tampoco la decisión, adoptada el año pasado, de tomar parte en operaciones internacionales de paz.

Influencia declinante

Las coordenadas mundiales han variado mucho desde mediados del siglo pasado. La neutralidad fue por décadas una bendición para Suiza, como quedó ejemplarmente en evidencia durante la II Guerra Mundial, pero fue perdiendo peso con los años. Tras el término de la confrontación Este-Oeste no hubo ya tanta demanda de este tipo de "árbitros" políticos y Suiza se vio cada vez más apartada de los centros de toma de decisiones.

Al desvanecimiento de la influencia política internacional se sumó también el peligro de quedar en entredicho como sede de organismos a los que no pertenecía. Y eso sí habría podido tener consecuencias prácticas serias, sobre todo en la zona de Ginebra. Más de 32 mil funcionarios de las Naciones Unidas viven allí y 40 mil puestos de trabajo dependen directa o indirectamente de la organización mundial.

La sensatez llevó al país a superar por fin sus propias fijaciones aislacionistas y los suizos dieron su sí a la ONU, en un referendum celebrado el 3 de marzo pasado. El resultado fue recibido con alivio por los promotores de la adhesión, que habían fracasado en un intento anterior, en 1986.

Derrota para la derecha populista

Pero tampoco esta vez resultó muy contundente la aprobación: 12 a 11 fue el resultado del recuento de los cantones, cada uno de los cuales tiene el mismo peso, independientemente de su cantidad de habitantes. Más claridad arrojó el pronunciamiento de la población, con un 54% a favor de formar parte de las Naciones Unidas.

La mayoría no se dejó llevar, en definitiva, por los argumentos apocalípticos de la derecha populista, como los propalados por Christoph Blocher, quien auguraba el fin de los principios suizos de neutralidad y la pérdida de libertades. Una tesis por lo demás falaz, ya que participar en la ONU no implica adscribir a bando alguno, sino simplemente incorporarse a la estructura que da cabida a la gran mayoría de las naciones del mundo.

Pero esta manifestación de "apertura" es de momento todo lo que se puede esperar de los suizos. Una decisión a favor de ingresar también a la Unión Europea, sería demasiado pedir.