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Un libreto trasatlántico

25 de septiembre de 2003

Desilusionado es el tono en que la prensa alemana se ocupa del encuentro entre el canciller alemán y el presidente norteamericano.

¿Una pareja feliz?Imagen: DPA/AP

El diario Südeutsche Zeitung de Múnich opina acerca del encuentro entre el canciller alemán, Gerhard Schröder, y el presidente norteamericano, George W. Bush: "Si se encontrasen alguna vez los asesores de los presidentes Bush y Chirac junto con los del canciller Schröder podrían escribir la verdadera historia de los días de las Naciones Unidas en el 2003. Al hacerlo se morirían de risa al repasar cómo se burlaron de la opinión pública con su teatro de la reconciliación. El libreto verdadero es así: Un presidente norteamericano se halla en aprietos en cuanto a política interna y su reelección está en juego. Entonces requiere de la ayuda de sus amigos del extranjero, sobre todo para poner bajo control el gran incendio que ocasionó en Irak".

Leipziger Volkszeitung

, rotativo de la ciudad de Leipzig, concuerda con el anterior en que la reconciliación fue un teatro, y puntualiza: "El canciller se encuentra ahora más allá de su malhadado discurso electoral en Goslar. Ello no sólo lo lleva de vuelta a la escena de las negociaciones internacionales, sino que lo convierte en un interlocutor de París, Nueva York y también en Washington. Con la condición de que deje de pensar que negarse es hacer política".

Las paralelas no se unen

Freie Presse

de Chemnitz traza paralelos entre ambos mandatarios diciendo: "Bush y Schröder se encuentran entre la espada y la pared en cuanto a política interna. En 2004, Schröder no tiene que ganar ninguna elección, pero la desconfianza hacia él y hacia su gabinete ha llegado a grados dramáticos. No asombra que ambos vean en esta situación la oportunidad de pulir un poco su figura. Pero para propuestas, objetivos o acuerdos no bastó."

De altaneros e intrépidos

El General Anzeiger de Bonn analiza más profundamente y echa un vistazo al futuro: "Ni a alemanes ni a norteamericanos debe embargarles la alegría por los 40 minutos de conversación bilateral en Nueva York. De verdad, no hay motivo para ello. Demasiado intrépido fue el trato que le dio el gobierno alemán a su homólogo norteamericano; demasiado altanero el tono de la respuesta de una nación que se ha entregado a un sueño convertido en pesadilla al enfrentarse a la realidad de que tiene a una guerrilla en contra de su coalición. Sin embargo, las columnas de las relaciones bilaterales no se están desmoronando. Sólo hay que estabilizarlas y tienen que ser reorientadas hacia una nueva sicología trasatlántica."